lunes, 29 de abril de 2019

El sociólogo Frederic Martel dice que la homosexualidad "es una mayoría silenciosa" en el Vaticano


BOGOTÁ.- La homosexualidad es una "mayoría silenciosa" en la Iglesia católica, dijo el periodista y sociólogo francés Frederic Martel en una entrevista  en Bogotá, en donde presentó "Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano", un polémico libro producto de una investigación de más de cuatro años.

"En definitiva la homosexualidad es una mayoría silenciosa en el Vaticano y en los episcopados de América Latina", aseguró el autor que remarcó que está presente "en México, Chile, Cuba y Colombia, y que Brasil tampoco escapa a esa realidad.

Martel, escritor de otros libros como "Global gay", considera en su nueva obra que la Iglesia es "una estructura masivamente homosexualizada" y que su afirmación se sustenta en las averiguaciones que hizo por años.
En esa dirección recuerda que "el texto es resultado de una investigación de más de cuatro años para la que viajé por varios países, más de 30, y para la que entrevisté a cardenales, obispos, sacerdotes, seminaristas y que recorre cinco pontificados".
En esencia, añadió, en el libro se concluye que dentro del catolicismo romano la "corrupción y la hipocresía" son una realidad conocida por muchos pero de la que no se habla.
"Los sacerdotes y cardenales más homosexuales son a los que más les interesa defender el celibato. La posición contra el preservativo o impedir la sexualidad antes del matrimonio se explica también por la cuestión homosexual", remarcó.
Para Martel, el problema de la Iglesia no es que los sacerdotes y otras personalidades sean homosexuales, y lo que critica es "la doble moral".
A renglón seguido explicó que su principal interés en este libro de más de 600 páginas no es arremeter ni destruir la Iglesia, tampoco juzgar a un papa en especial.
"En un concepto más amplio lo que busqué fue hacer un buen libro basado en hechos", en el que muestra "cómo el sexo toma un rol importante en esta organización de poder (el Vaticano) a pesar de que pensemos que debido a los votos de castidad no hay sexo", comentó.
En "Sodoma", Martel dedica el capítulo 13, titulado "La cruzada contra los gais", al fallecido cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, quien fue varios años el presidente del Pontificio Consejo para la Familia y del que dice fue homosexual.
López Trujillo presidió ese dicasterio entre 1990 y 2008, cuando falleció en Roma, lugar en donde el purpurado estuvo sepultado nueve años y luego sus restos fueron llevados a Medellín, en donde reposan, según lo dispuesto por la autoridad eclesial.
Según el sociólogo, tiene confirmación de al menos cuatro fuentes de que López Trujillo "usó los servicios de prostitutos que ciertos sacerdotes le llevaban a Medellín y a Roma".
De López Trujillo también aseguró que fue uno de los que más combatió en Colombia y en otros países la llamada Teología de la Liberación, una doctrina católica que se consolidó en la Conferencia de Medellín de 1968 y que tuvo una fuerte presencia en todo el continente en las décadas siguientes.
En su momento, el cardenal colombiano Rubén Salazar dijo que "todo era una calumnia", al referirse a lo escrito por Martel sobre López Trujillo.
"Lo importante de todo esto es que si queremos cambiar lo que se debe es reconocer la realidad y corregir", concluyó Martel, quien todavía no se explica las razones por las cuales no se había escrito un libro como este si "la homosexualidad en el Vaticano" es una realidad.

miércoles, 24 de abril de 2019

Papa Francisco: Si tú no perdonas, Dios no te perdonará


CIUDAD DEL VATICANO.- Durante la Audiencia General de este 24 de marzo, miércoles de la Octava de Pascua, el Papa Francisco continuó su predicación sobre la oración del Padre Nuestro y animó a perdonar siempre al prójimo para poder recibir también el perdón de Dios, según crónica de www.aciprensa.com.

“Si tú no perdonas, Dios no te perdonará. Pensemos ahora que estamos aquí, si nosotros perdonamos, si somos capaces de perdonar. Si tú no lo consigues, pide al Señor que te dé la fuerza para conseguirlo: Señor ayúdame a perdonar”, exclamó el Papa ante miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
En su catequesis, el Santo Padre destacó que “el hombre es deudor ante Dios: de Él hemos recibido todo, en términos de naturaleza y gracia. Nuestra vida no solo fue querida, sino también amada.” Por ello, “realmente no hay espacio para la presunción cuando unimos nuestras manos para rezar”.
“Quien reza aprende a decir ‘gracias’ y nosotros nos olvidamos muchas veces de decir gracias, somos egoístas”, advirtió el Papa quien recordó que “Dios nos ama infinitamente más de cuanto nosotros lo amamos”.
En esta línea, el Pontífice señaló que “nuestra identidad se construye a partir del bien recibido, el primero, la vida” y dijo que “por más que nos esforcemos en vivir según las enseñanzas cristianas, en nuestra vida habrá siempre algo por lo cual pedir perdón”.
De este modo, el Papa insistió en que “todo cristiano sabe que existe el perdón de los pecados. Esto lo sabemos todos, que Dios perdona todo, perdona siempre” y aseguró que “no hay nada en los Evangelios que deje sospechar que Dios no perdona los pecados de quien está bien dispuesto y pide volver a ser abrazado”.
Por ello, el Santo Padre resaltó la importancia del perdón fraterno porque “quien ha recibido tanto debe aprender a dar tanto”.
“Esto es fuerte. Pienso en las ocasiones cuando he escuchado a gente que dice: ‘yo no perdonaré nunca a esa persona, lo que me han hecho no lo perdonaré nunca’ -y añadió- si tú no perdonas, Dios no te perdonará, tú cierras la puerta. Pensemos si somos capaces de perdonar”, animó el Papa quien advirtió que “si no te esfuerzas en perdonar, no serás perdonado; si no te esfuerzas en amar, ni siquiera serás amado”.
En este sentido, el Santo Padre destacó que “Jesús inserta el poder del perdón en las relaciones humanas” porque “en la vida no todo se resuelve con la justicia”, aseguró.
“Jesús sustituye la ley del talión -lo que me hiciste, te lo devuelvo- con la ley del amor: lo que Dios ha hecho por nosotros, nosotros lo hacemos por nuestro prójimo”, explicó el Papa quien invitó a preguntarnos: “¿soy capaz de perdonar?” Y añadió que: “Si no me siento capaz, pedirle al Señor que me de la gracia de perdonar, porque es una gracia”.
Al finalizar, Francisco aseguró que “Dios le da a cada cristiano la gracia de escribir una historia de bien en la vida de sus hermanos, especialmente en aquellos que han hecho algo desagradable e incorrecto” para transmitir “lo más valioso que hemos recibido: el perdón”. Por lo que animó a que “seamos capaces de dar también el perdón a los demás”.

Catequesis del Papa: “No todo se resuelve con la justicia, es necesario el amor”


CIUDAD DEL VATICANO.- “Queridos hermanos y hermanas: seguimos con nuestra catequesis sobre la quinta petición del Padrenuestro que dice: «como nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Dios ama infinitamente a cada uno de nosotros. Dependemos totalmente de Él, de quien recibimos todo, la vida del cuerpo y la de la gracia. Y porque sabemos que nos ama, tenemos también la seguridad de que nos perdona, pues somos pecadores y con necesidad de pedirle siempre perdón”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del último miércoles de abril de 2019, continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a la oración del Padre Nuestro, según crónica de www.vaticannews.va.

En la Iglesia no hay hombres ‘auto-constituidos’

En su catequesis, el Santo Padre recordó que, es el propio hombre el que está en deuda con Dios, nuestra vida no sólo fue querida, sino también amada. “En la Iglesia no hay hombres ‘auto-constituidos’ – precisó el Pontífice – hombres que se hayan hecho a sí mismos. Todos estamos en deuda con Dios y con muchas personas que nos han dado condiciones de vida favorables. Nuestra identidad se construye a partir del bien recibido”.

Quien ora aprende a decir gracias

Por ello, el Papa Francisco dijo que, quien ora aprende a decir "gracias" y pide a Dios que sea benevolente con él o ella. Por mucho que nos esforcemos, queda siempre una deuda insuperable ante Dios, que nunca podremos devolver: Él nos ama infinitamente más de lo que nosotros le amamos a Él. Además, el Pontífice señaló que, por mucho que nos comprometamos a vivir según las enseñanzas cristianas, en nuestras vidas siempre habrá algo de que pedir perdón: pensemos en los días que pasamos perezosamente, en los momentos en que el resentimiento ha ocupado nuestros corazones. Son estas experiencias, lamentablemente no raras, las que nos hacen implorar: "Perdona nuestras deudas, pidamos perdón a Dios".

Una nueva relación con nuestros hermanos

En este sentido, el Santo Padre explicó que, la invocación podría haberse limitado a esta primera parte (Perdona nuestras deudas); en cambio, Jesús la estableció con una segunda expresión que hace una con la primera. La relación de benevolencia vertical por parte de Dios se refracta y está llamada a traducirse en una nueva relación que vivimos con nuestros hermanos. El Dios bueno nos invita a ser a todos buenos. Las dos partes de la invocación están unidas por una conjunción despiadada: ‘cómo’. Todo cristiano sabe que el perdón de los pecados existe para él, precisó el Papa, nada en los Evangelios nos hace sospechar que Dios no perdona los pecados de quien está bien dispuesto y pide ser abrazados de nuevo.

La gracia de Dios, es siempre exigente

El Papa Francisco explicando la fuerza de la gracia divina recordó que, la gracia de Dios, tan abundante, es siempre exigente. Los que han recibido tanto deben aprender a dar tanto, es por ello que en el Evangelio de Mateo, inmediatamente después de darnos el texto del "Padre nuestro", el evangelista se detiene en la expresión del perdón fraterno. “Pero esto es fuerte dijo el Papa hablando espontáneamente, a veces he oído a la gente decir: ¡Nunca perdonaré a esa persona! Lo que me hicieron nunca lo perdonaré. Pero Dios, si tú no perdonas, Dios no te perdonará. Tú cierras la puerta. Pensamos, si somos capaces de perdonar, si no perdonamos”. Narrando la historia de un sacerdote y la confesión una anciana mujer que estaba a punto de morir, el Papa contó que la mujer estaba arrepentida de sus pecados, pero no perdonaba a los demás y el sacerdote se quedaba muy angustiado porque esta mujer cerró las puertas a Dios. “Aquí – precisó el Pontífice – encontramos de nuevo el vínculo entre el amor a Dios y el amor al prójimo. El amor llama al amor, el perdón llama al perdón”.

