SAN JOSÉ DE COSTA RICA.- Autoridades del Vaticano analizan el caso de una costarricense, cuya
curación no pudo ser explicada por la ciencia médica, como prueba en
el proceso de canonización del papa Juan Pablo II.
La mujer, una vecina de La Unión de Cartago (su catedral en la imagen), ingresó al
Hospital Calderón Guardia en abril de 2011 con una dolencia en su
cabeza y tras una serie de diagnósticos, el Laboratorio de Hemodinamia
determinó que tenía un aneurisma.
Sin embargo, tal como confirmó al diario La Nación
el médico que atendió a esa paciente, el neurocirujano Alejandro
Vargas Román, el aneurisma desapareció en exámenes posteriores, sin que
exista una explicación científica.
A raíz de este
hecho y tomando en cuenta que la familia de la costarricense había orado
solicitando la intercesión del extinto papa Karol Wojtyla –murió el 2
de abril del 2005–, el Vaticano estudia su curación para determinar si
lo declara como milagro del ya beato Juan Pablo II.
La mujer se trasladó a Ciudad del Vaticano para cumplir con los
procedimientos internos de la Iglesia católica en estos casos. Estos
indican que el proceso debe realizarse en la ciudad donde murió la
persona que será canonizada.
Ahí la señora se hizo
otro examen que ratificó la ausencia del aneurisma cerebral. El médico
Vargas reveló que fue entrevistado por funcionarios del Vaticano que
se desplazaron hasta Costa Rica.
El diario italiano Il Giornale
publicó que la curación de una mujer
costarricense que tenía una “grave enfermedad cerebral” estaba siendo
considerada como evidencia para la canonización de Juan Pablo II.
La publicación comentó que un alto prelado de la Iglesia informó hace
dos meses que “el milagro elegido para la canonización tuvo lugar el 1.°
de mayo y cuando se haga público, el tipo de curación sorprenderá a
muchos”.
En una publicación en Internet, la
costarricense relató que en una procesión, en compañía del párroco
local, le pidió al fallecido Pontífice que interviniera ante Dios por
su estado de salud.
El diario costarricense se reserva la identidad de la paciente para no poner en riesgo el proceso de canonización.
“Médicamente, en teoría, nunca le va a desaparecer un aneurisma a las
personas porque es una dilatación. Científicamente yo no le tengo
ninguna explicación del por qué desapareció”, explicó el médico.
En su casa (también se mantiene en reserva su localización exacta), la mujer tiene un pequeño altar en honor a Juan Pablo II.
Allí exhibe el informe de laboratorio que muestra la presencia del aneurisma. El documento está fechado 14 de abril de 2011.
El canciller de la Curia
Metropolitana, Daniel Blanco, enfatizó que de momento no existe
confirmación de la Santa Sede.
“En el momento en
que la persona se acerca a brindar las declaraciones se compromete a
guardar silencio, como en cualquier proceso canónico”, comentó Blanco.
Sobre el caso, se limitó a decir que en su momento se hablará del tema.
Durante una misa el domingo 26 de mayo, un párroco de una comunidad
de La Unión comentó a sus feligreses que estaba contento porque el
milagro por el cual sería canonizado Juan Pablo II había sido obrado en
una vecina.
El cura confirmó que un allegado a él
había sido entrevistado por el Vaticano como parte de la investigación.
Juan Pablo II fue beatificado el 1.° de mayo de 2011.
A la familia de la costarricense que afirma haber recibido un milagro
de Juan Pablo II le asiste el deber de guardar silencio en torno al
caso, según un acuerdo de confidencialidad establecido al inicio del
proceso con la Santa Sede. Algunos parientes consultados por La Nación declinaron referirse a las gestiones llevadas a cabo en el Vaticano.
Pero el caso ha comenzado atraer la
atención. Feligreses del templo de la Virgen de Ujarrás, en Paraíso,
escucharon a algunos feligreses decir que la señora estuvo allí para
agradecer a Juan Pablo II por su salud.
En ese sitio hay una gota de sangre del beato. Otras gotas están en Polonia, su país natal.
La donación de la reliquia se originó por la amistad del cura párroco
actual, Dónald Solano, con monseñor Derek Raas, secretario del cardenal
Stanislaw Dziwisz, de Cracovia, Polonia, quien fue secretario
particular de Juan Pablo II durante casi 40 años.
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