martes, 26 de mayo de 2020

El Papa reanuda este domingo la oración del Ángelus desde la ventana del Vaticano


CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco reanudará su tradicional oración del Ángelus el domingo a mediodía desde la ventana del Palacio Apostólico en Roma, antes de que se anunciara hoy el encuentro de los fieles, que han sido autorizados a reunirse de nuevo en la Plaza de San Pedro.

Desde el confinamiento de Italia, respetado por el Estado vaticano, el jefe de la Iglesia Católica hablaba todos los domingos dentro del palacio y podía ser seguido por los fieles en vivo por video.

El Papa Francisco dio hoy un breve saludo en la ventana, especialmente a los fotógrafos y algunos de los fieles situados a la distancia detrás de las barreras de la Plaza de San Pedro.

La policía que vigila el lugar se asegurará el domingo de que los fieles y los espectadores respeten las distancias de seguridad de al menos un metro para evitar la propagación del nuevo coronavirus, dijo la Santa Sede.

Previamente, a las 10:00 hora local del domingo, el Papa celebrará una misa de Pentecostés dentro de la Basílica de San Pedro, pero sin los fieles.

El sábado, Francisco rezará en los jardines del Vaticano por todos los afectados por la pandemia, en un evento transmitido por la red de televisión Mundovisión.

El domingo pasado, un centenar de personas ya se habían concentrado en la Plaza de San Pedro, respetando las distancias de seguridad para seguir las palabras del Papa a través de una pantalla gigante.

También pudieron aplaudir al Papa, que vino a saludarlos brevemente en la ventana.

A nivel mundial, según una evaluación de la agencia de noticias francesa AFP, la pandemia covid-19 ya ha causado más de 346.000 muertes e infectado a más de 5,5 millones de personas en 196 países y territorios. Casi 2,2 millones de pacientes se han considerado curados.

Fátima se prepara para recibir a los fieles después de "un largo y doloroso período de tiempo"


FÁTIMA.- El rector del Santuario de Fátima, en el municipio de Ourém, distrito de Santarém, invitó hoy martes a los fieles a volver a las celebraciones comunitarias, a partir del sábado, "con seguridad", después de un "largo tiempo doloroso" debido a la pandemia covid-19, según informa la agencia Lusa.

En un mensaje de vídeo hecho público, Carlos Cabecinhas invita a los peregrinos a volver a la Cova da Iria, en Fátima, en lo que él considera "un nuevo tiempo".

"Me gustaría invitarle a venir al Santuario de Fátima. Estaremos esperando para darle la bienvenida a salvo. Todos ustedes serán bienvenidos", dice el Rector.

Carlos Cabecinhas recuerda el "largo y doloroso período de tiempo" impuesto por la pandemia, que "privó a las personas de cumplir con su rutina diaria y de participar en la Eucaristía", impidiendo incluso la celebración de la Pascua en comunidad.

"No pudimos ir en peregrinación a Fátima los días 12 y 13 de mayo. Hicimos estos sacrificios en nombre de un bien mayor: la salud de todos nosotros", dice en el mensaje, considerando que es hora de que los cristianos reanuden "la vida normal", es decir, que "vivan su fe en comunidad, respetando las reglas para la preservación de la salud pero en comunidad".

El Rector del Santuario de Fátima considera que el momento actual es "una oportunidad para vivir la fe con entusiasmo y en comunidad", como lo han hecho "los santos pastores".

En Fátima, el regreso a la actividad se hará "con las reglas de seguridad ya definidas", concentrando la mayor parte de las misas del programa oficial, de lunes a domingo, en la Basílica de la Santísima Trinidad. La excepción son las misas de las 11:00 del fin de semana, celebradas en la Sala de Oración, así como la misa de las 3:00 del domingo.

"Será necesario respetar los procedimientos y observar la distancia física recomendada incluso en el recinto", advierte Carlos Cabecinhas.

Las celebraciones en la Capilla de las Apariciones también se reanudarán, con el rosario a las 12:00 y 18:30. Las celebraciones oficiales terminarán diariamente con un rosario a las 21:30.

Durante la semana, la Eucaristía de las 12:30 también se celebrará en la Capilla de las Apariciones.

Las misas que habitualmente se celebran durante la semana en la Capilla de las Apariciones, en italiano, inglés y español, no se celebrarán así como la procesión del Santísimo Sacramento el domingo.

Dentro de los espacios cerrados es obligatorio llevar una máscara y limpiarse las manos de antemano. Durante las celebraciones, la máscara sólo debe quitarse en el momento de la comunión, que se seguirá dando en la mano, informa el Santuario.

Los peregrinos deben respetar todas las indicaciones de los huéspedes de bienvenida, especialmente en las filas para la comunión y en la ocupación de los asientos, dentro de los espacios de culto y oración.

Las capillas de la Reconciliación y la Adoración mantienen los horarios habituales, y los peregrinos deben observar todas las reglas de distancia, etiqueta de respiración e higiene.

La Bendición de Vehículos tendrá lugar semanalmente, del 31 de mayo al domingo, en el parque 12, junto al Centro Pastoral de Pablo VI, a las 12:45 y 17:00.


Una mirada sobre el primer año de Francisco / Roberto de Mattei *

El 11 de febrero de 2013 es una fecha que ha entrado ya en la historia. Ese día Benedicto XVI comunicó su decisión de renunciar al pontificado a una asamblea de cardenales atónitos. El anuncio fue recibido como “un rayo en un cielo sereno”,  según las palabras de respuesta al papa del cardenal decano, Angelo Sodano, y la imagen de un rayo que ese mismo día descargó sobre la Basílica de San Pedro dio la vuelta al mundo. 

La abdicación sobrevendría el 28 de febrero, pero antes Benedicto XVI comunicó su deseo de permanecer en el Vaticano como papa emérito, hecho que nunca había sucedido hasta ahora y más sorprendente aún que el anuncio de la abdicación. En el mes transcurrido entre el anuncio y el cónclave que se inició el 12 de marzo, fue preparada la elección del nuevo pontífice, aunque se presentó al mundo como inesperada.

 Más que la identidad del elegido, el argentino Jorge Mario Bergoglio, sorprendió el nombre por él elegido, Francisco, casi como queriendo presentarse como un unicum, y su primer discurso golpeó, cuando, tras saludar con un coloquial “buenas tardes”, se presentó como “obispo de Roma”, título que corresponde al papa, pero después de el de Vicario de Cristo y sucesor de Pedro, que constituyen su fundamento. 

La fotografía de dos papas rezando juntos, el 23 de marzo en Castelgandolfo, ofreciendo la imagen de una “diarquía” pontificia inédita, aumentó la confusión de aquellos días. Pero si eso era solo el inicio. Luego viene la entrevista del regreso de Río de Janeiro, el 28 de julio de 2013 con las palabras “¡quien soy yo para juzgar!”, destinadas a ser utilizadas para justificar cualquier transgresión. 

Siguieron las entrevistas del Papa Francisco al director de la “Civiltá Cattolica”, en septiembre y la dada al fundador del diario “La Repubblica”, en octubre, que tuvieron un impacto mediático superior a su primera encíclica Lumen Fidei. Se dice que no fueron actos de Magisterio, pero todo lo que sucede ahora en la Iglesia es producto, sobre todo de estas entrevistas que tomaron carácter magisterial de hecho, si bien no de derecho. 

El encuentro entre los cardenales Ludwig Müller, prefecto de la Congregación de la Fe y el cardenal arzobispo de Tegucigalpa, Oscar Rodríguez Maradiaga, coordinador de los consejeros para la reforma del Papa Francisco, ha traído la confusión al extremo. 

La doctrina tradicional, según Maradiaga, no es suficiente para ofrecer “respuesta al mundo de hoy”. Ella se mantendrá, pero son los “desafíos pastorales” adaptados a los tiempos a los cuales no se puede responder “con el autoritarismo ni el moralismo”, porque esta no es “la nueva evangelización”

A las declaraciones del Card. Maradiaga han sucedido los resultados de la encuesta sobre la pastoral familiar promovida por el Papa para el Sínodo de los obispos del 5 al 19 de octubre. 

