domingo, 13 de diciembre de 2020

La alegría cristiana es descentrarse de uno mismo y poner a Jesús en el Centro


CIUDAD DEL VATICANO.- En este tercer domingo de Adviento, el Papa afirmó en su alocución previa al rezo del Ángelus, que los que está llamados a “proclamar a Cristo a los demás, sólo pueden hacerlo desprendiéndose de sí mismos y de la mundanalidad, no atrayendo a la gente hacia sí, sino dirigiéndola a Jesús”. Francisco señaló que la primera condición de la alegría cristiana es descentrarse de uno mismo y poner a Jesús en el centro. Esto no es alienación, dijo, porque Jesús es en realidad el centro.

“Cuanto más cerca está el Señor de nosotros, más nos alegramos; cuanto más lejos está, más nos entristecemos”. La invitación a la alegría es característica del tiempo de Adviento, señaló el Papa Francisco en su alocución previa al rezo mariano, “la expectativa que experimentamos es alegre, más bien como cuando esperamos la visita de alguien a quien queremos mucho, por ejemplo, un gran amigo al que no vemos desde hace mucho tiempo. Y esta dimensión de alegría surge especialmente hoy, el Tercer Domingo, que se abre con la exhortación de San Pablo "Alégrense siempre en el Señor". ¿Y la razón cuál es? Que "el Señor está cerca".  Hay que esperar a Cristo con alegría no con caras fúnebres, pues Cristo ha resucitado, yo soy alegre porque Dios está cerca de mí, me ama, dijo improvisando el Papa.

Juan el Bautista

El Evangelio según San Juan hoy presentó la figura bíblica que -a excepción de la Virgen y de San José- “fue la primera y la más experimentada en la espera del Mesías y en la alegría de verlo venir:  Juan el Bautista.

Francisco recordó que el Bautista es el primer testigo de Jesús, con la palabra y con el don de la vida. Todos los Evangelios coinciden en mostrar “cómo cumplió su misión señalando a Jesús como el Cristo, el Mensajero de Dios prometido por los profetas”. Juan fue un líder en su tiempo, era famoso en toda Judea y más allá hasta Galilea. “Pero no cedió ni por un momento a la tentación de llamar la atención sobre sí mismo: siempre la dirigió a Aquel que iba a venir”, cuando anunció la venida de Jesús, dijo: "A él no soy digno de desatar la correa de la sandalia".

Alegría cristiana

Aquí está la primera condición de la alegría cristiana: descentrarse de uno mismo y poner a Jesús en el centro. "Esto no es alienación, porque Jesús es en realidad el centro, es la luz que da pleno sentido a la vida de cada hombre y mujer que viene a este mundo. Es el mismo dinamismo del amor, que me lleva a salir de mí mismo, no a perderme, sino a encontrarme como me doy, como busco el bien de los demás".

Y el Papa dijo que Juan el Bautista recorrió un largo camino para venir a dar testimonio de Jesús. El camino de la alegría no es un paseo, advirtió, el Bautista "lo dejó todo, incluso de joven, para poner a Dios en primer lugar, para escuchar con todo su corazón y todas sus fuerzas su Palabra. Se retiró al desierto, despojándose de todo lo superfluo, para ser más libre para seguir el viento del Espíritu Santo. Ciertamente, algunos rasgos de su personalidad son únicos, no están disponibles para todos. Pero su testimonio es paradigmático para cualquiera que quiera buscar el sentido de su vida y encontrar la verdadera alegría".

En particular, señaló el Pontífice, el Bautista es un modelo para aquellos en la Iglesia que están llamados a proclamar a Cristo a los demás: sólo pueden hacerlo desprendiéndose de sí mismos y de la mundanalidad, no atrayendo a la gente hacia sí, sino dirigiéndola a Jesús. Improvisando dijo preguntando a los fieles presentes: ¿soy una persona alegre que sabe transmitir la alegría de ser cristiano o estoy siempre triste como en un funeral?, sin la alegría de la fe no puedo dar testimonio, los demás dirán que si la fe es tan triste mejor no tenerla...

