miércoles, 28 de mayo de 2014

Las cinco claves del viaje del Papa a Israel y Palestina, que probablemente no logre la paz

BARCELONA.- El papa Francisco acaba de volver de su viaje de tres días por Jordania, Palestina e Israel. Como siempre con este Papa han pasado más noticias de las previstas. Estas son las cinco claves.

1. LA OPCIÓN VATICANA
La frescura del Papa le llevó a ofrecer el Vaticano para una oración en común a los dos presidentes, Mahmud Abás y Simon Peres. Parece que será el 6 de junio. Será un gesto más, sin probables repercusiones -Peres se jubila en julio y no tiene poderes-, pero en una tierra donde el principal problema, a pesar de la cercanía, es la falta de contacto entre las partes, es una buena noticia.
“El Papa está aquí hoy, pero mañana se habrá ido”. Al final él se va y se quedan los de siempre. Es el precio del conflicto.

2. UNA FRASE AMBIGUA
A pesar del peso político y la buena voluntad de la visita de Francisco, la vida sigue igual de difícil entre israelíes y palestinos. El día antes de la llegada del Papa, Bloomberg publicó una entrevista con Netanyahu. Dijo esta frase ambigua:
Queremos un Estado palestino desmilitarizado que reconozca el Estado judío. ¿Cómo lo logras si no puedes avanzar con negociaciones? Es verdad que la idea de hacer pasos unilaterales gana peso, tanto del centroderecha como del centroizquierda. Muchos israelíes se preguntan si algunos pasos unilaterales pueden tener en teoría sentido.
Netanyahu negó que pensara en una retirada unilateral como hizo Ariel Sharon en Gaza en 2005. ¿Qué puede ser? He preguntado a dos israelíes que podrían saberlo. Ninguno tenía ni idea: “Si quieres puedes escribir que Netanyahu ha logrado confundir incluso a viejos observadores experimentados como yo”, me ha escrito uno por email.
El periódico Haaretz publica que Netanyahu puede estar pensando en aplicar recomendaciones del informe Levy de 2012 sobre asentamientos donde decían que no eran ilegales ni ocupación. Si fuera cierto, esos pasos unilaterales serían complejas medidas legales para alargar una situación insostenible.
Hace unas semanas Daniel Levy, ex asesor de varios ministros israelíes y ahora director para Oriente Medio del European Council on Foreign Relations, dijo esta frase: “Los palestinos no parecen entender qué tipo de adversario tienen delante”.
Es verdad. Los palestinos intentan atraer la comprensión del Papa -y mediante él la del mundo. Es importante, pero hoy es poco. Son golpes limitados de relaciones públicas. Mientras, el gobierno de Israel socava los cimientos palestinos con oscuras medidas legales que les van dejando sin nada.
Da la impresión de que Israel avanza como un tren y los palestinos quieren detenerlo con una triste sábana colgada en dos palos que dice “Free Palestine”.

3. LAS VISITAS IMPROVISADAS
El viaje del Papa debía ser religioso. Pero en la tierra del conflicto más enquistado del mundo evitar la política es una opción difícil. Tampoco hay mucha improvisación. La improvisación en Oriente Medio se lleva mal; se lleva tan mal que es probable que no exista.
En el trayecto por Belén hacia la Iglesia de la Natividad, la comitiva del Papa se detuvo ante un trozo de muro que separa Israel de Palestina. En el vídeo no parece que fuera una parada decidida en ese momento: se detienen todos los vehículos de golpe sin una señal aparente del Papa. Pero no queda claro.
El equipo del Papa no sabía nada, pero sí la organización palestina.
Llevaban días tratando de pintar ese tramo con mensajes. El ejército israelí había blanqueado algunos, según dicen. Al final lograron dejar unos grafitis efectivos esa misma mañana: “Palestina libre”, “Belén parece el gueto de Varsovia”, “Papa, necesitamos a alguien que hable de justicia”.
Los palestinos ya tenían lo que querían: un símbolo, una foto para la historia. Si su batalla se centra a partir de ahora en alejarse de la violencia y conseguir la simpatía del mundo, una imagen así es un gran paso.
El día después en Jerusalén, el Papa devolvió su gesto improvisado al bando israelí: se detuvo a rezar ante un memorial con los nombres de todos los muertos por terrorismo en el monte Herzl. El Papa pretendió quizá enviar un mensaje así: “Los dos pueblos sufrís por la violencia. ¿No hay algún modo de pararse a pensar sobre su inutilidad y buscar alguna solución?” Es solo un hipotético deseo a partir de dos gestos, pero el conflicto hoy no da para más.