El SIR (Servicio de Información Religiosa) ha difundido una síntesis de las primeras respuestas llegadas desde el centro de Europa. Para los obispos belgas, suizos, luxemburgueses y alemanes, la fe católica es muy rígida y no se corresponde con las exigencias de los fieles. 

La Iglesia debe aceptar la convivencia prematrimonial, reconocer los matrimonios homosexuales y las uniones de hecho, admitir el control de la natalidad y la contracepción, bendecir las segundas nupcias de los divorciados y permitir que sean recibidos en los sacramentos. 

Si esta es la vía que quiere recorrerse, es el momento de decir que es una que conduce al cisma y la herejía, porque se negaría la fe divina y natural que en sus mandamientos no solo afirman la indisolubilidad del matrimonio, sino que prohíben los actos sexuales fuera de él, tanto más los que se realizan contra natura. 

La Iglesia acoge toda suerte de personas que se arrepienten de sus propios errores y pecados y se proponen salir de las situaciones de desorden moral en la que se encuentran, pero no puede legitimar, en modo alguno, el estado del pecador. 

Es inútil afirmar que el cambio afecta solo la praxis y no la doctrina. Si entre la doctrina y la praxis falla la coherencia, significa que la praxis se hace doctrina, como por otra parte está ocurriendo tanto desde el Concilio Vaticano II en adelante. La Iglesia ¿debe dar respuestas nuevas y “acordes a los tiempos”? 

Los grandes reformadores de la historia de la Iglesia se han comportado de un modo muy diferente.  Como San Pedro Damián o San Gregorio Magno, que  en el siglo XI deberían haber legitimado la simonía y el nicolaísmo de los sacerdotes, para no poner a la Iglesia en la posición de una extraña a la realidad de su tiempo. Pero en lugar de esto denunciaron estas heridas con palabras de fuego, haciendo posible la reforma de las costumbres y la restauración de la recta doctrina. Y el espíritu intransigente y sin compromisos de los santos está hoy trágicamente ausente. 

Es urgente que surja un acies ordinata, un ejército en orden de batalla, que empuñando las armas del Evangelio anuncie una palabra de vida al mundo moderno que muere, en vez de abrazarse al cadáver. Los jesuitas fueron, entre el Concilio de Trento y la Revolución Francesa, este núcleo de combatientes de la Iglesia. Hoy sufren la decadencia propia de todas las órdenes religiosas, y si entre ellas una se ofrece rica en promesas, es suprimida inexplicablemente. 

Es el caso de los Franciscanos de la Inmaculada, que explotó a partir de julio, y ha traído luz a una evidente contradicción entre los reclamos de misericordia del Papa Francisco y el palo de aporrear asignado al comisario Fidencio Volpi para aniquilar a uno de los pocos institutos religiosos hoy floreciente. La paradoja no se acaba aquí. Durante el primer año del pontificado del Papa Francisco, tanto más la Iglesia ha renunciado a uno de sus atributos divinos, el de la justicia, para presentarse al mundo como misericordiosa y bendecidora cuanto más este año la Iglesia ha sido objeto de ataques violentos por parte del mundo al cual le tiende la mano. 

El matrimonio homosexual reivindicado por todas las grandes organizaciones internacionales y por casi todos los gobiernos occidentales contradice frontalmente no solo la fe de la Iglesia, sin la misma ley natural y divina inscripta en el corazón de cada hombre. Las grandes movilizaciones de masas, ocurridas sobre todo en Francia con la Manif pour tous (1), ¿que otra cosa son sino la reacción de la conciencia de un puebla contra una legislación inicua y contra natura? Pero el lobby inmoralista no se contenta con esto. 

En su prioridad está no tanto la afirmación de los presuntos derechos de los homosexuales como la negación de los derechos humanos de los cristianos. Christianos esse non licet: el grito blasfemo que fue de Nerón y de Voltaire reaparece hoy en el mundo, mientras Jorge Mario Bergoglio es electo por las revistas mundanas el hombre del año. 

 Los acontecimientos se siguen siempre a mayor velocidad. La sentencia latina motus in fine velocior es comúnmente usada para indicar el curso más veloz del tiempo al término de un período histórico. La multiplicación de los acontecimientos abrevia de hecho el curso del tiempo, que en sí no existe fuera de las cosas que fluyen. 

El tiempo, dice Aristóteles, es la medida del movimiento (Fisica, IV, 219 b). Más precisamente lo definimos como la duración de las cosas mudables. Dios es propiamente eterno porque es inmutable: todo movimiento tiene en El la causa, pero nada en El cambia. Cuanto más se aleja de Dios, tanto más crece el caos, producto del movimiento. 

El 11 de febrero ha sido el comienzo de una aceleración del tiempo, la consecuencia de un movimiento que se está volviendo vertiginoso. Vivimos una hora histórica que no es necesariamente el fin de los tiempos, pero si ciertamente el ocaso de una civilización y el fin de una época de la vida de la Iglesia. 

Si al cerrarse esta época el clero y el laicado católico no asumen bien a fondo sus responsabilidades, ocurrirá inevitablemente el destino que la vidente de Fátima ha visto revelarse ante sus propios ojos: «Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: « algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él » a un Obispo vestido de Blanco « hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre ». También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios». (3) 

La dramática visión del 13 de mayo debe ser más que suficiente para movernos a meditar, orar y actuar. La ciudad ya está sitiada y los soldados enemigos están a las puertas. Quien ama a la Iglesia que la defienda, para acelerar el triunfo del Corazón Inmaculado de María. 


(*)  Historiador y autor italiano católico romano


Notas: (1) la Manif pour tous es la organización que unió a distintos movimientos franceses para resistir el aborto, el matrimonio homsexual y otras perversiones en Francia, con manifestaciones muy bien organizadas y multitudinarias. (2) Christianos esse non licet. No es lícito ser cristiano. (3) Tercer Secreto o visión de Fátima, revelado en 2000, fragmento 


viernes, 22 de mayo de 2020

El Papa: la misión es un don gratuito del Espíritu, no el resultado de estrategias


CIUDAD DEL VATICANO.- El anuncio del Evangelio es "otra cosa con respecto a cualquier proselitismo político o cultural, psicológico o religioso". La misión es un don gratuito del Espíritu y no puede confiarse a "cursos de capacitación dedicados" ni puede confiarse a esos "sistemas eclesiásticos" que "parecen ser absorbidos por la obsesión de promocionarse a sí mismos y sus propias iniciativas", tal vez "en publicidad". 

Francisco vuelve a reflexionar sobre los fundamentos de la misión cristiana con un mensaje a las Obras Misionales Pontificias (OMP), que deberían haberse reunido en Roma para la asamblea general anual, pospuesta debido a la pandemia.

Fundamentos de la misión

Francisco recuerda que el "rasgo genético más íntimo" de la misión de la Iglesia es "ser obra del Espíritu Santo y no una consecuencia de nuestras reflexiones e intenciones". Recibir la alegría del Espíritu "es una gracia" y es "la única fuerza que podemos tener para predicar el Evangelio". 

La salvación "no es la consecuencia de nuestras iniciativas misioneras, ni de nuestros discursos sobre la encarnación de la Palabra" sino que "solo puede suceder a través de la mirada del encuentro con él, que nos llama" y, por lo tanto, puede ser la consecuencia y la reverberación de Alegría y gratitud. Anuncia el Evangelio quien da testimonio de la obra de Otro.

Rasgos distintivos

Tomándolos de la exhortación Evangelii gaudium, Francisco describe los rasgos distintivos de la misión. En primer lugar, el atractivo: la Iglesia crece en el mundo por atracción y no por proselitismo, y "si se sigue a Jesús feliz de sentirse atraído por él, los otros lo notarán". Y pueden sorprenderse". 

Otras características son la gratitud y la gratuidad, porque "el fervor misionero nunca se puede obtener como resultado del razonamiento o el cálculo", o porque hay una obligación en este sentido, pero es "un reflejo de la gratitud". 