Y todo ésta está, dijo, plenamente realizado en la Virgen María: ella esperó en silencio la palabra de salvación de Dios; la escuchó, la acogió, la concibió. En ella Dios se hizo cercano. Por eso la Iglesia llama a María "Causa de nuestra alegría".

sábado, 12 de diciembre de 2020

La Virgen de Guadalupe: reflejo de la abundancia, la bendición y el don de Dios

 


CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco en su homilía en la misa dedicada a nuestra Señora de Guadalupe, dijo que en la liturgia de hoy se evidencian, tres palabras, tres ideas: abundancia, bendición y don. Mirando la imagen de la Virgen de Guadalupe, afirmó, tenemos de alguna manera también el reflejo de estas tres realidades, la abundancia, la bendición y el don. 

El Pontífice se detuvo luego en la descripción de cada una de estas ideas:

La primera palabra evidenciada en la Liturgia de hoy es la abundancia porque Dios siempre se ofrece en abundancia. Él no conoce las dosis. Somos nosotros, señaló los que ponemos los límites, y Dios, afirmó Francisco, se deja dosificar por su paciencia.

“Somos nosotros los que conocemos, por nuestra naturaleza misma, por nuestros límites, la necesidad de las cómodas cuotas. Pero Él se da en abundancia, totalmente. Y donde está Dios, hay abundancia”. El único límite que tiene Dios, afirmó el Papa diciendo que quiere pensar que tiene un límite el Señor, es el de la imposibilidad de darse de otro modo que no sea en abundancia.  “Pensando en el misterio de Navidad, la liturgia de Adviento toma del profeta Isaías mucho de esta idea de la abundancia. Dios se da entero, como es, totalmente”.

La segunda palabra es la bendición

Como explicó el Papa más adelante, el encuentro de María con Isabel es una bendición. Y la bendición significa, dijo bendecir, o sea, “decir-bien”. Y Dios desde la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de decir bien.

“La segunda palabra que pronuncia según el relato bíblico, es “y era bueno”.  “Está está bien”. “Era muy bueno”. El estilo de Dios es siempre decir bien, por eso la maldición va a ser el estilo del diablo, del enemigo. El estilo de la mezquindad, de la incapacidad de donarse totalmente, el “decir mal”. Dios siempre dice bien. Y lo dice con gusto. Lo dice dándose”.

La tercera palabra el don

La abundancia y este decir bien, es un regalo, es un don. Un don que se nos da en Él, que es todo divinidad. En “el Bendito”. Un don que se nos da en la que está “llena de gracia”, la “bendita”.

Jesús es el bendito por naturaleza y María es la bendita por gracia. Estas dos referencias, dijo Francisco, las marca la Escritura.

“A Ella se le dice “bendita tú entre las mujeres”, “llena de gracia”. Jesús es el “bendito”, el que traerá la bendición. Y mirando la imagen de nuestra Madre esperando al bendito, la llena de gracia espera al bendito, se entiende la abundancia del decir bien, del “ben-decir”, afirmó.

El don de Dios

“Tenemos esto del don, el don de Dios se nos presentó en la abundancia de su Hijo por naturaleza. En la abundancia de su Madre por gracia. El don de Dios se nos presentó como una bendición. En el bendito por naturaleza y en la bendita por gracia”.

Y éste es el regalo que Dios nos presenta y que ha querido continuamente subrayarlo, a lo largo de la revelación, señaló y pidió que “contemplando la imagen de nuestra Madre hoy, le robemos a Dios un poco de este estilo que tiene: La generosidad, la abundancia, el bendecir. Nunca maldecir. Y transformar nuestra vida en un don. Un don para todos. Que así sea”.

sábado, 5 de diciembre de 2020

Benedicto XVI tiene dificultades para hablar, según uno de los nuevos y últimos cardenales


 CIUDAD DEL VATICANO.- El papa emérito Benedicto XVI tiene dificultades para hablar, según reveló el cardenal maltés Mario Grech en una entrevista publicada en el portal de noticias del Vaticano.