Si no perdonamos, no seremos perdonados

Asimismo, el Santo Padre presentó otra parábola del Evangelio de Mateo dedicada al perdón fraterno, la parábola del “siervo malvado” que había contraído una enorme deuda con su rey, que le fue condonado completamente. “Una gracia inesperada – afirmó el Papa – pero fue este mismo siervo, inmediatamente después, quien se enojó con uno de sus hermanos que le debía cien denarios y, aunque esta cifra era accesible, no aceptó excusas ni peticiones. Así que, al final, el Amo lo llama y lo condena. Porque si no se esfuerzan en perdonar, no serán perdonados; si no te esfuerzas en amar, ni siquiera serás  amado”.

El 'National Catholic Reporter' carga contra la carta de Ratzinger sobre los abusos


MADRID.- "Desafortunado", un "precedente terrible" que fomenta la percepción de una rivalidad entre los dos Papas y un "acto de sabotaje". Una "intromisión" y un diagnóstico que, si se pusiera en marcha, "haría retroceder décadas a la Iglesia". El National Catholic Reporter, el prestigioso periódico católico estadounidense, ha cargado contra la carta de Benedicto XVI sobre los abusos sexuales, denunciando en un editorial que, si para eso sirve un Papa Emérito, "un solo Papa ya es suficiente", recoge Religion Digital.

El Reporter ni se molesta en analizar la teología y exégesis problemáticas presentes en el panfleto de Ratzinger, blanco de muchas críticas de teólogos y fieles desde que fue publicada hace un par de semanas. 
El periódico va directamente al análisis del Papa Emérito de las supuestas causas de la crisis de pederastia -la década de los 60, la revolución sexual, las fuerzas de la modernidad, las supuestas deficiencias en la formación de seminaristas- para observar que, si se achacara la crisis a solo estos factores, tal jugada "haría retroceder décadas a la Iglesia".
En cuanto a los abusos, recuerda la publicación, "sabía Pablo VI. Sabía Juan Pablo II. Sabía Benedicto XVI. Sabían las autoridades del Vaticano".
 "Basta. Ya lo dijimos y merece la pena decirlo otra vez: Ya se acabó. Negarlo ya no funciona", prosigue el editorial, dando a entender que Ratzinger no hace más en su diagnóstico que intentar defenderse a sí mismo e intentar "culpar del crimen y del encubrimiento a todo y todos menos aquellos que de verdad estaban involucrados", algo que "ya no convence". 
"Benedicto ya tuvo sus oportunidades como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como Papa para pedir cuentas a la cultura jerárquica", critica el Reporter. Aunque Ratzinger "tomó algunas medidas valientes" -entre las cuales la de llevar el caso contra el pedófilo y fundador de los Legionarios, Marcial Maciel- el Papa Emérito "no hizo rendir cuentas al liderazgo de la Iglesia". 
Y es por eso que, a juicio del Reporter, su "intromisión" desde su papel de Papa ya supuestamente retirado "no es ni análisis sólido ni útil" al Papa Francisco "haciendo esfuerzos sin precedentes para reformar la cultura clerical".
"Benedicto debe seguir su instinto inicial y guardar un silencio en la oración", zanja el editorial del Reporter.

martes, 23 de abril de 2019

Francisco crea un ‘superministerio’ para la Evangelización con la nueva constitución apostólica

CIUDAD DEL VATICANO.- La nueva Constitución Apostólica ‘Praedicate Evangelium’ (Predicad el Evangelio) ya está casi lista. Después de cinco años de trabajo por parte del Consejo de cardenales y del papa Francisco, la nueva norma que regula la composición y competencias de los distintos departamentos y organismos vaticanos está a punto de ser promulgada, según adelanta la revista católica española Vida Nueva.

Tras ser aprobado un último borrador en la reunión que el grupo de purpurados que asesoran al Pontífice celebró del 8 al 10 de abril, el texto ha sido enviado a los dicasterios de la Curia y a las conferencias episcopales para enriquecerlo con sugerencias y matices. Si la consulta no se retrasa, Jorge Mario Bergoglio podría firmarlo el 29 de junio.
Vida Nueva ofrecerá en exclusiva a sus lectores en su próxima edición los detalles de este documento legislativo que pretende hacer irreversible la gran reforma del Pontífice hacia una Iglesia misionera proyectada en su exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’.

Al servicio de las Iglesias locales

La principal novedad radica en la creación de un gran dicasterio para la Evangelización, situado por delante de la histórica Congregación para la Doctrina de la Fe, y que unificará la labor que hacen hoy la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide) y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. 
Se altera así el orden de los dicasterios fijados por la Constitución Apostólica ‘Pastor bonus’, aprobada por san Juan Pablo II en 1988 y que quedará superada con ‘Praedicate Evangelium’.
Entre otras medidas orientadas a la sinodalidad y a la colegialidad eclesial, el texto establece que los dicasterios vaticanos no solo estarán al servicio del Papa, sino también de las Iglesias locales. 
En este sentido, fuentes consultadas por esta revista explican que “los obispos diocesanos no estarán en una posición eclesiológica por debajo de quienes trabajan en la Curia romana”.

25 años de vigencia

Vida Nueva ha podido confirmar que ‘Praedicate Evangelium’ concreta la lucha de Francisco contra el clericalismo al subrayar en uno de sus puntos el papel que pueden jugar los laicos como líderes eclesiales al frente de los dicasterios vaticanos. El documento papal otorga además una mayor autoridad a la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, al encajarla dentro de la estructural curial.
Uno de los miembros del Consejo de Cardenales consultados manifiesta que la próxima Constitución Apostólica tendrá una vigencia de, al menos, 25 años, consciente de que es fruto del equilibrio entre las metas marcadas al principio del pontificado de Francisco y de la realidad que se vive hoy en la Santa Sede y en la Iglesia universal.

domingo, 21 de abril de 2019

El obispo Báez pide estar al lado de las víctimas en medio de la crisis en Nicaragua

MANAGUA.- El obispo nicaragüense Silvio Báez, un férreo crítico del Gobierno de Daniel Ortega en el marco de la crisis que vive Nicaragua desde hace un año y que ha dejado cientos de muertos, abogó este domingo por estar siempre al lado de las víctimas y defender la vida y la dignidad humana.

En su mensaje de Pascua de este Domingo de Resurrección, Báez, obispo auxiliar de Managua y a quien el papa Francisco trasladará al Vaticano después de la Semana Santa, dijo durante su homilía que "no se negocia la libertad, ni la dignidad ni la vida de las personas".
Explicó que quienes siguen a Jesús "tenemos que adoptar siempre una postura clara y firme contra todo lo que destruye o degrada la vida y la dignidad humana", por lo que instó a los que creen en la justicia de Dios a favor del crucificado a preguntarse siempre de parte de quién se está.
"¿Estamos de parte de los que crucifican o de parte de los crucificados?", inquirió.
El religioso, que denunció recientemente un plan para asesinarlo en medio de la crisis que vive el país, abogó por ser solidarios y defender a quienes están oprimidos y son violentados en su dignidad, porque esa "es la mejor expresión de fe misma en el resucitado".
"Allí donde los hombres ponen muertos, introducen lágrimas y derraman sangre inocente, Dios pone vida. Allí donde parece que la injusticia humana triunfa, en el resucitado tenemos la certeza de la justicia de Dios por encima de las injusticias humanas", exclamó, en medio de aplausos de los feligreses.
Invitó a los nicaragüenses a no cansarse de hacer el bien ni de luchar por la paz y la justicia, "para que, como seguidores del crucificado, estemos al lado de las víctimas y defendamos siempre la dignidad y la vida humana, y para que siempre experimentemos el inmenso gozo de ser perdonamos y acogidos por Dios".
Asimismo, hizo un llamamiento a los pecadores a buscar el perdón de Dios.
"No importa cuán lejos hayamos estado de Dios, no importa si hemos pactado con el mal, no importa si hemos vivido en las tinieblas, no importa cuán bajo pecado vil hayamos cometido", anotó.
Observó que la Pascua es un momento propicio "para reconocer todos nuestros errores, nuestros egoísmos, nuestras hipocresías y nuestra maldad inconfesada y nuestros pecados ocultos" y que si uno acoge a Jesús sentirá "el poder y la fuerza de su perdón, que sana el corazón y libera de todo esclavitud".
"Nadie está irremediablemente perdido, nadie está condenado irremediablemente a hacer el mal", agregó.
Báez dijo a los pecadores que, a pesar de sus errores y limitaciones, el encuentro con Dios "nos da fuerza para defender nuestra libertad sin terminar siendo esclavo de ningún ídolo, esclavo de ningún poder humano".
Báez ofreció su homilía antes de viajar a Roma por decisión del papa Francisco en la parroquia Nuestro Señor de Esquipulas, 11 kilómetros al sureste de Managua, donde fue vitoreado por los presentes que gritaron, entre otros, "Silvio, amigo, el pueblo está contigo" y clamaron por "libertad y justicia para Nicaragua"
Báez fue uno de los mediadores del frustrado diálogo nacional que se desarrolló entre mayo y julio de 2018 para superar la crisis y estuvo entre los religiosos heridos durante un ataque de grupos de choque gubernamentales a un templo católico, tras lo cual Ortega acusó a "algunos obispos" del Episcopado de apoyar un supuesto "golpe de Estado fallido".
El obispo, a quien Ortega tildó en una ocasión de "bravucón", ha sostenido que el Gobierno es el principal responsable de la crisis humanitaria que enfrenta Nicaragua como producto de la "represión".
Nicaragua atraviesa una grave crisis que ha dejado 325 muertos desde abril de 2018, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque algunos grupos elevan a 568 las víctimas mortales, mientras que el Ejecutivo solo reconoce 199 y denuncia un intento de golpe de Estado.

El Papa pide a los políticos acabar con la crisis en Venezuela

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco pidió este domingo a los dirigentes políticos de Venezuela que pongan fin a la crisis que azota el país y también urgió a que se propicie una solución pacífica en Nicaragua, en su mensaje de Pascua de este Domingo de Resurrección.

"Que la alegría de la Resurrección llene los corazones de todos los que en el continente americano sufren las consecuencias de situaciones políticas y económicas difíciles. Pienso en particular en el pueblo venezolano: en tantas personas carentes de las condiciones mínimas para llevar una vida digna y segura, debido a una crisis que continúa y se agrava", dijo Francisco.
"Que el Señor conceda a quienes tienen responsabilidades políticas trabajar para poner fin a las injusticias sociales, a los abusos y a la violencia, y para tomar medidas concretas que permitan sanar las divisiones y dar a la población la ayuda que necesita", añadió.
Sobre Nicaragua, Jorge Bergoglio animó a continuar con los esfuerzos "para encontrar lo antes posible una solución pacífica y negociada en beneficio de todos los nicaragüenses".
El pontífice ofreció su mensaje de Pascua desde la logia central de la basílica de San Pedro del Vaticano y lo centró en la importancia de garantizar la paz en el mundo.
Animó a la comunidad internacional a que la propicie, acabando con "la carrera de armamentos y la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente", y también se acordó de los indefensos, los pobres, los desempleados y los marginados.
Se refirió a Siria, donde su pueblo es "víctima de un conflicto que continúa y amenaza con hacernos caer en la resignación e incluso en la indiferencia".
"En cambio, es hora de renovar el compromiso a favor de una solución política que responda a las justas aspiraciones de libertad, de paz y de justicia, aborde la crisis humanitaria y favorezca el regreso seguro de las personas desplazadas, así como de los que se han refugiado en países vecinos, especialmente en el Líbano y en Jordania", subrayó.
Sobre Oriente Medio, lamentó que la región sufra "continuas divisiones y tensiones", deseó que israelíes y palestinos busquen juntos "un futuro de paz y estabilidad" y criticó el conflicto en Yemen, donde especialmente los niños sufren las consecuencias del hambre y de la guerra.
Deseó que "las armas dejen de ensangrentar a Libia, donde en las últimas semanas personas indefensas vuelven a morir y muchas familias se ven obligadas a abandonar sus hogares" e instó a las partes implicadas a encontrar una solución dialogada que ponga fin a la inestabilidad política.
Francisco también pidió que la paz y la reconciliación reine en África, en países como Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria, Camerún y Sudán del Sur, y dirigió un pensamiento especial a Sudán, "que está atravesando un momento de incertidumbre política".
Finalmente, pidió que Ucrania, "que siguen sufriendo el conflicto todavía en curso, encuentren consuelo en esta Pascua".
Tras finalizar su mensaje, impartió la tradicional bendición Urbi et Orbi (para la ciudad y para el mundo) y lamentó seguidamente "la violencia cruel" tras los atentados en Sri Lanka.
Antes, el papa presidió la misa de Domingo de Resurrección desde la Plaza de San Pedro.
El rito comenzó con el canto del "Resurrexit" -que conmemora el regreso de Cristo-, y a él asistieron cardenales, obispos y sacerdotes, y también miles de fieles de diversas partes del mundo.
La plaza de San Pedro quedó decorada con miles de flores procedentes de Holanda, tal y como se hace desde 1985, año en el que un florista holandés decidió realizar esta ofrenda floral al Vaticano cada Domingo de Resurrección.
Este año, fueron 55.000 flores y plantas, entre ellas, 25.000 tulipanes, blancos, rojos y amarillos; 7.000 narcisos, amarillos y blancos; y 6.000 jacintos, azules y blancos; y 1.500 flores de Strelitzia reginae.
El papa llegó a la plaza vaticana hacia las 10.00 horas locales (8.00 GMT), y se dirigió en procesión hacia el altar, donde había sido colocado el icono del Santísimo Salvador conocido como "Acheropita" (que significa no pintado por manos humanas), tal y como ocurre desde el año 2000, cuando se recuperó una tradición perdida hacía 800 años.
Se trata de una de las imágenes más veneradas de la cristiandad y que se conserva en la capilla del "Sancta Santorum", ubicada en el edificio anejo a la basílica de San Juan de Letrán, donde se guarda la Escalera Santa por la que según la tradición subió Jesús durante su pasión.
Mañana el papa Francisco volverá a la plaza de San Pedro para rezar el Regina Coeli, que sustituye al Ángelus en el tiempo de Pascua.

sábado, 20 de abril de 2019

Las intrigas, cenas secretas y mentiras del cónclave en el que se eligió al Papa Francisco, al descubierto

ROMA.- Ya desde la primera votación en la tarde del 12 de marzo de 2013 en la Capilla Sixtina, saltó la sorpresa: el arzobispo de Milán, Angelo Scola, favorito en las quinielas de los papables, era el más votado con 30 papeletas, pero muchas menos de las que se esperaba. El segundo con 26 votos era Jorge Bergoglio.

Cómo se llegó a este, para muchos, sorprendente resultado, las cenas, reuniones e intrigas tras la que al final salió elegido el arzobispo de Buenos Aires, lo cuenta con rigor periodístico y fuentes que desvelaron el secreto del cónclave el periodista irlandés Gerard O'Connell en su libro: La elección del papa Francisco: un relato íntimo del cónclave que cambió la historia.
En forma de diario, el corresponsal en Roma de la revista de la Compañía de Jesús, America Magazine, relata la intrahistoria de este cónclave en el que influyeron cenas secretas, "fake news" (noticias falsas) sobre la salud de Bergoglio y el gesto altruista y decisivo del cardenal Scola.
En la reconstrucción de aquellos frenéticos días, O'Connel reporta cómo los periódicos italianos estaban seguros que Scola entraba en la Capilla Sixtina con cerca de 40 votos.
Sin embargo el veterano vaticanista explica que durante las congregaciones generales, las reuniones de todo el colegio cardenalicio antes del cónclave, "un sentimiento anti-italiano parecía haber comenzado a surgir entre algunos cardenales extranjeros que se dieron cuenta de que casi todos los actores involucrados en el escándalo de Vatileaks eran italianos".
O'Connel revela que hasta el 9 de marzo cuando tocó el turno del discurso de Bergoglio nadie "había hablado hasta ahora de él".
"La inolvidable intervención en español de tres minutos y medio lo catapultó a la pantalla del radar de muchos electores", asegura el autor.
Otra pregunta que surgía en las reuniones previas entre los purpurados era: ¿Necesitamos otro italiano? ¿Necesitamos otro papa teólogo?, escribe.

La cena secreta

De vital importancia para la elección del arzobispo argentino fue la cena secreta que el cardenal Attilio Nicora, que lideraba el grupo anti Scola, celebró en sus casa justo antes de que iniciase el cónclave con 15 o más purpurados latinoamericanos, europeos y asiáticos a quienes convenció de apoyar a Bergoglio, cuenta el vaticanista.
Ya dentro de la Capilla Síxtina, en total aislamiento, según ha podido reconstruir O'Connel, el resultado de la primera votación del cónclave fue de 30 votos para Scola, el preferido de Ratzinger, lejos de los 40 que muchos se esperaban.
El segundo fue Bergoglio elegido por 26 purpurados y el tercero fue el canadiense Marc Ouellet seguido por el estadounidense Sean Patrick O'Malley con 10 y el brasileño Odilo Pedro Scherer, otro de los papables, quedó en 4.
Uno de los cardenales había escrito mal el nombre de Bergoglio en la papeleta y tuvo que ser anulada, por lo que el arzobispo de Buenos Aires habría conseguido 27 votos.
Tras la primera noche de reuniones en la residencia de Santa Marta, en el segundo escrutinio Bergoglio superó a Scola y conquistó 45 votos.
En el almuerzo en Santa Marta algunos cardenales que no querían al jesuita empezaron a difundir que al arzobispo de Buenos Aires le faltaba un pulmón y que no estaba bien de salud.
Cuenta el libro que incluso el español Santos Abril y Castelló se dirigió directamente a Bergoglio durante esa comida para aclarar sus dudas.
El autor revela que después de la tercera esta votación en la que Bergoglio llegó a 56, ante los 41 votos del cardenal italiano, "Scola se quedó atrás con un grupo de cardenales italianos que lo estaban apoyando, incluyendo a Bagnasco, Caffarra y Betori", y les dijo que votasen por el cardenal argentino.
El 13 de marzo por la mañana, los 115 electores volvieron a votar. El resultado fue: Bergoglio, 45 votos; Scola, 38; Marc Ouellet, 24 y en la cuarta elección de la tarde, el arzobispo de Buenos Aires se acercó a los 77 votos necesarios para ser electo.
Otra curiosidad de este cónclave es que la quinta votación debió anularse porque la papeleta de un cardenal quedó pegada a otra y se celebró inmediatamente otra votación en la que finalmente Francisco consiguió 85 votos. Scola quedó con 20; Ouellet, con 8, y Agostino Vallini, con 2.
En la Capilla Sixtina se oyó un fuerte aplauso tras el que Bergoglio se levantó y fue a darle un abrazo a Scola. Su amigo, el brasileño Claudio Hummes se abalanzó sobre él y le susurró: "Acuérdate de los pobres".

El Papa dice que quien rechaza a los homosexuales "no tiene corazón humano"

LONDRES.- El Papa Francisco afirmó que quien rechaza a los homosexuales "no tiene corazón humano", durante una conversación que ha mantenido con el comediante británico Stephen K. Amos y que se emitirá este sábado por la cadena de televisión BBC de Londres.

La BBC publicó en redes sociales un adelanto de esta conversación en la que se puede ver a Amos explicando al papa Francisco que no es creyente y que viajó a Roma "buscando respuestas y fe".
"Pero, como hombre gay, no me siento aceptado", le dice, según se escucha en las imágenes del programa "Pilgrimage: The Road To Rome".
El papa Francisco responde de inmediato que dar "más importancia al adjetivo ('gay') que al sustantivo ('hombre') no es bueno".
"Todos somos seres humanos, tenemos dignidad. Si una persona tiene una tendencia u otra, esto no le quita la dignidad como persona", argumenta el pontífice argentino.
"La gente que decide rechazar a las personas por el adjetivo es gente que no tiene corazón humano", añade, unas palabras que emocionan a Amos.
Amos, gay y ateo, participó en un programa de la BBC que forma parte de una serie llamada "Peregrinaje: La carretera hacia Roma", en la que un grupo de celebridades del Reino Unido viajan desde Canterbury hasta el Vaticano.
Durante la audiencia privada, el papa le aclara que no le está juzgando por su homosexualidad y que la humanidad es más importante que las diferencias en la orientación sexual, un momento de su charla que emociona al cómico.
Amos admite, en declaraciones a otros medios locales sobre esa audiencia, que las palabras de tolerancia del pontífice constituyen una lección para millones de personas.
"Me ha cambiado la vida. Me ha dado fe en los seres humanos. Me ha abierto los ojos sobre no juzgar a las personas religiosas en base a mis propias experiencias negativas", afirmó.
El británico también reconoció que antes de encontrarse con el pontífice "llevaba encima muchísimo dolor. De una manera extraña, (la conversación) me alivió parte de esa tristeza".
"Cuando me fui, sentí alegría en el corazón", agregó Amos.
El papa Francisco ha defendido en numerosas ocasiones la necesidad de respetar a las personas homosexuales y en el viaje de regreso de Brasil en 2013 se preguntó que quién era él para juzgar a los gais.
Por otra parte, el Sínodo de obispos sobre la familia de octubre de 2014 aprobó un extenso documento en el que lanzaba una reflexión sobre problemas de la familia actual, como los divorciados vueltos a casar, y respaldaba una Iglesia católica que acogiera a todos, incluidos los homosexuales.

viernes, 19 de abril de 2019

El papa Francisco dirige el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma


ROMA.- El papa Francisco presidió la procesión del Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma (Italia), que recrea el martirio vivido por Jesús de Nazaret desde su prendimiento hasta su crucifixión y sepultura

Francisco presidió hoy la celebración de la Pasión del Señor


CIUDAD DEL VATICANO.- Este 19 de abril, Viernes Santo, el Papa Francisco presidió la celebración de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.


En la Basílica desprovista de ornamentos e iluminada por una luz tenue en consonancia con la sobriedad de la ceremonia en la que no se celebró la Eucaristía, el Santo Padre, vestido de púrpura en recuerdo de la sangre de Cristo derramada en la Cruz, se postró en el suelo delante del altar para orar durante unos minutos.
Tras esos minutos de silenciosa oración, acompañado de los fieles presentes arrodillados, el Pontífice se puso de nuevo en pie para la liturgia de la Palabra en la que el Evangelio que relata la Pasión de Cristo fue leído completamente en latín.
Además de la oración del Papa ante el altar, un momento de especial emotividad espiritual fue la adoración de la Cruz aclamada tres veces con las palabras “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. ¡Venid a adorarlo!”.


Al igual que en otros años, el predicador de la Casa Pontificia, P. Rainiero Cantalamessa, pronunció la homilía. Esta vez su prédica llevó por título “Despreciado y rechazado por los hombres”.




«Despreciado y evitado de los hombres,

como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos,

ante el cual se ocultan los rostros,

despreciado y desestimado» (Is 53,3).


Son las palabras proféticas de Isaías con las que se ha iniciado la liturgia la palabra de hoy. El relato de la pasión que ha seguido ha dado un nombre y un rostro a este misterioso hombre de dolores, despreciado y rechazado por los hombres: el nombre y el rostro de Jesús de Nazaret. Hoy queremos contemplar al Crucificado precisamente en esta apariencia: como el prototipo y el representante de todos los rechazados, los desheredados y los «descartados» de la tierra, aquellos ante los cuales se gira el rostro hacia otra parte para no ver.

Jesús no ha empezado ahora, en la pasión, a serlo. En toda su vida, él formó parte de ellos. Nació en un establo porque para los suyos «no había puesto en la posada» (Lc 2,7). Al presentarlo en el templo, los padres ofrecieron «un par de tórtolas o dos pichones», la ofrenda prescrita por la ley para los pobres que no podían permitirse el lujo de ofrecer un cordero (cf. Lev 12,8). Un auténtico certificado de pobreza en el Israel de entonces. Durante su vida pública, no tiene «dónde reclinar la cabeza» (Mt 8,20): un sintecho.

Y llegamos a la pasión. En el relato de ella hay un momento en el que no nos detenemos a menudo, pero que es muy significativo: Jesús en el pretorio de Pilato (cf. Mc 15,16-20). Los soldados han observado, en la explanada adyacente, un arbusto de espinos; han cogido un haz y se lo han presionado sobre la cabeza; sobre la espalda todavía sangrante por la flagelación, le han colocado un manto como burla; tiene las manos atadas con una tosca cuerda; en una le han puesto un haz de varas y en la otra una caña, símbolos jocosos de su realeza. Es el prototipo de las personas maniatadas, solas, en manos de soldados y bandidos que desfogan sobre los pobres desgraciados la rabia y la crueldad que han acumulado en la vida. ¡Torturado!

«¡Ecce homo!», ¡He aquí el hombre!, exclama Pilato, al presentarlo poco después al pueblo (Jn 19,5). Palabra que, después de Cristo, puede ser dicha del grupo sin fin de hombres y mujeres humillados, reducidos a objetos, privados de toda dignidad humana. «Si esto es un hombre»: el escritor Primo Levi tituló así el relato de su vida en el campo de exterminio de Auschwitz. En la cruz, Jesús de Nazaret se convierte en el emblema de toda esta humanidad «humillada y ofendida». Vendrían ganas de exclamar: «Despreciados, rechazados, parias de toda la tierra: ¡el hombre más grande de toda la historia ha sido uno de vosotros! A cualquier pueblo, raza o religión que pertenezcáis, tenéis el derecho de reclamarlo como vuestro.

***

El escritor y teólogo afro-americano, Howard Thurman —aquel al que Martin Luther King consideraba su maestro y el inspirador de la lucha no violenta por los derechos civiles— escribió un libro titulado «Jesus and the Disinherited»[1] , Jesús y los desheredados. En él, hace ver lo que representó la figura de Jesús para los esclavos del Sur, de los que él mismo era un descendiente directo. En la privación de todo derecho y en la abyección más total, las palabras del Evangelio que repetía el ministro de culto negro, en la única reunión que se les consentía, daban nuevamente a los esclavos el sentido de su dignidad de hijos de Dios.

En este clima nacieron la mayoría de los cantos espirituales negros que todavía hoy conmueven al mundo[2] . En el momento de la subasta pública habían vivido el desgarro de ver a las esposas separadas de los maridos y a los padres respecto de los hijos, vendidos a dueños diferentes. Es fácil intuir con qué espíritu cantaban bajo el sol o en el interior de sus cabañas: «Nobody knows the trouble I have seen. Nobody knows, but Jesus»: Nadie sabe el dolor que he experimentado; nadie, excepto Jesús».

***

Este no es el único significado de la pasión y muerte de Cristo y ni siquiera el más importante. El significado más profundo no es el social, sino el espiritual y místico. Aquella muerte redimió al mundo del pecado, llevó el amor de Dios al punto más lejano y más oscuro en el que la humanidad se había metido en su huida de él, es decir, en la muerte. No es, decía, el sentido más importante de la cruz, pero es el que todos, creyentes y no creyentes, pueden reconocer y acoger.

Todos, repito, no sólo los creyentes. Si por el hecho de su encarnación el Hijo de Dios se hizo hombre y se unió a toda la humanidad, por el modo en que se produjo su encarnación se ha hecho uno de los pobres y rechazados, ha abrazado su causa. Él mismo se ha encargado de asegurárnoslo cuando solemnemente afirmó que lo que hicimos por el hambriento, el desnudo, el preso, el exiliado, se lo hicimos a él y lo que omitimos hacérselo a ellos no se lo hicimos a Él (cf. Mt 25, 31-46).

Pero no podemos detenernos aquí. Si Jesús solo tuviera esto que decir a los desheredados del mundo, no sería más que uno entre ellos, un ejemplo de dignidad en la desventura y nada más. Más aún, sería una prueba ulterior a cargo de Dios que permite todo esto. Es conocida la reacción indignada de Iván, el hermano rebelde de los hermanos Karamazov, de Dostoievski, cuando el hermano menor, Aliosha, le menciona a Jesús: «¡Ah, se trata del Único sin pecado y de su sangre! No, no me había olvidado de él: y más aún, me maravillaba, mientras se discutía, cómo era posible que tardaras tanto en sacarlo contigo, ya que comúnmente, en los debates, todos los de vuestra parte le ponen a Él ante que cualquier otra cosa»[3] .

Efectivamente, el Evangelio no se detiene aquí; dice también otra cosa, ¡dice que el Crucificado ha resucitado! En él se produjo un vuelco total de las partes: el vencido se ha convertido en vencedor, el juzgado se ha convertido en el juez, «la piedra descartada por los arquitectos se ha convertido en piedra angular» (cf. Hch 4,11). La última palabra no ha sido y no será nunca la de la injusticia y la opresión. Jesús no ha devuelto sólo una dignidad a los desheredados del mundo; ¡les ha dado una esperanza!

En los tres primeros siglos de la Iglesia la celebración de la Pascua no estaba distribuida como ahora, en varios días: Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Pascua. Todo estaba concentrado en un solo día. En la Vigilia pascual se conmemoraba tanto la muerte como la resurrección. Más concretamente, ni la muerte ni la resurrección se conmemoraban como hechos distintos y separados; se conmemoraba, más bien, el tránsito de Cristo de una a otra, de la muerte a la vida. La palabra «Pascua» (pasech) significa tránsito: paso del pueblo hebreo de la esclavitud a la libertad, tránsito de Cristo de este mundo al Padre (cf. Jn 13,1) y tránsito, del pecado a la gracia, de los creyentes en él.

Es la fiesta del vuelco obrado por Dios y realizado en Cristo; es el comienzo y la promesa del único cambio pleno totalmente justo e irreversible en la suerte de la humanidad. ¡Pobres, excluidos, pertenecientes a distintas formas de esclavitud todavía en curso en nuestra sociedad: la Pascua es vuestra fiesta!

***

La cruz contiene también un mensaje para aquellos que están en la otra orilla: para los poderosos, los fuertes, los que se sienten tranquilos en su papel de «vencedores». Y es un mensaje, como siempre, de amor y de salvación, no de odio o venganza. Les recuerda que al final están vinculados al mismo destino de todos; que débiles y poderosos, inermes y tiranos, todos están sometidos a la misma ley y a los mismos límites humanos. La muerte, como la espada de Damocles, pende sobre la cabeza de cada uno, colgada de un hilo. Pone en guardia contra el peor mal para el hombre que es la ilusión de la omnipotencia. No hay que ir demasiado para atrás en el tiempo, basta repensar la historia reciente para darnos cuenta de lo frecuente que es este peligro y a cuántas personas y pueblos lleva a la catástrofe.

La Escritura tiene palabras de sabiduría eterna dirigidas a los dominadores de la escena de este mundo:

«Aprended, gobernantes de toda la tierra...

los poderosos serán examinados con rigor» (Sab 6,1.6).

En la prosperidad el hombre no comprende,

es parecido a las bestias que mueren» (Sal 49,21).

«¿Para qué le sirve al hombre ganar el mundo entero

si luego pierde su alma o se destruye a sí mismo?» (Lc 9,25)

La Iglesia ha recibido el mandato de su fundador de ponerse de la parte de los pobres y los débiles, de ser la voz de quien no tiene voz y, gracias a Dios, es lo que hace, sobre todo en su pastor supremo.

La segunda tarea histórica que las religiones deben, juntas, asumir hoy, además de promover la paz, es no permanecer en silencio ante el espectáculo que está ante la mirada de todos. Pocos privilegiados poseen bienes que no podrían consumir, aunque viviesen incluso siglos enteros y masas aniquiladas de pobres que no tienen un trozo de pan y un sorbo de agua por dar a sus hijos. Ninguna religión puede permanecer indiferente, porque el Dios de todas las religiones no es indiferente ante todo esto.

Volvamos a la profecía de Isaías de la que hemos partido. Comienza con la descripción de la humillación del Siervo de Dios, pero se concluye con la descripción de su exaltación final. Es Dios que habla:

«Por los trabajos de su alma verá la luz […]

Le daré una multitud como parte,

tendrá como despojo una muchedumbre.

Porque expuso su vida a la muerte

y fue contado entre los pecadores,

él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores».

Dentro de dos días, con el anuncio de la resurrección de Cristo, la liturgia dará un nombre y un rostro también en este triunfador. Velemos y meditamos en espera.

El Papa Francisco dedica este Viernes Santo a víctimas de tráfico humano

CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco dedicó el servicio de Viernes Santo a las víctimas del tráfico de personas, un tema que dominará este año el ritual que recrea la crucifixión de Jesús en el Coliseo de Roma previo a la Pascua.

Roma se alistaba temprano para la procesión del Vía Crucis que lidera Francisco. Miles de peregrinos y turistas asisten cada año a la celebración católica.
Las meditaciones de este año, que se leerán en voz alta durante la procesión, fueron compuestas por la monja italiana Eugenia Bonetti, quien trabaja para rescatar a los migrantes y mujeres obligadas a prostituirse por traficantes de personas en las calles de Italia.
Bonetti es una reconocida activista en el tema de la trata humana.
Francisco, que lidera a los 1.300 millones de católicos romanos del mundo, suele referirse a los traficantes de migrantes como “mercaderes de carne humana” que explotan a los más desesperados para su propio beneficio.

jueves, 18 de abril de 2019

El Papa en la Misa Crismal: “Somos ungidos para ir a las multitudes”


CIUDAD DEL VATICANO.- “El Señor nos unge para ir a las diversas multitudes, siguiendo la dinámica de lo que podemos llamar una preferencialidad inclusiva”, lo recordó en su homilía el Santo Padre en la Misa Crismal celebrada en la Basílica de San Pedro este 18 de abril, con la bendición de los Santos óleos y la renovación de las promesas sacerdotales.

“Al ungir bien uno experimenta que allí se renueva la propia unción. Esto quiero decir: no somos repartidores de aceite en botella. Ungimos repartiéndonos a nosotros mismos, repartiendo nuestra vocación y nuestro corazón. Al ungir somos re-ungidos por la fe y el cariño de nuestro pueblo”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía en la Misa Crismal celebrada en la Basílica de San Pedro, con la bendición de los Santos óleos y la renovación de las promesas sacerdotales, al inicio del Triduo Pascual.
En su homilía, el Santo Padre comentando el Evangelio de Lucas que la liturgia presenta para este día, dijo que este relato nos hace revivir la emoción de aquel momento en el que el Señor hace suya la profecía de Isaías. “Los evangelios – señaló el Pontífice – nos presentan a menudo esta imagen del Señor en medio de la multitud, rodeado y apretujado por la gente que le acerca sus enfermos, le ruega que expulse los malos espíritus, escucha sus enseñanzas y camina con Él”.
El Papa Francisco también afirmó que, el Señor nunca perdió este contacto directo con la gente, siempre mantuvo la gracia de la cercanía, con el pueblo en su conjunto y con cada persona en medio de esas multitudes. Lo vemos en su vida pública, y fue así desde el comienzo y también fue así en la Cruz; su Corazón atrae a todos hacia sí: Verónicas, cireneos, ladrones, centuriones. “No es despreciativo el término multitud. Quizás en el oído de alguno, multitud pueda sonar a masa anónima, indiferenciada. Pero en el Evangelio vemos que cuando interactúan con el Señor – que se mete en ellas como un pastor en su rebaño – las multitudes se transforman. En el interior de la gente se despierta el deseo de seguir a Jesús, brota la admiración, se cohesiona el discernimiento.
El Santo Padre en la Misa Crismal invitó a reflexionar acerca de estas tres gracias que caracterizan la relación entre Jesús y la multitud. La primera es la gracia del seguimiento. Dice Lucas que las multitudes «lo buscaban» (Lc 4,42) y «lo seguían» (Lc 14,25), “lo apretujaban”, “lo rodeaban” (cf. Lc 8,42-45) y «se juntaban para escucharlo» (Lc 5,15). El seguimiento de la gente va más allá de todo cálculo, es un seguimiento incondicional, lleno de cariño. Contrasta con la mezquindad de los discípulos cuya actitud con la gente raya en crueldad cuando le sugieren al Señor que los despida, para que se busquen algo para comer. Aquí, creo yo, empezó el clericalismo: en este querer asegurarse la comida y la propia comodidad desentendiéndose de la gente. El Señor cortó en seco esta tentación. «¡Denles ustedes de comer!» (Mc 6,37), fue la respuesta de Jesús; «¡háganse cargo de la gente!».
La segunda gracia que recibe la multitud cuando sigue a Jesús – precisó el Papa – es la de una admiración llena de alegría. La gente se maravillaba con Jesús (cf. Lc 11,14), con sus milagros, pero sobre todo con su misma Persona. A la gente le encantaba saludarlo por el camino, hacerse bendecir y bendecirlo, como aquella mujer que en medio de la multitud le bendijo a su Madre.  Y el Señor, por su parte, se admiraba de la fe de la gente, se alegraba y no perdía oportunidad para hacerlo notar.
La tercera gracia que recibe la gente – señaló el Pontífice – es la del discernimiento. «La multitud se daba cuenta (a dónde se había ido Jesús) y lo seguía» (Lc 9,11). «Se admiraban de su doctrina, porque enseñaba con autoridad» (Mt 7,28-29; cf. Lc 5,26). Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, suscita en la gente este carisma del discernimiento; no ciertamente un discernimiento de especialistas en cuestiones disputadas. Cuando los fariseos y los doctores de la ley discutían con Él, lo que discernía la gente era la autoridad de Jesús: la fuerza de su doctrina para entrar en los corazones y el hecho de que los malos espíritus le obedecieran; y que además, por un momento, dejara sin palabras a los que implementaban diálogos tramposos. La gente gozaba con esto.
El Santo Padre profundizando aún más en la visión evangélica de la multitud, dijo que el Evangelio de Lucas señala cuatro grandes grupos que son destinatarios preferenciales de la unción del Señor: los pobres, los prisioneros de guerra, los ciegos, los oprimidos. Los nombra en general, pero vemos después con alegría que, a lo largo de la vida del Señor, estos ungidos irán adquiriendo rostro y nombre propios. Así como la unción con el aceite se aplica en una parte y su acción benéfica se expande por todo el cuerpo, así el Señor, tomando la profecía de Isaías, nombra diversas “multitudes” a las que el Espíritu lo envía, siguiendo la dinámica de lo que podemos llamar una “preferencialidad inclusiva”.
Los pobres (ptochoi), dijo el Papa, son los que están doblados, como los mendigos que se inclinan para pedir. Pero también es pobre (ptochè) la viuda, que unge con sus dedos las dos moneditas que eran todo lo que tenía ese día para vivir. La unción de esa viuda para dar limosna pasa desapercibida a los ojos de todos, salvo a los de Jesús, que mira con bondad su pequeñez. Con ella el Señor puede cumplir en plenitud su misión de anunciar el evangelio a los pobres. Paradójicamente, la buena noticia de que existe gente así, la escuchan los discípulos. Ella, la mujer generosa, ni se enteró de que “había salido en el Evangelio” —es decir, que su gesto sería publicado en el Evangelio—: el alegre anuncio de que sus acciones “pesan” en el Reino y valen más que todas las riquezas del mundo, ella lo vive desde adentro, como tantas santas y santos “de la puerta de al lado”.
Los ciegos están representados por uno de los rostros más simpáticos del evangelio: el de Bartimeo (cf. Mc 10,46-52), el mendigo ciego que recuperó la vista y, a partir de ahí, solo tuvo ojos para seguir a Jesús por el camino.     ¡La unción de la mirada! Nuestra mirada, a la que los ojos de Jesús pueden devolver ese brillo que solo el amor gratuito puede dar, ese brillo que a diario nos lo roban las imágenes interesadas o banales con que nos atiborra el mundo.
Para nombrar a los oprimidos (tethrausmenous), señaló el Santo Padre, Lucas usa una expresión que contiene la palabra “trauma”. Ella basta para evocar la Parábola, quizás la preferida de Lucas, la del Buen Samaritano que unge con aceite y venda las heridas (traumata: Lc 10,34) del hombre que había sido molido a palos y estaba tirado al costado del camino. ¡La unción de la carne herida de Cristo! En esa unción está el remedio para todos los traumas que dejan a personas, a familias y a pueblos enteros fuera de juego, como excluidos y sobrantes, al costado de la historia.
Finalmente, están los cautivos son los prisioneros de guerra (aichmalotos), los que eran llevados a punta de lanza (aichmé). Jesús usará la expresión al referirse a la cautividad y deportación de Jerusalén, su ciudad amada (Lc 21,24). Hoy las ciudades se cautivan no tanto a punta de lanza sino con los medios más sutiles de colonización ideológica. Solo la unción de la propia cultura, amasada con el trabajo y el arte de nuestros mayores, puede liberar a nuestras ciudades de estas nuevas esclavitudes.

El Papa Francisco dirigiendo su mirada a los sacerdotes dijo que, no tenemos que olvidar que nuestros modelos evangélicos son esta “gente”, esta multitud con estos rostros concretos, a los que la unción del Señor realza y vivifica. Ellos son los que completan y vuelven real la unción del Espíritu en nosotros, que hemos sido ungidos para ungir. Hemos sido tomados de en medio de ellos y sin temor nos podemos identificar con esta gente sencilla. Ellos son imagen de nuestra alma e imagen de la Iglesia. Cada uno encarna el corazón único de nuestro pueblo. “Nosotros, sacerdotes, somos el pobre y quisiéramos tener el corazón de la viuda pobre cuando damos limosna y le tocamos la mano al mendigo y lo miramos a los ojos. Nosotros, sacerdotes, somos Bartimeo y cada mañana nos levantamos a rezar rogando: «Señor, que pueda ver» (Lc 18,41)”.
Antes de concluir su homilía, el Santo Padre confesó que, cuando confirma y ordena le gusta esparcir bien el crisma en la frente y en las manos de los ungidos. “Al ungir bien uno experimenta que allí se renueva la propia unción. Esto quiero decir: no somos repartidores de aceite en botella. Ungimos repartiéndonos a nosotros mismos, repartiendo nuestra vocación y nuestro corazón. Al ungir somos re-ungidos por la fe y el cariño de nuestro pueblo. Ungimos ensuciándonos las manos al tocar las heridas, los pecados y las angustias de la gente; ungimos perfumándonos las manos al tocar su fe, sus esperanzas, su fidelidad y la generosidad incondicional de su entrega”.
Que, metiéndonos con Jesús en medio de nuestra gente, el Padre renueve en nosotros la efusión de su Espíritu de santidad y haga que nos unamos para implorar su misericordia para el pueblo que nos fue confiado y para el mundo entero. Así la multitud de las gentes, reunidas en Cristo, puedan llegar a ser el único Pueblo fiel de Dios, que tendrá su plenitud en el Reino.

Francisco celebra el Jueves Santo con los reclusos de Velletri


CIUDAD DEL VATICANO.- El jueves 18 de abril, en torno a las cinco de la tarde, el Papa Francisco presidió la Misa de la Cena del Señor con la que damos inicio a la celebración del Triduo Pascual en el Centro Penitenciario de Velletri, ubicado a unos 60 kilómetros de Roma, junto a los reclusos, el personal civil y los agentes de policía de prisiones.

En la celebración eucarística el Papa lavó los pies a un grupo mixto de doce reclusos conmemorando el gesto de Jesús con sus discípulos en la Última Cena. El Pontífice llegó a las 16.30 horas al centro penitenciario y fue recibido por la directora, Maria Donata Iannantuono, la subdirectora, Pia Palmeri, la comandante de la policía penitenciaria, Maria Luisa Abbossida y el capellán, Don Franco Diamante.

Jueves Santo con el Señor

Es la quinta vez que Francisco celebra la Misa “in Coena Domini” en una prisión. Ya lo había hecho en las localidades romanas de Rebibbia, Paliano y Regina Coeli. La estructura que el Santo Padre visitó alberga a 577 personas, 50 de las cuales se encuentran en prisión. Es un instituto de seguridad media con dos secciones de precaución, una destinada a las antiguas colaboradoras de la justicia (la única en Italia) y otra de salud mental. El 60% de la población carcelaria es extranjera.
Los reclusos de Velletri recibieron al Santo Padre con gran emoción y celebraron con profundo recogimiento la Misa del Jueves Santo, día en el que Jesús instituyó la Eucaristía y el mandamiento universal de “amarnos los unos a los otros como Él primero, nos ha amado”.

Mirar a Jesús quien carga la cruz con amor

Francisco pronunció una homilía de manera espontánea, sin discurso, hablando desde el corazón conmovido ante los rostros de los allí presentes: cada uno de ellos carga a cuestas su historia de vida, sus dolores y penas; en definitiva su propia cruz. En este caminar llevando las propias cruces humanas, los cristianos estamos invitados a fijar nuestra mirada en Jesús, y seguir su ejemplo, quien a pesar de no tener pecado, aceptó con dignidad y con amor el fatigoso peso de su cruz, ofrecido por la salvación de la humanidad.

Homilía del Papa

Contemplando este misterio del Hijo de Dios, cada cristiano encuentra la fuerza y la esperanza para caminar siempre hacia adelante, siempre hacia la luz y eso es lo que Francisco transmitió a los reclusos en este Jueves Santo. A continuación compartimos la transcripción de la homilía del Papa.
«Os saludo a todos y os doy las gracias por vuestra acogida.
Hace unos días recibí una bonita carta de un grupo de ustedes que no estarán aquí hoy, pero que han dicho cosas tan hermosas. Gracias por lo que escribieron. En esta oración estoy muy unido a todos: a los que están aquí y a los que no están.
Hemos escuchado lo que Jesús hizo en la Última Cena. Es interesante. El Evangelio dice: "Sabiendo Jesús que el Padre lo había puesto todo en sus manos", es decir, que Jesús tenía todo el poder, todo. Y entonces, comenzó a hacer este gesto de lavar los pies. Era un gesto de los esclavos de la época, porque no había asfalto en las calles y la gente, cuando llegabaa un lugar, tenía polvo en los pies; cuando llegaban a una casa para una visita o un almuerzo, estaban los esclavos que les lavaban los pies. Y Jesús hace este gesto: les lava los pies. Hizo un gesto como un esclavo: Él, que tenía todo el poder, Él, que era el Señor, hizo el gesto como un esclavo.
Y luego aconsejó a todos: "Haced este gesto entre vosotros", es decir, serviros unos a otros, ser hermanos en el servicio, no en la ambición de los que dominan al otro o de los que pisotean al otro o de los que... no: servicio, servicio. ¿Necesitas algo, un servicio? Lo haré por ti. Esto es la hermandad. La fraternidad es humilde, siempre: está en servicio.
Y ahora yo voy a hacer este gesto -la Iglesia quiere que el obispo lo haga cada año, una vez al año, al menos el Jueves Santo- para imitar el gesto de Jesús y también para hacer el bien a sí mismo con el ejemplo, porque el obispo no es el más importante: el obispo debe ser el más servidor. Y cada uno de nosotros debe servir a los demás. Esta es la regla de Jesús y la regla del Evangelio: la regla del servicio, no de la dominación, de hacer el mal, de humillar a los demás. Servicio.
Una vez, cuando los apóstoles discutían entre sí, discutían "quién es el más importante entre nosotros", Jesús tomó a un niño y dijo: "El niño. Si vuestro corazón no es como el corazón de un niño, no seréis mis discípulos. Un corazón de niño, sencillo, humilde, pero servidor. Y ahí añade algo interesante que podemos conectar con este gesto de hoy. Dice: "Tengan cuidado: los líderes de las naciones dominan. Ellos dominan. No tiene que ser así entre ustedes. El más grande debe servir al más pequeño. El que se sienta más grande, debe ser un siervo". Nosotros también debemos ser servidores. Es verdad que hay problemas en la vida: discutimos entre nosotros... pero esto debe ser algo que pasa, algo temporal, porque en nuestros corazones debe haber siempre este amor de servir al otro, de estar al servicio del otro.
Y que este acto que haré hoy sea para todos nosotros un gesto que nos ayude a ser más servidores unos de otros, más amigos, más hermanos.... más hermanos en el servicio. Con estos sentimientos, continuamos la celebración con el lavado de los pies.

martes, 16 de abril de 2019

El diablo no está afuera / Luis Mauri *

Seis años después de su relevo al frente de la Iglesia católica, Benedicto XVI cree haber hallado una causa específica de la pandemia de pederastia eclesial. El papa emérito vincula a la herencia del Mayo del 68 las incontables agresiones sexuales cometidas por sacerdotes contra niños y niñas en todo el mundo. 

¿Qué fue aquel Mayo? Los sesentayochistas no tomaron el poder ni derribaron el orden social ni transformaron las estructuras económicas y políticas. No había playas bajo los adoquines de París, Praga, Berkeley o México DF. O más bien no hubo la fuerza ni la determinación necesarias para desenterrarlas. No fue una revolución porque no cambió la raíz del sistema. Pero nada volvió a ser igual desde entonces.

El Mayo del 68 no revolucionó el modo de producción ni las relaciones de dominación política y social, pero su vigoroso acento antiautoritario transformó superestructuras sociales como la familia y la enseñanza. Liberó a los ciudadanos de castrantes corsés morales, como el que les impedía un desarrollo sexual libre y sano. Dio peso a la izquierda no autoritaria, prendió el movimiento ecologista e impulsó una nueva ola feminista. E invistió a la juventud como nuevo sujeto revolucionario de la historia.

Brecha generacional

El proletariado, que había sido el motor de las luchas sociales desde el siglo XIX, fue relevado en esta función por un nuevo agente social. La brecha generacional sustituyó a la lucha de clases, en expresión del periodista Joaquín Estefanía (Revoluciones. Galaxia Gutenberg, 2018). La juventud, y no la clase obrera, ha configurado también la vanguardia de los estallidos de rebeldía posteriores en Occidente: la altermundialidad (1999) y los indignados (2011).

Esto fue el Mayo del 68. Pero ahora parece que hay que añadir a ese legado ideológico un efecto demoníaco, un impulso irresistible que habría convertido a cientos o miles de sacerdotes en violadores de niños y niñas. La idea de Benedicto XVI, publicada con el conocimiento de la Secretaría de Estado de la Santa Sede y del papa Francisco, es más endeble que un azucarillo en una taza de té caliente. La relación de escándalos de pederastia eclesial previos a 1968 es interminable, pero bastarán tres casos. Más que nada, para no asquear de forma excesiva a nadie.

Delincuentes sexuales

En Irlanda, diversos informes oficiales han concluido que cientos de religiosos abusaron de más de 25.000 menores desde 1922 hasta finales del siglo XX. No solo hubo violaciones; también palizas, explotación infantil y adopciones irregulares. Uno de los más repugnantes depredadores de la Iglesia irlandesa fue el canónigo Brendan Smyth. Su historial como delincuente sexual empieza en los años 50.

Un gran jurado de Pensilvania (EEUU) ha revelado que más de 300 sacerdotes católicos abusaron de más de un millar de niños y niñas al menos desde finales de los años 40.

En Alemania, el coro infantil de la catedral de Ratisbona era una mazmorra medieval en pleno siglo XX. Un informe oficial ha revelado que al menos 547 niños del coro sufrieron agresiones sexuales y maltrato físico a manos de religiosos al menos desde 1953 y hasta 1992. Un dato: Georg Ratzinger, hermano de Benedicto XVI, dirigió el coro de la catedral bávara entre 1964 y 1994.

Víctimas frustradas

Benedicto XVI no fue el papa más insensible a la plaga de los curas abusadores de niños. Fue el primer pontífice que reconoció la existencia de esta lacra y esbozó una petición de perdón. Bien es cierto que lo hizo bajo la presión creciente de la opinión pública internacional, conmovida por la ruptura del silencio de millares de víctimas en todo el mundo.

Pero tanto las actuaciones de Benedicto XVI como las de su sucesor, Francisco, han resultado frustrantes para las víctimas, que han deplorado la falta de coraje y de determinación de ambos. La última decepción fue la cumbre contra la pederastia celebrada el pasado febrero en el Vaticano: la cita no alumbró medidas concretas y efectivas, solo buenas palabras.

El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, aseguraba días atrás a un reducido grupo de periodistas que la voluntad renovadora de Francisco es inequívoca. "Avanzamos poco a poco". ¿Poco a poco? La historia viaja a velocidad de vértigo desde 1914, y aún infinitamente más rápido desde las dos últimas décadas del siglo XX. 

En medio de esta corriente torrencial, evolucionar poco a poco se antoja un propósito vano. Si la progresión no adopta un ritmo y una voluntad compatibles con la veloz transformación de la sociedad y sus demandas, el riesgo de desaparecer engullido por el torbellino se multiplica. Sobre todo cuando se insiste en camuflar la responsabilidad histórica de la Iglesia bajo el señuelo de un demonio exterior. No, el diablo, este diablo, no está afuera.


(*) Periodista español


https://amp.elperiodico.com/es/opinion/20190415/el-diablo-no-esta-afuera-articulo-luis-mauri-sacerdotes-pederastas-abusos-sexuales-ninos-vaticano-7408358

domingo, 14 de abril de 2019

Breve manual de instrucciones para entender la Unión Europea


MADRID.- La Unión Europea es un proyecto político único en su especie. Tanto es así que para muchos su modelo institucional no siempre resulta sencillo de entender. Explicamos brevemente cuáles son y cómo funcionan las principales instituciones europeas y qué perspectivas de futuro presenta la principal organización internacional del Viejo Continente, relata https://elordenmundial.com.

Señalaba Henri Brugmans, uno de los padres intelectuales de la Unión Europea, que en un proyecto como Europa únicamente los visionarios son realistas. Y, efectivamente, a tenor del trasfondo histórico de sus palabras y de la complejidad de la reconstrucción y reconciliación europea que se avecinaba tras el final de la Segunda Guerra Mundial, podría parecer descabellado soñar con algo lejanamente parecido a una unión de los pueblos de Europa. Por ello, para impulsar una iniciativa de este calibre hicieron falta al menos dos grandes ingredientes políticos: pragmatismo y creatividad.
El primer elemento lo ofreció la Declaración Schuman de 1950 y sus ya célebres tesis funcionalistas: “Europa no se hará de golpe, sino mediante realizaciones concretas que den lugar a solidaridades de hecho”. El segundo, más ambicioso si cabe, lo planteó Jean Monnet al introducir la idea de supranacionalidad en un contexto todavía marcado por los debates del Congreso de La Haya de 1948. En este congreso se dieron cita los partidarios de una Europa federal, herederos del Manifiesto Ventotene de 1941 y del espíritu del primer ministro británico Winston Churchill en su célebre discurso de Zúrich en 1946, y los unionistas, defensores de una Europa fundada en la cooperación soberana de los pueblos. Se libraron intensos debates sobre el futuro del continente, hasta el punto de que la tensión entre ambas posturas, enfrentadas por los límites de la soberanía nacional, es considerada como la raíz de muchos debates que todavía se producen. Pero, ante todo, constituiría el origen de la complejidad institucional de la Unión Europea del siglo XXI.

El nacimiento del sistema institucional europeo

La originalidad histórica del modelo institucional europeo tiene su punto de partida en el hecho de que, iniciado como un proceso de paz entre antiguos enemigos, las entonces Comunidades Europeas se irían convirtiendo con el tiempo en algo más que una organización internacional y en algo menos que un Estado nacional clásico. Efectivamente, el sistema institucional comunitario nace en el Tratado de París de 1951 como un intento de reconciliar el continente gracias al establecimiento de una Comunidad Económica del Carbón y del Acero (CECA) para gestionar bajo una autoridad supranacional la cuenca del Ruhr, epicentro de diversos enfrentamientos franco-alemanes desde el siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial. A partir de ahí, se desarrollarían nuevas piezas en este incipiente entramado institucional con la adopción del Tratado de Roma en 1958 y la consiguiente creación de las Comunidades Económicas Europeas y Euratom —la Comunidad Europea de la Energía Atómica—, cuyas direcciones se fusionaron posteriormente con la de la CECA en el Tratado de Bruselas de 1965. Se formaba así el antecedente directo de la actual Unión Europea.
El panorama institucional iba haciéndose, de esta forma, poco a poco más complejo. Pero La Haya seguía omnipresente: a principios de los años 60, países recelosos del proyecto supranacional comunitario —caso clásico del Reino Unido— trataban de articular, sin demasiado éxito, un espacio soberano de libre comercio alternativo a las Comunidades Europeas conocido como Asociación Europea de Libre Comercio (AELC o EFTA). Tampoco todos los miembros del proyecto europeo eran necesariamente partidarios de las renuncias a la soberanía, como mostró el rechazo del presidente francés Charles de Gaulle al Plan Pleven y la Comunidad Europea de Defensa o la crisis de la silla vacía de 1966. Pese a ello, las instituciones europeas siguieron evolucionando en los años 70 y 80 creando nuevas estructuras, integrando nuevas ampliaciones —incluida, paradójicamente, la del Reino Unido— y ajustándose institucionalmente al siempre delicado equilibrio entre órganos supranacionales e intergubernamentales. 
Los años 90 y principios de los 2000 fueron una época de bonanza para el espíritu federalista. Pese a que las ampliaciones suponían un reto para continuar profundizando la integración europea, la comunitarización de competencias no hizo sino aumentar gracias a la aplicación del Acuerdo de Schengen en 1990, la adopción del ambicioso Tratado de Maastricht —que, entre otras cuestiones, como el reforzamiento de la cooperación en asuntos de justicia e interior, permitía el establecimiento en 1993 de una Política Exterior de Seguridad Común (PESC)— o la compleción de la última fase de la Unión Económica y Monetaria con la entrada en vigor del euro en 2002, cuyo control recaería desde entonces de forma exclusiva en el Banco Central Europeo. El pulso entre las dos almas europeas, la intergubernamental y la federalista, parecía comenzar a decantarse lenta, pero imparablemente, del lado de esta última. Ello pese a que los tratados de Ámsterdam (1999) y Niza (2001) fueran relativamente modestos en lo que a la profundización de competencias se refiere, lo que se explica en parte por la necesidad de hacer frente al reto de las inminentes ampliaciones hacia el este de 2004 y 2007, las mayores de la Historia de la integración europea.
Sin embargo, el fracaso del Tratado Constitucional de 2005 tras el rechazo en referéndum popular de Francia y Países Bajos pronto se mostró como el preámbulo hacia un cambio de tendencia en el continente. Esto no fue óbice para que se aprobase en 2007 el Tratado de Lisboa —en vigor desde 2009—, pero sin duda constituyó un aviso de que la época dorada del europeísmo federalista podía estar comenzando a llegar a su fin. En la última década, la crisis económica y financiera, los desafíos migratorios, el auge de los nacionalismos o la salida británica del proyecto europeo han favorecido una relativa parálisis del proceso reformista comunitario. Pese a ello, el Tratado de Lisboa lograría introducir algunas novedades importantes en el sistema institucional europeo y profundizar las competencias comunitarias. Además, desde un punto de vista jurídico, sigue siendo la referencia para entender el sistema institucional actual de la UE.
Para ampliar: “Los Estados Unidos de Europa”, Álex Maroño en El Orden Mundial, 2018

Las instituciones comunitarias

La UE está formada por siete grandes instituciones: la Comisión Europea, el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo, el Consejo de la Unión Europea, el Banco Central Europeo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y el Tribunal de Cuentas. Pero no todas estas instituciones tienen la misma naturaleza. Mientras que algunas a veces se catalogan como instituciones comunitarias por no depender directamente de los Estados miembros, otras se suelen considerar intergubernamentales en tanto controladas por ellos. Sin embargo, pese a sus diferencias, todas las instituciones están en cierto sentido interrelacionadas en un mismo engranaje jurídico-político que comparte valores comunes como la democracia, la libertad o el Estado de derecho y que puede producir normas jurídicamente vinculantes para todos los miembros e instituciones, normas que, además, forman un auténtico ordenamiento jurídico autónomo sometido a órganos jurisdiccionales europeos propios, como el TJUE. Ahora bien, en la actualidad, al hablar de instituciones de origen comunitario, lo habitual es referirse a las dos más relevantes políticamente: el Parlamento Europeo y la Comisión Europea.
El Parlamento Europeo aspira a ser la encarnación asamblearia del pueblo europeo y hoy por hoy, presidido por el italiano Antonio Tajani, del Partido Popular Europeo (PPE), tiene como función principal actuar como colegislador junto con el Consejo de la Unión Europea en la adopción de las distintas leyes comunitarias y aprobar el presupuesto de la UE. Sin embargo, el Parlamento también es el órgano que da voz a los ciudadanos europeos y busca asegurar una representación adecuada del cuerpo electoral de los Estados miembros. Por esta razón, el Parlamento, que consta de 751 escaños —cifra que, cuando se consume el brexit, se reducirá a 705—, es elegido cada cinco años por la ciudadanía europea. Además, aunque iniciativas recientes como la de establecer listas transnacionales o paneuropeas para las elecciones de 2019 hayan sido bloqueadas por el momento, el hecho de que sus diputados se agrupen por familias ideológicas —como el PPE— y no por países de origen muestra a todas luces el espíritu supranacional de esta institución y su voluntad de representar los intereses y las sensibilidades políticas de 500 millones de habitantes.
La Comisión Europea, por su parte, está formada por una secretaría, 28 comisarios —aunque desde 2014 está previsto reducir esta cifra a dos tercios del número de Estados miembros para garantizar su supranacionalidad—, una vicepresidenta —la alta representante de la UE, Federica Mogherini, del grupo socialista-demócrata— y un presidente, el luxemburgués Jean Claude Juncker (PPE), que dirige la institución y fue elegido mediante el novedoso y polémico sistema del spitzenkandidat —’candidato principal’—, en virtud del cual corresponde a los grupos políticos del Parlamento Europeo y no a los Estados miembros proponer a sus candidatos y el más votado obtiene el cargo. La principal función de la Comisión es dar impulso político a la Unión y, en este sentido, dispone de iniciativa ejecutiva, pero ante todo legislativa, es decir, puede proponer proyectos de texto normativo que posteriormente los colegisladores deberán aprobar, modificar o rechazar siguiendo los procedimientos ordinarios o especiales previstos en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que, junto al Tratado de la UE, el de Euratom y la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, configura el marco jurídico del Derecho originario europeo. Además, la Comisión es políticamente responsable ante el Parlamento Europeo, que por mayoría de dos tercios puede presentar una moción de censura en su contra.

Las instituciones intergubernamentales

Aunque la Unión Europea tenga por definición una vocación supranacional, sus Estados miembros siguen gozando de importantes poderes y competencias para marcar el rumbo de la organización. Cuando hablamos de instituciones intergubernamentales, las más importantes son dos: el Consejo de la Unión Europea y el Consejo Europeo. Pero, antes de entrar a analizar muy brevemente qué hace cada una, resulta imperativo aclarar previamente que, aunque tengan nombres parecidos, ni son lo mismo ni deben confundirse con el Consejo de Europa, institución que no forma parte del sistema de la Unión Europea, sino que es una organización regional formada por 47 Estados del continente europeo en su conjunto —entre ellos, Rusia—.
Hecha esta distinción, hay que comenzar señalando que el Consejo Europeo es una institución con sede en Bruselas que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de los distintos países que integran la Unión. Desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, dispone además de un presidente permanente —actualmente, el polaco Donald Tusk (PPE)—. El Consejo Europeo tiene funciones especialmente relevantes en materias institucionales, de reforma de los tratados, PESC, gobernanza económica de la Unión Económica y Monetaria, cooperación policial y judicial en el espacio de libertad, seguridad y justicia o en la adopción del marco financiero plurianual, entre otras. Sus decisiones tradicionalmente se han adoptado por unanimidad, lo que ralentiza la articulación de posiciones comunes y, a cambio, las dota de gran legitimidad, aunque en los últimos años se ha flexibilizado este sistema en algunas áreas, como el nombramiento de candidatos para determinados puestos en las instituciones europeas.
La otra gran institución intergubernamental es el Consejo de la Unión Europea. Este órgano, cuya sede también se encuentra en Bruselas, tiene un rango fundamentalmente ministerial —aunque cabe destacar las labores de los diferentes comités y grupos de trabajo integrados por funcionarios de los Estados miembros— y está formado por una presidencia rotatoria que le corresponde ejercer de manera semestral a uno de los Estados miembros de la Unión —actualmente, Rumanía—, una secretaría y distintas formaciones especializadas en asuntos de interés comunitario. Es precisamente en esas formaciones donde se reúnen habitualmente los ministros de cada materia de los países de la Unión. Por ejemplo, en la formación del Ecofin se reúnen los ministros de Economía y Finanzas, en el Consejo de Asuntos Exteriores —presidido por la alta representante de la UE— lo hacen los ministros de Exterior, y así sucesivamente. Como ya se ha adelantado, el Consejo de la UE tiene funciones muy importantes en tanto colegislador al mismo nivel —salvo en los procedimientos legislativos especiales— que el Parlamento Europeo. Al igual que ocurre en tantas otras estructuras comunitarias —véase la figura híbrida de la alta representante—, los puentes entre instituciones de inspiración comunitaria e intergubernamental son muy recurrentes en la arquitectura operativa comunitaria. 

¿De las reformas necesarias a las reformas posibles?

No son pocos los que durante años han lamentado, dentro y fuera de Europa, la complejidad para entender los entresijos del sistema institucional comunitario. “¿A qué teléfono debo llamar si quiero hablar con Europa?”, se preguntaba el entonces secretario de Estado de los EE. UU. Henry Kissinger en la década de los 70 aludiendo a las dificultades para entablar contacto con el complejo aparato institucional de las Comunidades Europeas. Aunque hoy ese teléfono ya existe gracias a la lenta pero progresiva simplificación institucional de la UE y a la creación de figuras como la alta representante para la PESC, es cierto que la arquitectura organizativa europea sigue arrastrando un aura de incomprensibilidad para numerosos observadores internacionales y ciudadanos europeos. Pero la lógica institucional europea es simplemente el reflejo de dos almas que históricamente, y pese a sus diferencias, han sabido conciliarse, aunque generalmente fuese a golpe de crisis.
Sin embargo, en los últimos años la multiplicación y convergencia de crisis económicas, migratorias, sociales, políticas y seguritarias de la Unión y sus regiones colindantes ha complicado como nunca la profundización del proyecto comunitario: desde el de Lisboa no ha habido capacidad política ni indicios que apunten a la posibilidad de alumbrar un nuevo tratado que permita ahondar en la cesión de soberanía de los Estados a favor de instituciones con mayores atribuciones comunitarias. Aunque algunos Estados han reivindicado la necesidad de europeizar, por ejemplo, competencias actualmente compartidas, como la política migratoria, para hacer frente a este desafío de manera europea, las crecientes divisiones entre posiciones soberanistas y federalistas en el seno de la UE limitan cualquier posibilidad de reforma.
El sistema institucional europeo vuelve a enfrentarse, por tanto, a sus viejos debates existenciales: ¿ampliar Europa u optar por profundizarla? ¿Reforzar modelos de cooperación soberana o fomentar una mayor integración? ¿Soberanía nacional o soberanía compartida? La lógica institucional europea, original y compleja por definición, seguirá sujeta sin duda a estos dilemas durante los próximos años. La habilidad para conciliar y, en lo posible, acoplar intereses nacionales y europeos será la clave para asegurar el éxito de las instituciones europeas. Ahora bien, mientras países como Francia, España o incluso Alemania buscan forman un G3 con mayores ambiciones de profundización y fortalecimiento europeísta tras el brexit, otros apuestan por lógicas distintas, como es el caso de los Estados de la denominada Nueva Liga Hanseática —formada por países del norte, Países Bajos e Irlanda—, o directamente opuestas, como el Grupo de Visegrado —formado por Hungría y otros países del este—. 
En este sentido, las próximas elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2019 y la gestión institucional de futuras ampliaciones potenciales en los Balcanes revestirán una especial importancia para calibrar la dirección que seguirá el proceso de construcción europea en los próximos años. El lema de la Unión Europea es “Unidos en la diversidad”. Habrá que ver si los países que integran este amplio proyecto están a la altura de este compromiso de unidad y logran reforzar la funcionalidad de las instituciones para gestionar adecuadamente los retos que enfrenta una casa tan plural y heterogénea como la europea.