Luego está la humildad, porque si la felicidad y la salvación "no son nuestra posesión" o una meta alcanzada por nuestros méritos, el Evangelio "solo puede anunciarse con humildad", sin arrogancia. 

Aún así, existe la característica de facilitar, no complicar: la misión auténtica no agrega "cargas inútiles" a las vidas ya fatigadas de las personas, ni impone "caminos de entrenamiento sofisticados y laboriosos para disfrutar lo que el Señor dona con facilidad". 

Otras dos características distintivas son la proximidad a la vida "en acción", porque la misión llega a las personas "allí donde están y como están"; el "sensus fidei" del pueblo de Dios y la preferencia por los pequeños y los pobres, que "no es una opción opcional para la Iglesia".

Talentos para desarrollar

Mirando hacia el futuro, Francisco recuerda que las Obras Misionales Pontificias "nacieron espontáneamente, del fervor misionero expresado por la fe de los bautizados" y están vinculadas al sensus fidei del Pueblo de Dios. Avanzaron en los dos caminos de oración y caridad; siempre han sido estimados por la Iglesia de Roma, y su vocación nunca ha sido vista como un "camino alternativo", una afiliación "externa" respecto a las formas de vida ordinarias de las Iglesias particulares. Se han convertido en una red generalizada en todos los continentes: una pluralidad que debe protegerse de las "aprobaciones ideológicas".

Errores a evitar

Luego, el Papa enumera algunas patologías que se ciernen en el camino de las Obras Misionales Pontificias. La primera es la autorreferencia, con el riesgo de prestar atención a la auto-promoción y celebrar las propias iniciativas en clave publicitaria". Luego está la ansiedad de mando, es decir, el reclamo de ejercer funciones de control hacia las comunidades a las que estos cuerpos deberían servir. 

Aún así, existe la patología del elitismo, la idea tácita de creer que pertenece a "una clase alta de especialistas". Está el aislamiento del pueblo, visto como "una masa inerte, que siempre necesita ser revivida y movilizada", como si "la certeza de la fe fuera la consecuencia de un discurso persuasivo o métodos de entrenamiento". 

Otros escollos están representados por la abstracción y el funcionalismo, porque todo se centra "en la imitación de modelos de eficiencia mundanos".

Consejos para el camino

Francisco sugiere a las Obras Misionales Pontificias que preserven o redescubran su inserción "dentro del Pueblo de Dios", sumergiéndose en la vida real de las personas y entrelazándose con la red eclesial de diócesis, parroquias, comunidades y grupos. 

También las pide que permanezcan atadas a las prácticas de oración y a la recolección de recursos para la misión, también buscando nuevas formas, pero sin "complicar lo que es simple". 

Las Obras Misionales Pontificias "son y deben ser vividas como un instrumento de servicio a la misión en Iglesias particulares": no hay necesidad de súper estrategas o "gerentes centrales" de la misión, a quienes debe delegarse la tarea de despertar el espíritu misionero. 

Deben operar en contacto con todas las realidades, sin esterilizarse nunca en una dimensión exclusivamente burocrática-profesional. Francisco pide mirar afuera, no mirar en el espejo, aligerando las estructuras en lugar de hacerlas más pesadas.

Donaciones

El Papa pide no transformar las Obras Misionales Pontificias en una ONG dedicada por completo a recaudar fondos. Si en algunas áreas falla la recolección de donaciones generalizadas, uno no debe verse tentado a cubrir el problema simplemente yendo en busca de grandes donantes. Es bueno que la solicitud de ofertas para las misiones "continúe dirigida principalmente a toda la multitud de bautizados", centrándose también de una nueva manera en la colecta en las iglesias de todos los países en octubre, con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones. 

En el uso de los fondos recaudados, es necesario tener en cuenta las necesidades primarias de las comunidades, evitando formas de bienestar que corran el riesgo de alimentar fenómenos de "patrocinio parasitario" en la Iglesia también. Y no debemos olvidar a los pobres. 

Las OMP, con su red, refleja un pueblo con mil rostros y, por lo tanto, no debe imponer una forma cultural específica junto con la propuesta del Evangelio: "el reclamo de estandarizar la forma del anuncio también puede" eclipsar la universalidad de la fe cristiana. 

Francisco recuerda que las Obras Misionales Pontificias no son una entidad por derecho propio y entre sus especificidades está el vínculo con el Papa. 

Francisco cierra su mensaje recordando las palabras de San Ignacio, pidiéndole a OMP que haga lo mejor que pueda su trabajo "como si todo dependiera de ustedes, sabiendo que en realidad todo depende de Dios".

"Disculpen. ¿Se oyó?", cura mexicano recibe llamada del Papa Francisco en plena misa

MÉXICO.- Normalmente estaría mal visto en cualquier lado que un sacerdote interrumpa una misa para atender una llamada telefónica, pero no tanto si el que llama es el papa Francisco, como sucedió en México. 

El cura Miguel Domínguez detuvo intempestivamente una lectura durante la misa que celebraba en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Jalostotitlán, en el estado occidental Jalisco, al darse cuenta de que tenía una llamada en su teléfono móvil.
Tras hacer un gesto con la mano en señal de que regresaría en un momento, dio la espalda a los feligreses que seguían la misa por redes sociales, abandonó el altar y entró a la sacristía, de acuerdo a un video de la parroquia subido a su página en Facebook esta semana.
Después de varios segundos de suspenso, se escucha la aparente voz del papa Francisco diciendo “creo que todavía aguanto”, en respuesta a una pregunta del cura, al que nuevamente se ve en otra puerta de la sacristía.
“¿Cómo están sus pulmones?”, le consulta nuevamente el cura Miguel, como lo conocen sus parroquianos. “Bien, muy bien. ¿Qué estás haciendo vos ahora?”, le devuelve la pregunta Francisco y le pide que envíe un saludo a sus feligreses.
“La bendición y que recen por mí”, dice el papa. A continuación, el padre Miguel regresa sonriente al altar y se dirige otra vez a su auditorio.
“Disculpen. ¿Se oyó? ¿un poquito? Le damos un aplauso al papa, ¿no? Que se toma el tiempo de llamar y de saludarlos; que nos sintamos fortalecidos con eso”. Y prosigue con la lectura como si nada hubiera pasado.

¿Por qué el papel del papa Francisco ha sido clave en la pandemia?/ Alfons Rodríguez Martínez *

Las catástrofes a lo largo de la historia han sido la excusa perfecta para que los poderosos afianzaran su autoridad y lanzaran sus ejércitos contra enemigos que acababan justificando su despotismo y disimulando su incompetencia. 

Dictaduras tan recientes que su terror aún resuena en las pesadillas de algunos de los supervivientes levantaron sus imperios sobre las arenas del miedo y la frustración de pueblos heridos profundamente en su orgullo nacional tras armisticios humillantes y recesiones económicas que devaluaron los billetes al valor del papel en que estaban impresos. 

Esta crisis vuelve a ser un reflejo del afán de algunos gobernantes por salir de la encrucijada apelando a los instintos primarios que mueven a los pueblos aterrados. 

Las proclamas enardecidas con las que llegaron al poder están poniendo en evidencia a quienes ganaron elecciones bajo el amparo de informáticos financiados por zares omnipotentes o asesores neofascistas que trasladaron sus cuarteles desde blancas residencias presidenciales en Washington a monasterios medievales en Roma para desplegar su doctrina de la desinformación con la que manipular a votantes indecisos.  

Quizás muchos de sus votantes empiezan a calibrar la magnitud de la tragedia al haber puesto su salud y tal vez su vida en manos de charlatanes de feria que ven cómo los muertos se apilan en sus cementerios sin que palabras grandilocuentes como nación, honor u orgullo sirvan para doblegar la curva de contagios. 

Entre tanta mediocridad y cinismo por primera vez en muchos siglos el Papa ha sabido ser discreto y cerrar el Vaticano para evitar que la ciudad santa se convierta en el peor foco de la pandemia. 

Por supuesto que ha invitado a los católicos a rezar por sus muertos, sus enfermos y sus sanitarios, pero no ha sacado las cosas de su sitio como el presidente de Tanzania que pretende convertir la oración en una especie de cloroquina espiritual que nos hace más resistentes al virus. 

Este Papa no sólo renuncia a signos de ostentación y poder y predica la compasión por los pobres, los de siempre y los millones que va a traer este desastre, sino que parece haber entendido el papel de la Iglesia en un mundo arrasado por una crisis como esta y para ello se ha confinado y ha invitados a hacerlo a millones de fieles. 

Frente a líderes fanfarrones, extrapunitivos e incompetentes que están enardeciendo a las masas para que se rebelen contra las recomendaciones de las autoridades sanitarias de su país, anteponiendo la recuperación económica a cientos de miles de vidas, el Papa Francisco no ha lanzado a su pueblo a enarbolar estandartes religiosos ni a pasear reliquias por las calles, sino que ha mostrado su cara más humana y ha exhibido una de las estampas más coherentes y entrañables de la Iglesia en muchos siglos. 

Cada gobernante tiene un estilo y una máxima por la que se rige. Vladimir Putin el príncipe de la arrogancia, capaz de regalar a sus rivales un material sanitario que sus ciudadanos empiezan a echar en falta y que donó no por generosidad sino por fanfarronería. 

Donald Trump, el bufón que osó menospreciar una amenaza que se expandía como la pólvora por el mundo asesorado por incompetentes que regalaban sus oídos con soluciones basadas en el sueño de un imperio invencible. 

Boris Johnson, el malabarista de la avaricia y la insensatez al anteponer la libertad a la salud, olvidando que una sociedad diezmada por el virus y paralizada por el miedo no puede disfrutar de esa libertad.

Y Jair Bolsonaro, el profeta que antepone su propio mesianismo a los criterios de sus asesores sanitarios, que dimiten al escuchar de su boca proclamas con las que condena al desempleo, al hambre y a la miseria a quienes apoyan el aislamiento social que recomiendan las autoridades científicas de todo el mundo. 

En un mundo gobernado por líderes movidos por la arrogancia, la estupidez, la avaricia y la locura es de agradecer que alguien hable desde la humildad y se guíe por principios tan sensatos como los que hacía suyos este Papa en una reciente entrevista: Dios perdona siempre, nosotros de vez en cuando, la naturaleza nunca.



(*) Psiquiatra del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones (INAD), Hospital del Mar, Barcelona (España)


jueves, 21 de mayo de 2020

Catequesis del Papa: La oración abre la puerta a la esperanza

CIUDAD DEL VATICANO.- “Todos somos portadores de alegría”. Y “los hombres y las mujeres que rezan saben que la esperanza es más fuerte que el desánimo. Creen que el amor es más poderoso que la muerte, y que seguramente un día triunfará, aunque los tiempos y las formas no lo conocemos”. 

Son algunos de los conceptos que el Santo Padre expresó esta mañana en su catequesis semanal que ofreció, en directo, desde la Biblioteca privada del Palacio Apostólico

También este miércoles el Papa Francisco celebró su audiencia general en la Biblioteca privada del Palacio Apostólico junto a los prelados que leyeron su catequesis en diversos idiomas. En esta ocasión, prosiguiendo con el ciclo dedicado a la oración el Santo Padre se refirió al misterio de la creación.

Esta catequesis se introdujo con la lectura de algunos versículos del Salmo 8 (4-5.10) que reza:
“Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: ‘¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano […] para que lo tomes en cuenta?’. Oh Señor, Señor nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!”
Al comenzar su catequesis, hablando en italiano, el Papa afirmó que “la primera página de la Biblia se parece a un gran himno de acción de gracias. La narración de la Creación es cantada rítmicamente, donde es continuamente reafirmada la bondad y la belleza de todo lo que existe. Dios, con su palabra, llama a la vida, y todas las cosas acceden a la existencia. Con la palabra, separa la luz de la oscuridad, alterna el día y la noche, varía las estaciones, abre una paleta de colores con la variedad de plantas y animales”.
“En este bosque desbordante que rápidamente derrota al caos, por último aparece el hombre. Y esta aparición provoca un exceso de exaltación que amplifica la satisfacción y el gozo: ‘Dios vio lo que había hecho, y vio que era muy bueno’”

Pequeñez y sorprendente dignidad del ser humano

Francisco explicó que este misterio de la creación nos lleva a la contemplación de Dios, lo que nos mueve a la oración, tal como lo afirma el Salmo 8, que expresa su grandeza y belleza, ante la cual el ser humano percibe su pequeñez, pero también el lugar especial que ocupa en ella; porque, aunque por naturaleza sea insignificante comparado con la grandiosidad de todo lo creado, posee sin embargo una dignidad sorprendente, que surge de su relación filial con Dios.
“El orante contempla el misterio de la existencia a su alrededor, ve el cielo estrellado sobre él – que la astrofísica nos muestran hoy en día en toda su inmensidad – y se pregunta qué diseño de amor debe haber detrás de una obra tan poderosa”

La creación no es fruto de una ciega casualidad

Tras destacar que el relato de la creación habla de la bondad y la hermosura de todo lo que el Señor hizo con el poder de su Palabra, Francisco dijo que no es fruto “de una ciega casualidad, sino de un plan amoroso que Él tiene para sus hijos”. De ahí que “cuando el hombre mira extasiado la creación, toma conciencia de que él es la única criatura capaz de reconocer la belleza que encierra la obra divina y, ante tanto esplendor, eleva al Creador su oración de agradecimiento y de alabanza por el regalo de la existencia”.

En la oración se afirma un sentimiento de misericordia

“Nada existe por casualidad: el secreto del universo reside en una mirada benévola que alguien cruza en nuestros ojos”, dijo el Santo Padre. Y recordó que el Salmo afirma que “somos poco menos que un Dios, que estamos coronados de gloria y honor”. De ahí que “la relación con Dios es la grandeza del hombre: su entronización”.
“Por naturaleza somos casi nada, pero por vocación somos los hijos del gran Rey”

La contemplación enciende el don de la oración

“Cuando las tristezas y las amarguras de la vida tratan de sofocar nuestra gratitud y alabanza a Dios, la contemplación de las maravillas de su creación enciende, de nuevo, en el corazón el don de la oración, que es la fuerza principal de la esperanza. Y la esperanza es la que nos manifiesta que la vida, aún con sus pruebas y dificultades, está llena de una gracia que la hace digna de ser vivida, protegida y defendida”

Al saludar a los fieles en español que siguieron esta catequesis a través de los medios de comunicación social el Papa, antes de bendecirlos, les manifestó su esperanza:
“Que Jesús resucitado, con la fuerza de su Espíritu Santo, nos haga portadores de alegría, afiance en nosotros la esperanza y también la certeza de que el amor es más fuerte que la muerte y que triunfa siempre”

Saludos finales en italiano

En sus saludos finales, y antes de rezar el Padrenuestro y de impartir su bendición apostólica, el Papa Francisco al recordar la inminente fiesta de la Ascensión del Señor, exhortó a todos “a ser testigos generosos de Cristo Resucitado”, sabiendo bien que Él está siempre con nosotros y nos sostiene a lo largo del camino”.
“Dirijo un pensamiento especial a los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. Jesucristo, al ascender al cielo, deja un mensaje y un programa para toda la Iglesia: ‘Vayan y enseñen a todas las naciones... enseñándoles a observar todo lo que les he mandado’. Que sea su ideal y su compromiso dar a conocer la palabra de salvación de Cristo y dar testimonio de ella en la vida diaria. ¡A todos les imparto mi bendición!”

Semana Laudato si’, la Encíclica del Papa Francisco sobre la ecología integral

CIUDAD DEL VATICANO.- La Semana Laudato si' (Laudato si' Week) es parte de una campaña global con motivo del 5º aniversario de la encíclica sobre el cuidado de la casa común. El tema es "todo está conectado", y se lleva a cabo hasta el domingo 24 de mayo, cuando al mediodía, hora local de cada país, tendrá lugar un momento mundial de oración.

Que la ecología integral se vuelva un nuevo paradigma de justicia, porque la naturaleza no es un "mero marco" de la vida humana: es el corazón de la segunda Encíclica del Papa Francisco, "Laudato Si' sobre el cuidado de la casa común. Firmado por el Pontífice el 24 de mayo de 2015, en la Solemnidad de Pentecostés, y distribuido el 18 de junio del mismo año, el documento está en el centro, hasta el próximo domingo, de una "Semana" especial que conmemora su quinto aniversario. Dividida en seis capítulos, la Encíclica -que toma su título de la invocación de San Francisco de Asís en el "Cántico de las Criaturas"- recoge también, desde un punto de vista colegial, diversas reflexiones de las Conferencias Episcopales del mundo y concluye con dos oraciones, una interreligiosa y otra cristiana, por la salvaguardia de la Creación.
«Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra»: Francisco de Roma sigue los pasos de Francisco de Asís para explicar la importancia de una ecología integral que se convierta en un nuevo paradigma de justicia, en el que la preocupación por la naturaleza, la equidad hacia los pobres, el compromiso en la sociedad, sean inseparables. En los seis capítulos de la Encíclica, el Papa destaca que nuestra tierra, maltratada y saqueada, requiere una "conversión ecológica", un "cambio de rumbo" para que el hombre asuma la responsabilidad de "cuidar la casa común". Un compromiso que también incluye la erradicación de la miseria, la atención a los pobres, el acceso justo de todos a los recursos del Planeta.

No a la cultura del descarte, pide el Papa

La Encíclica hace, pues, un diagnóstico detallado de los males del Planeta: la contaminación; el cambio climático; la desaparición de la biodiversidad; la deuda ecológica entre el Norte y el Sur del mundo, vinculada a los desequilibrios comerciales; el antropocentrismo; el predominio de la tecnocracia y las finanzas, que lleva al rescate de los bancos, en detrimento de la población; la propiedad privada no subordinada al destino universal de los bienes. Sobre todo, parece prevalecer una "cultura del descarte", del usa y tira que conduce a la explotación de los niños, al abandono de los ancianos, a la reducción de otros a la esclavitud, a la práctica del comercio de diamantes ensangrentados. Es la misma lógica de muchas mafias, escribe Francisco, la lógica del descarte de los niños por nacer que no corresponden a los planes de sus padres.
Frente a todo esto, explica la Encíclica, necesitamos una "valiente revolución cultural" que mantenga en primer plano el valor y la protección de toda vida humana, porque la defensa de la naturaleza "no es compatible con la justificación del aborto" y "todo ensañamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana". El Papa también reitera la necesidad de tutelar el trabajo, parte del sentido de la vida en esta tierra, y pide el diálogo entre la política y la economía, en nombre del bien común. A nivel internacional, el Papa no escatima un juicio severo sobre las cumbres mundiales sobre el medio ambiente que han decepcionado las expectativas por falta de decisión política. A nivel nacional, en cambio, Francisco insta a la política a alejarse de la lógica del beneficio inmediato y de la corrupción, en nombre de procesos de decisión honestos y transparentes. Lo que se necesita, en esencia, es una nueva economía, más atenta a la ética.

Invertir en la formación de una ecología integral

Ciertamente, la Encíclica subraya que es necesario invertir en la formación a una ecología integral, para comprender que el medio ambiente es un don de Dios, un patrimonio común que debe ser administrado, no destruido. Incluso los pequeños gestos diarios son suficientes: hacer la recolección diferenciada, no desperdiciar agua y alimentos, apagar las luces innecesarias, cubrirse un poco más en lugar de encender la calefacción. De esta manera, podemos sentir "que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos". Por último, la Encíclica nos invita a mirar los Sacramentos, especialmente la Eucaristía, que "une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado". Y entonces, Laudato Si, concluye el Papa Francisco, porque "más allá del sol", "nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios".
Hay que recordar que el próximo domingo 24 de mayo tendrá lugar una oración común por la tierra y la humanidad; y comenzará un Año Especial dedicado a la "Laudato Si" promovido por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral: marcado por numerosas citas sobre el tema de la ecología integral, el Año Especial terminará en 2021, pero tiene como objetivo proponer un compromiso público común hacia la "sostenibilidad total" a alcanzar en 7 años. Muchos actores están involucrados: familias, diócesis, órdenes religiosas, universidades, escuelas, estructuras de salud y mundo de los negocios, con especial atención a las empresas agrícolas.  

Argentina se suma a la Semana Laudato Si'

Asimismo, durante esta semana especial se invita también a los católicos a participar en seminarios formativos e interactivos en línea, como en el caso de Argentina, que en su "Semana Laudato Si" estructuró una serie de eventos sociales para profundizar en los contenidos de la encíclica de Francisco, abarcando varios puntos como el de la espiritualidad, el espíritu empresarial, la acción social y la cultura.
En este sentido, organismos pastorales, asociaciones y movimientos eclesiales se unieron para organizar una serie de eventos virtuales con el propósito de reflexionar sobre el contenido del documento papal, concientizar sobre la misión en el cuidado de la casa común y generar acciones concretar en nuestras casas.
Tal como informan sus promotores, el 16 al 24 de mayo, los católicos del mundo, en comunión con el Papa Francisco "nos uniremos solidariamente por un futuro más justo, fraterno y sostenible sumándonos al pedido de Francisco para que cuidemos la creación, don de nuestro buen Dios Creador”.

Siga las iniciativas a través de las Redes Sociales

El DEPLAI (Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal Argentina), Pastoral de Juventud de la CEA, la Comisión Nacional de Justicia y Paz (CEA), Renova +, Acción Católica Argentina, Movimiento de Focolares, Comisión Pastoral Scout Católica, Jóvenes Agustinos Recoletos, ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa), Movimiento Círculo de Juventud y Meraki, entre otros, se unen así a la iniciativa de la Semana Laudato Si’,  promovida por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, facilitada por el Movimiento Católico Mundial por el Clima y Renova +, en colaboración con un conjunto de organizaciones católicas, en un camino de comunión afectiva y efectiva.
A tal fin, se han creado espacios en las redes sociales que permitirán acercar diversas iniciativas para profundizar el contenido de la Encíclica social: un documento que habla del medio ambiente, el sentido de la existencia y los valores que son la base de la vida comunitaria, para que podamos juntos, participar de propuestas globales y movilizar acciones concretas en lo local, comenzando por nuestras casas.
Siga los eventos también en las plataformas de Youtube y en Instagram.

lunes, 18 de mayo de 2020

El Papa retoma las misas con fieles ante una treintena de personas con mascarillas


CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa ha reivindicado hoy la figura de San Juan Pablo II en la primera misa en la Basílica de San Pedro tras la pandemia, que ha coincidido con el centésimo aniversario de su nacimiento el 18 de mayo de 1920, y a la que han asistido una treintena de personas. Este lunes se reanudaron las misas con fieles en Italia.