El religioso maltés, que recibió el título de cardenal el pasado sábado, visitó con el resto de nuevos purpurados al papa emérito en el pequeño monasterio en el que reside dentro del Vaticano desde su renuncia en 2013.
“Tiene dificultades para expresarse. De hecho, nos dijo al inicio del encuentro que ‘el Señor me quitó la palabra para hacerme apreciar el silencio’”, aseguró el cardenal Grech.
“Fue un momento de alegría encontrarme con el papa Benedicto XVI, quien creyó en mí y me nombró obispo en 2006”, reconoció el religioso maltés.
“Ver a ese pastor, a ese hombre, con los años que le pesan, pero a la vez lúcido y sonriente, con la voluntad de comunicar la experiencia que está teniendo del Espíritu, nos animó mucho”, añadió.
Benedicto XVI se convirtió en septiembre en el pontífice más anciano de la historia, un récord discutible, ya que renunció al cargo.
El primer papa en dimitir en siete siglos renunció al papado a los 86 años, luego de ocho años de un pontificado difícil, azotado por los escándalos y una grave crisis dentro de la Iglesia.
Lo sucedió el argentino Jorge Mario Bergoglio, diez años más joven, quien tomó el nombre de Francisco en honor del santo de los pobres y defensor de los animales y la naturaleza.
El pasado sábado, con la investidura de 13 nuevos cardenales, entre ellos el cardenal Grech, el Colegio Cardenalicio, encargado de elegir al futuro papa en caso de cónclave, quedará compuesto por 128 electores y 101 no electores para un total de 229 purpurados.
El límite de 120 votantes establecido por Pablo VI en 1975 ha sido superado, algo que ya había ocurrido en otras ocasiones bajo Juan Pablo II.
Tras el consistorio del sábado, resulta que el papa Francisco ha elegido al 41,4 % de sus integrantes, aunque no todos electores, es decir con derecho a votar en el cónclave.
En números, Francisco “ha creado” (término religioso) 95 cardenales en sus casi 8 años de pontificado. Benedicto XVI (2005-2013) creó 69 y Juan Pablo II (1978-2005), 65.
Francisco ha premiado sobre todo a religiosos de zonas remotas y que no provienen de grandes ciudades como Los Ángeles, París o Milán, como ha sido la tradición.
El pontífice argentino ha querido reconocer el peso de la iglesia no europea, por lo que ha designado cardenales a religiosos que residen y operan en América Latina, África y Asia.
Esas tres zonas representan el 45 % del colegio, mientras que en el cónclave que eligió a Francisco sumaban el 35 %.
América Latina, la región con la mayor población católica del mundo, está representada por casi el 19 % de los purpurados, África por el 14 % y Asia por el casi 12 %.
El cónclave que eligió a Francisco era en un 52 % formado por cardenales europeos, pero tras el consistorio del sábado, solo el 41 % proviene del Viejo Continente.
En caso de cónclave para la elección del papa, sería probablemente el colegio cardenalicio menos eurocentrista de la historia.
El porcentaje de cardenales italianos en general es alto, del 17 %, y suelen ocupar cargos en la influyente Curia.
La iglesia estadounidense estará representada con un 7 %, el porcentaje más bajo en décadas.
Según las cifras divulgadas este sábado por el Vaticano, Europa contará con 53 cardenales electores, en tanto que América Central y México tienen 10 y América del Sur 14, lo que suma un total de 24 para América Latina.
Por su parte, Estados Unidos y Canadá tendrán 16, África 18, Asia 16 y Oceanía 4 electores.