CIUDAD DEL VATICANO.- John Klink dice que custodia uno de los secretos mejor guardados de la Iglesia católica. Es el director de la Comisión Católica Internacional de Migración, fundada por el Papa Pío XII en 1951.
“Las personas que atendemos son los más vulnerables de entre los refugiados”.
La
Comisión Católica Internacional de Migración atiende las necesidades de
niños y ancianos en más de 40 países. Aunque es una organización poco
conocida, están muy ocupados. Ofrecen comida, alojamiento y educación,
además de ayudan a los refugiados a establecerse en su nuevo país. En
estos momentos concentran sus fuerzas en Oriente Medio, donde para
algunos volver a casa es una cuestión de vida o muerte.
“Nos hemos ocupado de la mitad de los iraquíes que han abandonado su país, ahora estamos haciendo lo mismo con los sirios”.
Hay
muchas organizaciones, grupos e institutos que ayudan a inmigrantes y
refugiados, pero John Klink dice que la Comisión Católica Internacional
de Migración es distinta porque representa a la Iglesia universal.
Explica que quieren ser el rostro de Cristo que ayuda a los más
necesitados directa o indirectamente.
“Dice
el Evangelio de Mateo que ayudándolos, ayudas al propio Cristo y
conoces a Cristo. No todos pueden ir a ayudar al Líbano, a Turquía con
sus propias manos. Nosotros somos las manos con las que ayudan, a través
del cuerpo místico de Cristo, somos los brazos de Cristo para estas
personas”.
Otra prioridad es erradicar el
tráfico de personas. Está en Ginebra, Suiza. No conocen la labor que
desempeñan. Para John Klink acabar con “este secreto” para que así más
personas puedan ayudar materialmente o mediante la oración.
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