4. LOS SÍMBOLOS PREVISTOS
Entre los grandes símbolos programados, también hubo para todos. De los cuatro Papas que han estado en Tierra Santa, Francisco es el único que ha entrado a Cisjordania desde Jordania. Es un reconocimiento (Pablo VI viajó en 1964, cuando Cisjordania era Jordania. Estos dos vídeos de aquel viaje que ha encontrado el Washington Post son maravillosos; era el primer viaje papal en avión y la primera vez que un Papa salía de Italia en 150 años.)
Luego el Papa viajó a Tel Aviv para llegar a Jerusalén desde el lado israelí. Había que conceder algo al otro bando y algunos palestinos se enfadaron. La soberanía en ambos casos es importante.
Los palestinos querían que el Papa compartiera su sufrimiento. Junto a la visita al muro, una de sus intenciones es asociar su sufrimiento al de Jesús, que es algo exagerado (Jesús fue judío). Pero el intento y las ganas de hacérselo ver al Papa fueron evidentes en al menos tres situaciones:
a. En el mural que había detrás del altar en la misa del Papa en Belén, el niño Jesús estaba envuelto con un pañuelo palestino. No es un detalle inocuo:
b. En el claustro de la Iglesia de la Natividad había una exposición que ligaba el martirio de Jesús al de palestinos hoy: mezclaban fotos actuales con cuadros históricos de Rembrandt, Rafael o Caravaggio.
c. Dos de los regalos que recibió el Papa tienen también que ver con la ocupación: un crucifijo hecho con piedras sacadas del muro y un grabado del Papa con una cruz ante la separación.
El gran gesto del Papa en Israel fue la visita a la tumba de Theodor Herzl, el impulsor del sionismo moderno. Fue el primer Papa en hacerlo. En 1904 Herzl visitó al papa Pío X para pedirle ayuda para que el pueblo judío pudiera volver a Tierra Santa, entonces en poder del Imperio Otomano, y protegerse de las persecuciones en Europa.
El Papa le dijo que no podía impedirlo, pero tampoco “favorecerlo”. Este fue el motivo que le dio: “Los judíos no han reconocido a nuestro Señor, así que nosotros no podemos reconocer al pueblo judío”. A la tumba de Herzl, Francisco llevó un ramo de flores blancas y amarillas, los colores del Vaticano.
En el avión de vuelta, Francisco hizo una rueda de prensa. Le preguntaron si Pío XII -el Papa de la Segunda Guerra Mundial, que fue al menos ambiguo sobre el holocausto- iba a ser beatificado y canonizado pronto. Aún no se le ha reconocido ningún milagro (que son obligatorios), dijo el Papa. Es decir, no lo será. Francisco ha prometido también abrir los archivos vaticanos de la época.

5. EL AMBIENTE
El papa Francisco viaja con poca pompa. Va más a escuchar que a predicar. Su discurso, sus silencios y su momento con víctimas en el Museo del Holocausto fueron emocionantes.
Así es más fácil ver a la Iglesia como un elemento pacificador, cercano. Incluso el primer ministro Netanyahu, poco dado a esconder sus emociones, parece cómodo en esta charla con Francisco. Al minuto del vídeo Netanyahu dice que Jesús hablaba hebreo y el Papa le corrige: “Arameo”. Netanyahu es rápido y responde: “Conocía los dos”. Fue distendido.
A pesar de ser un viaje medido, los gestos imprevistos y las pocas lecciones de Francisco hicieron la experiencia más profunda y entrañable. En Tierra Santa, no era poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario