CIUDAD DEL VATICANO.- "Un banco es necesario, pero hasta
cierto punto. Una Iglesia rica carece de vida. San Pedro no tenía cuenta
en un banco", dijo el papa Francisco. "Sin un banco, la Iglesia no
sería libre. Es esencial para su misión", subrayaron Ernest von
Freyberg, presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el
banco del Papa, y Paolo Cipriani, su director.
Los tres han hablado en
los mismos días, mientras jueces romanos concluyen un sumario sobre seis
operaciones no transparentes del IOR y se acerca julio, cuando el
Moneyval, organismo del Consejo de Europa, someterá al banco vaticano al
examen final sobre medidas contra el blanqueo de dinero --la nota, en
diciembre--.
En apariencia se trata, pues, de una pugna
--en el Vaticano lo llaman "normal dialéctica"-- entre la voluntad de
cambio del Papa y quienes defienden el estatus quo de la institución. El
papa Bergoglio explicó lo que dijo en un sermón reservado a los
empleados del banco vaticano. Von Freyberg y Cipriani dieron sendas
entrevistas a la prensa, en lo que ha parecido una ofensiva mediática,
puertas adentro y afuera del Vaticano, frente a posibles reformas
radicales del instituto financiero.
En los ambientes
vaticanos se asegura que antes del verano el Papa nombrará al nuevo
secretario de Estado, que sustituirá al cardenal Tarsicio Bertone,
considerado extraño al nuevo papado. Una de los cambios profundos que
reclamó el cónclave es la del banco, que casi desde su creación (en
1942) ha estado regularmente implicado en algún escándalo financiero.
En
octubre, Francisco se reunirá con los ocho cardenales nombrados para
reformar el Gobierno central de la Iglesia --ninguno de ellos miembro de
la curia-- con los que, a distancia, ya trabaja. "El banco formará
parte de los cambios", dijo el hondureño Oscar Andrés Rodríguez
Maradiaga, que forma parte del grupo.
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