CIUDAD DEL VATICANO.- Monseñor Nunzio Scarano, de 61 años, no es «nuncio» aunque su nombre signifique eso. Tampoco es empleado del banco del Vaticano
(IOR) sino que, simplemente, tenía dos cuentas en esa curiosa entidad
que lleva años prometiendo una limpieza interna que nunca llega.
A primera vista, Scarano es un ejemplo de eclesiástico
«mundano», un tipo de clérigo que el Papa Francisco fustiga con
frecuencia por ser contrario al Evangelio. Es cierto que trabajaba en un
banco antes de sentir la llamada al sacerdocio y que eso le daba una
buena preparación para trabajar como jefe de contabilidad de gestión de
la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), un
departamento que administra fondos en viviendas y títulos quizá muy
superiores a los 6.000 millones de la banca del Vaticano.
El problema con Scarano es que se dedicaba también a varias empresas de construcción en
su Salerno natal; que había comprado por poco precio unos pisos de
monjas en el centro de la ciudad, convertidos después en apartamentos de
lujo; y que tenía amistades «peligrosas» con armadores de buques en Nápoles.
Algunos medios italianos informan que la operación de
contrabando de divisas de Suiza a Italia que le ha valido el arresto iba
a ser por valor de 40 millones, antes de que se redujese a 20 millones.
Y que los fondos pertenecen a sus amigos, los armadores de Nápoles, según 'Abc', de Madrid.
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