Francisco ha señalado tres rasgos que lo caracterizaron: “la oración, la cercanía al pueblo y el amor por la justicia”.
“San Juan Pablo II era un hombre de Dios porque rezaba mucho: mucho tiempo de oración. Sabía que la primera tarea del obispo era rezar. El segundo rasgo: era un hombre cercano a la gente y recorrió el mundo buscando a su gente. Y la cercanía s uno de los rasgos de Dios: Dios está cerca de la gente.También era un hombre que quería justicia: justicia social, y para ello hablaba de la misericordia”, ha señalado.
La ceremonia se ha celebrado en la capilla de la Basílica de San Pedro, donde se encuentra la tumba del Papa Wojtyla y la treintena de personas que han asistido se han sentado en los bancos de la capilla de la tumba donde están enterrados los restos del Papa polaco guardando la distancia de seguridad de cerca de un metro y medio para reducir el riesgo de contagio. Algunos, además, iban con mascarilla.
Entre los concelebrantes se encontraban el cardenal Angelo Comastri, vicario General del Papa para la Ciudad del Vaticano y arcipreste de la Basílica Vaticana; el cardenal polaco Konrad Krajewski, limosnero Apostólico; monseñor Piero Marini, durante 18 años maestro de las celebraciones litúrgicas durante el pontificado de Juan Pablo II; y el Arzobispo polaco Jan Romeo Pawlowski, jefe de la Tercera Sección de la Secretaría de Estado, que se ocupa del personal diplomático de la Santa Sede.
Esta es la última de las misas matutinas celebradas por Francisco y retransmitidas en directo, que comenzaron el 9 de marzo pasado, tras la suspensión de las celebraciones con la participación de fieles a causa de la pandemia de COVID-19. 
Con la reanudación en Italia y en otros países de las celebraciones con los fieles, la emisión en directo de la misa de las 7 de la mañana desde la Casa Santa Marta cesará a partir de mañana 19 de mayo.
El Papa ha comenzado la misa invocando a San Juan Pablo II para que guíe a toda la Iglesia: “fortalecidos por su enseñanza, abrir con confianza nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo, único Redentor del hombre”.
“El Señor” -ha dicho el Papa en su homilía- “ama a su pueblo, visitó a su pueblo: y hace cien años, llamó a un hombre para dirigir la Iglesia”.
Desde este lunes la Basílica de San Pedro del Vaticano, ha abierto sus puertas a turistas y peregrinos después de desinfectar con cloro a las zonas más concurridas para desinfectarlas. La guardia Suiza del Vaticano y los voluntarios de la Orden de Malta serán los encargados de regular los accesos al templo católico que, como el resto de iglesias en territorio italiano, cumplirán ciertas disposiciones, como la instalación de gel desinfectante de manos en las entradas o la obligación de usar mascarilla.

Juan Pablo II, hombre de oración, cercanía y justicia que es misericordia

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa celebró hoy en la Basílica de San Pedro, en la capilla donde está la tumba de San Juan Pablo II, cien años después de su nacimiento.

En el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II (18 de mayo de 1920), el Papa Francisco presidió una misa en la capilla de la Basílica de San Pedro, donde se encuentra la tumba del Papa Wojtyla. Entre los concelebrantes se encontraban el Cardenal Angelo Comastri, Vicario General del Papa para la Ciudad del Vaticano y Arcipreste de la Basílica Vaticana, el Cardenal polaco Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico, Monseñor Piero Marini, 18 años maestro de las celebraciones litúrgicas durante el pontificado de Juan Pablo II, y el Arzobispo polaco Jan Romeo Pawłowski, jefe de la Tercera Sección de la Secretaría de Estado que se ocupa del personal diplomático de la Santa Sede.
Esta es la última de las misas matutinas celebradas por Francisco y transmitidas en directo que comenzaron el 9 de marzo pasado, tras la suspensión de las celebraciones con la participación del pueblo a causa de la pandemia de Covid-19. Con la reanudación en Italia y en otros países de las celebraciones con los fieles, la emisión en directo de la misa de las 7 de la mañana desde la Casa Santa Marta cesará a partir de mañana 19 de mayo. El Papa espera que el Pueblo de Dios pueda volver a la comunidad la familiaridad con el Señor en los sacramentos, respetando siempre - como dijo ayer a la Reina Caeli - las prescripciones establecidas para la salud de todos. La Basílica de San Pedro fue desinfectada el viernes pasado.
El Papa comenzó la misa rezando a "Dios, rico en misericordia", que llamó a "San Juan Pablo II" para que guiara a toda la Iglesia, para que nos concediera, "fortalecidos por su enseñanza, abrir con confianza nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo, único Redentor del hombre".
El Señor -dijo el Papa en su homilía- ama a su pueblo, visitó a su pueblo: y hace cien años, llamó a un hombre para dirigir la Iglesia.
El Papa señaló tres rasgos que caracterizaron a Juan Pablo II: la oración, la cercanía al pueblo y el amor por la justicia. San Juan Pablo II era un hombre de Dios porque rezaba mucho: mucho tiempo de oración. Sabía que la primera tarea del obispo era rezar. El segundo rasgo: era un hombre cercano a la gente y recorrió el mundo buscando a su gente. Y la cercanía es uno de los rasgos de Dios: Dios está cerca de la gente. Una cercanía que se hace fuerte en Jesús. Un pastor está cerca de la gente, de lo contrario es sólo un administrador. Juan Pablo II nos dio el ejemplo de esta cercanía: a los grandes y a los pequeños, a los cercanos y a los lejanos... También era un hombre que quería justicia: justicia social, justicia del pueblo, la justicia que caza las guerras, pero justicia plena y para ello hablaba de la misericordia: porque no hay justicia sin misericordia, van juntas. Hizo tanto para que la gente entendiera la Divina Misericordia, especialmente con la devoción a Santa Faustina. Oremos hoy, concluyó, para que nos dé a todos la gracia de la oración, de la cercanía y de la justicia que es misericordia y de la misericordia que es justicia.



https://youtu.be/7VgbjcOLI74


Hoy se cumplen los 100 años del nacimiento de Juan Pablo II, ¡el Papa que cambió la historia!



Desde su infancia en Cracovia, pasando por su época de obrero y seminarista, hasta sus casi 27 años de pontificado.   
Fue el Papa más joven del Siglo XX, y una de las figuras más influyentes de la época.  
Visitó 129 países.  
Fue Papa pionero en muchas cosas, como en entrar a una mezquita o hablar con los líderes de más alto nivel llegando incluso a La Casa Blanca.  
También creó las JMJ, celebrando la primera en Roma, en 1984.  
Fue el Papa querido por todos.  
Y hoy, especialmente, le recordamos con mucho cariño. 
Recorremos su vida con este documental, disponible a partir de hoy en Rome Reports Premium: 

domingo, 17 de mayo de 2020

El Papa reza por quienes se ocupan de la limpieza. Solo en Dios Padre somos hermanos


CIUDAD DEL VATICANO.- En la misa en la Casa Santa Marta, Francisco piensa en aquellos que realizan servicios de limpieza en casas, hospitales, calles, un trabajo escondido necesario para sobrevivir.

Francisco presidió hoy la misa en la Casa Santa Marta el sexto domingo de Pascua. En la introducción dirigió sus pensamientos al personal de limpieza:
Hoy nuestra oración es por las muchas personas que limpian los hospitales, las calles, que vacían los cubos de basura, que van por las casas para llevarse la basura: un trabajo que nadie ve, pero es un trabajo que es necesario para sobrevivir. Que el Señor los bendiga, los ayude.
En su homilía, el Papa comentó el Evangelio de hoy (Jn 14, 15-21) en el que Jesús dice a sus discípulos: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes. No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes".
Al despedirse de los discípulos, Jesús -afirmó Francisco- les da tranquilidad y paz, con una promesa: "No los dejaré huérfanos". "Los defiende de ese dolor, de esa dolorosa sensación de orfandad. Hoy en el mundo hay un gran sentimiento de orfandad: muchos tienen muchas cosas, pero falta el Padre. Y en la historia de la humanidad esto se repite: cuando el Padre falta, falta algo y siempre existe el deseo de encontrarse, de encontrar al Padre, también en los mitos antiguos: pensemos en los mitos de Edipo, de Telémaco" y muchos otros que siempre muestran esta búsqueda del Padre que falta.

"Y hoy podemos decir que vivimos en una sociedad en la que falta el Padre, un sentido de orfandad que toca la pertenencia y la fraternidad. Por eso Jesús promete: "Rezaré al Padre y Él les dará otro Paráclito". Me voy, dice Jesús, pero vendrá otro que les enseñará el acceso al Padre. Él le recordará el acceso al Padre. El Espíritu Santo no viene a "hacer sus clientes"; viene para señalar el acceso al Padre, para recordarles el acceso al Padre, aquello que Jesús abrió, aquello que Jesús mostró. No hay una espiritualidad sólo del Hijo, sólo del Espíritu Santo: el centro es el Padre. El Hijo es el enviado por el Padre y regresa al Padre. El Espíritu Santo es enviado por el Padre para recordar y enseñar el acceso al Padre".

"Sólo con esta conciencia de los hijos que no son huérfanos se puede vivir en paz entre nosotros. Las guerras, siempre, ya sean pequeñas o grandes, siempre tienen una dimensión de orfandad: falta el Padre para hacer la paz". Por esta razón - explica el Papa comentando la primera lectura de hoy - Pedro invita a la primera comunidad cristiana a responder con dulzura, respeto y con una conciencia recta a aquellos que piden la razón de la fe: "es decir, la mansedumbre que da el Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos enseña esta mansedumbre, esta dulzura de los hijos del Padre. El Espíritu Santo no nos enseña a insultar. Y una de las consecuencias del sentido de orfandad es el insulto, las guerras, porque si no está el Padre no hay hermanos, se pierde la hermandad. Son - esta dulzura, respeto, mansedumbre -, son actitudes de pertenencia, de pertenencia a una familia" que tiene un Padre, "que es el centro de todo, el origen de todo, la unidad de todos, la salvación de todos, porque envió a su Hijo para salvarnos a todos". Y envía al Espíritu Santo para recordarnos el acceso al Padre, "esta paternidad, esta actitud fraternal de mansedumbre, gentileza, paz".

"Pidamos al Espíritu Santo que nos recuerde siempre, siempre, este acceso al Padre, que nos recuerde que tenemos un Padre, y a esta civilización que tiene un gran sentido de la orfandad, conceda la gracia de reencontrar al Padre, el Padre que da sentido a toda la vida y hace de los hombres, una familia".
El Papa invitó a hacer la comunión espiritual con esta oración:
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.

Antes de salir de la capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona mariana "Regina Coeli", que se canta durante el Tiempo Pascual:
Regina coeli, laetare, alleluia.
Quia quem meruisti portare, alleluia.
Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobis Deum, alleluia.
Reina del cielo alégrate; aleluya.
Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.
Ha resucitado según su palabra; aleluya.
Ruega al Señor por nosotros; aleluya.

Aquellas manos extendidas a todos, la actualidad de un testimonio


CIUDAD DEL VATICANO.- El 27 de octubre de 1986, en una dramática coyuntura de nuestra historia reciente, cuando la perspectiva de una guerra nuclear se estaba haciendo realidad, San Juan Pablo II convocó con valentía a los representantes de las religiones del mundo a Asís, venciendo no pocas resistencias internas. El hecho de que tantos líderes religiosos se reúnan para rezar es, - dijo - en sí mismo, una invitación al mundo de hoy a tomar conciencia de que hay otra dimensión de la paz y otra forma de promoverla, que no es el resultado de negociaciones, compromisos políticos o arreglos económicos. 

Pero el resultado de la oración, que, no obstante la diversidad de religiones, expresa una relación con un poder supremo que sobrepasa nuestras capacidades humanas". "Estamos aquí", añadió el Papa Wojtyla, "porque estamos seguros de que, por encima de todas esas medidas, se necesita una oración intensa y humilde, una oración confiada, si queremos que el mundo se convierta finalmente en un lugar de paz verdadera y permanente".
Este 18 de mayo celebramos el centenario del nacimiento del gran Pontífice que vino de Oltrecortina, que en su largo servicio petrino llevó a la Iglesia al nuevo milenio, vio el derrumbe del Muro que dividía Europa en dos, esperó ver el surgimiento de una nueva era de paz pero tuvo en cambio que enfrentarse -ya viejo y enfermo- a nuevas guerras y al terrorismo desestabilizador y despiadado, que abusa del nombre de Dios para sembrar muerte y destrucción. 
Y para contrarrestarlo, en enero de 2002, volvió a convocar a las religiones en Asís sin ceder nunca a la ideología del contraste de civilizaciones, enfocando siempre todo, hasta el final, en el encuentro entre pueblos, culturas, religiones. Fue testigo de una fe rocosa, un ascetismo de gran místico, una humanidad desbordante. 
Habló a todos y nunca dejó nada sin hacer para evitar el estallido de conflictos, para promover transiciones pacíficas, para promover la paz y la justicia. Recorrió el mundo a lo largo y ancho, para abrazar a los pueblos del mundo anunciando el Evangelio. Combatió para defender la dignidad de cada vida humana. 
Realizó una visita histórica a la Sinagoga de Roma. Cruzó el umbral de una mezquita, siendo el primer Papa de la historia. Navegó por la ruta establecida por el Concilio Vaticano II. Fue capaz de recorrer nuevos e inexplorados caminos, declarándose también dispuesto a discutir la forma de ejercer el ministerio de Pedro para favorecer la unidad de los cristianos. Su testimonio es tan actual como siempre.

El testamento profético de Juan Pablo II


MADRID.- Nada mejor quizá para conmemorar el centenario del nacimiento de Juan Pablo II, que se celebra mañana lunes 18 de mayo, que centrarse en el principio de su largo y fructífero pontificado. En concreto, en el 6 de marzo de 1979, cuando el Papa polaco otorgó ya su testamento ante notario al que añadiría su última disposición el 17 de marzo de 2000, en el umbral del tercer milenio, recuerda hoy el diario español La Razón

Juan Pablo II, cuya película «Wojtyla. La investigación» sigue cosechando grandes éxitos de público y crítica en España e Italia, redactó de su puño y letra tal vez el documento más importante de su vida y, por qué no decirlo también, uno de los más desconocidos de su vasta y profunda obra literaria. Curiosa paradoja.
Ateniéndose tan solo a este párrafo, agregado a su testamentaría durante la Cuaresma de 1980, se comprenderá mejor su trascendencia: «Los tiempos en que vivimos –advertía ya el Romano Pontífice– son sumamente difíciles y agitados. Se ha hecho también difícil y tenso el camino de la Iglesia, prueba característica de estos tiempos, tanto para los fieles como para los pastores. En algunos países […] la Iglesia se encuentra en un período de persecución tal que no es inferior a las de los primeros siglos. Más aún, las supera por el nivel de crueldad y de odio». Y culminaba este párrafo tan vigente hoy también con la siguiente frase en latín: «Sanguis martyrum, semen christianorum» (Sangre de los mártires, semilla de los cristianos).
Esa misma sangre de los mártires que él invocaba volvió a derramarse al año siguiente cuando el criminal turco Alí Agca le descerrajó dos disparos en la Plaza de San Pedro, en Roma. Como recuerda ahora en la película del centenario de Juan Pablo II su secretario personal durante casi cuarenta años, el cardenal Stanislaw Dziwisz, el Papa «llegó a perder las tres cuartas partes de su sangre. Estaba desangrado», pese a lo cual vivió para contarlo porque se encomendó a Dios desde niño para que hiciese con su existencia lo que Él quisiera, que resultó ser lo mejor para él.
Con solo ocho años, recién muerta su madre, el pequeño Karol acompañó a su padre al Santuario de Kalwaria, en Polonia, donde su progenitor pronunció estas mismas palabras ante la imagen de la Virgen, a modo de consagración: «Karol, desde hoy María será tu Madre». Y así fue hasta el mismo instante del atentado, cuando el Papa herido invocó su intercesión virginal en el interior de la ambulancia que le conducía a toda velocidad hasta el Policlínico Gemeli, el mismo día de la Virgen de Fátima. Hace poco más de una semana, se inició el anhelado proceso de beatificación de Karol y Emilia, los padres de Juan Pablo II, quienes le inculcaron desde su más tierna infancia el amor a Jesús, la Virgen y los santos.

Sin familia

En realidad, el martirio de Karol Wojtyla arrancó con la prematura muerte de su madre, a la que siguió la de su amadísimo hermano Edmon y la de su padre. Wojtyla se quedó así sin familia y su vida se forjó desde entonces en el sufrimiento también con la persecución despiadada de los nazis y de los soviéticos. Por no hablar del espionaje que padeció desde 1946, recién ordenado sacerdote, y hasta su mismo pontificado, por parte de los servicios secretos comunistas de Polonia en connivencia con el KGB soviético. Seguimientos físicos, colocación de micrófonos en sus residencias privadas, control de la correspondencia, amenazas de todo tipo y hasta un plan secreto para envenenarle.
Eran, en definitiva, los toques de amor y dolor de Dios en su corazón, como el escultor que modela a imagen y semejanza suya la obra que pretende culminar y que, en su caso, Wojtyla plasmó en su bello poema El Magnificat. «Amaba el sufrimiento para salvar almas», asegura también en la película Fray Tarsicius, sacerdote capuchino del Santuario de Kalwaria. «Y aun teniendo graves enfermedades, sobre todo hacia el final de su vida, nunca se quejó», subraya el cardenal Dziwisz. Wojtyla hizo suya así esta frase proverbial del Padre Pío, a quien él mismo beatificó y canonizó en junio de 2002: «Lo mejor siempre se compra al precio de un gran sufrimiento». San Pío de Pietrelcina advertía también, muy seguro: «Al Cielo se sube por el sendero de la oración y del sufrimiento». Y eso mismo hizo Wojtyla hasta su último suspiro, muriendo con las botas puestas.

La hermana del Papa

Dicen que una de las mayores virtudes de los santos es la humildad. San Juan Pablo II tampoco fue una excepción: «A todos les pido perdón. Pido también oraciones para que la misericordia de Dios se muestre más grande que mi debilidad e indignidad», escribió de su puño y letra en su legado, el 6 de marzo de 1979. A lo largo de su vida siempre recordó con inmenso cariño a su familia, pese a quedarse solo demasiado pronto: «A medida que se acerca el final de mi vida terrena, vuelvo con la memoria a los inicios, a mis padres, a mi hermano y a mi hermana (a la que no conocí, pues murió antes de mi nacimiento)», anotó en su testamento. Y su legado culmina con esta frase: «In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum» (En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu).
 
La fecha: 1979. El Papa polaco otorgó el 6 de marzo su testamento ante notario, al que añadiría su última disposición en el mes de marzo de 2000, en el umbral ya del tercer milenio.
El lugar: ROMA. Esa sangre de los mártires que él invocaba volvió a derramarse al año siguiente, cuando Alí Agca le descerrajó dos disparos en la Plaza de San Pedro.
La anécdota: Wojtyla redactó de su puño y letra tal vez el documento más importante de su vida y, por qué no decirlo también, uno de los más desconocidos.
 

sábado, 16 de mayo de 2020

Tres de cada diez curas y obispos del mundo, en contra del Papa Francisco y sus reformas


ROMA.- Siempre han estado en los círculos de poder de la Iglesia, de todas las iglesias, incluso en tiempos de Jesús. Eran los fariseos, los doctores de la Ley, los que prefieren el dogma y el rito frente al amor al prójimo. Fueron los inquisidores, los férreos guardianes de la ortodoxia que condenaban a teólogos, quemaban a mujeres en la hoguera, castigaban a los científicos que afirmaban que la Tierra era redonda o demostraban la circulación de la sangre. Los ultraconservadores no son, ni mucho menos, una especie en vías de extinción. Y según los expertos están dispuestos incluso a fomentar un cisma. 

"No son una minoría. El 30% del clero, los obispos y los laicos más comprometidos en el mundo están en contra de Francisco". El prestigioso vaticanista Marco Politi ha puesto negro sobre blanco la dura realidad que afronta la Iglesia en tiempos de Francisco. Un movimiento cismático en toda regla que, lejos de seguir al Papa, aun con críticas a su gestión, se prepara para la batalla.

El veterano periodista de La Reppublica se niega a minimizar a los opositores del Papa argentino, y desmiente que únicamente sean ultras, o una pequeña y ruidosa minoría. En su análisis, Politi sostiene que casi un tercio de la jerarquía y el laicado institucionalizado (en movimiento conservadores como el Opus Dei, los kikos, los Caballeros de Colón o los Legionarios de Cristo) quieren torpedear las reformas emprendidas por este pontificado.
"Hay una parte de la Iglesia que no está de acuerdo con Francisco y que está tratando de influir en el próximo cónclave", sostiene, tajante, Politi, que afirma que la estrategia de los 'anti-Francisco' pasa por crear estados de ánimo de cara al futuro, y presionar en el presente para frenar posibles reformas, como se vio en el pasado Sínodo de la Amazonía.

¿Lucha por la sucesión?

¿Hay un sucesor para el Papa Francisco? Todo parece indicar que Bergoglio ha puesto sus esperanzas en el cardenal filipino Tagle, mientras que los ultraconservadores –a los que se unen varios curiales italianos– sueñan con una dupla formada por los cardenales Sarah y Ouellet, actuales prefectos de las congregaciones del Culto y Obispos, las dos personalidades con más alto rango entre los opositores al Papa.
Ante el silencio del Vaticano se suceden las señales, como la última andanada del ex nuncio Viganò, que acusó a las autoridades mundiales de utilizar la pandemia para acabar con el culto católico en un manifiesto suscrito –entre otros– por los cardenales Müller y Zen. También por el cardenal Sarah, considerado el 'papable' del sector ultraconservador, que después de firmar el manifiesto se borró del apoyo explícito al texto. 
Politi ve todo esto como "la punta del iceberg". Una punta en la que también se inscribe el papa emérito, Benedicto XVI, quien tras varios meses de silencio ha vuelto a aparecer en los medios con motivo de una biografía que acaba de salir a la luz en Alemania.
"Algunos obispos y cardenales siempre están en la primera fila, pero detrás de ellos hay una parte no despreciable del clero y los laicos que están en contra de Francisco y cualquier reforma en la Iglesia", añade el vaticanista. "Nunca ha habido tantos ataques contra un Papa", concluye.
Sin embargo, estos sectores comienzan a erosionarse. La pasada semana se vio una de las imágenes más disparatadas del sector anti-Francisco, con acusaciones cruzadas que revelan la falta de confianza entre ellos, hasta el punto de filtrar las grabaciones de las llamadas mutuas.

Teorías conspirativas frente a la pandemia

La historia es compleja, pero muestra cómo los líderes del frente anti-Bergoglio se lanzan los trastos unos a otros. Así, el cardenal guineano Robert Sarah, uno de los pocos opositores públicos al Papa que mantiene un puesto clave en la Curia (es prefecto del Culto Divino), negó haber firmado un texto de purpurados y periodistas conservadores en el que trazan teorías conspirativas sobre el coronavirus y aseguran que las respuestas a la pandemia "son una excusa" para frenar la libertad de culto.
A través de su cuenta de Twitter, Sarah aseguró que puede compartir "a título personal" algunos aspectos de la carta titulada Por la Iglesia y por el mundo pero que explícitamente pidió al autor de la misiva, el ex-nuncio Carlo Maria Viganò, no aparecer como firmante.
Viganò, arzobispo italiano de 79 años, saltó a la fama dentro de los sectores conservadores en 2018, tras haber pedido la renuncia del papa Francisco alegando que el pontífice conocía un caso de abusos en Estados Unidos, aunque no aportó pruebas a la Justicia.
En la carta publicada por Viganò en el sitio 'Veritas Liberabit Vos' (la verdad los hará libres), los grupos conservadores aseguran que "la salud pública no debe ni puede convertirse en una excusa para infringir los derechos de millones de personas en todo el mundo, y mucho menos para privar a la autoridad civil de su deber de actuar con prudencia en pro del bien común", según la transcripción que mostraron algunos sitios de prensa.
Otro de los firmantes de la misiva es el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; o Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, y el más crítico del acuerdo Roma-Pekín para la designación conjunta de obispos.

Dios nos defiende de la mundanidad espiritual que corrompe a la Iglesia, dice el Papa

CIUDAD DEL VATICANO.-El Papa Francisco, en la misa de esta mañana celebrada en la Casa de Santa Marta, dirigió su pensamiento a quienes tienen la tarea de enterrar a los muertos en esta época de pandemia, arriesgando sus vidas. En su homilía el Santo Padre se refirió al espíritu del mundo, a la mundanidad espiritual, que es una cultura de lo efímero, que no conoce la fidelidad, no tolera la cruz y quiere destruir la Iglesia. De ahí que haya afirmado que sólo la fe en Cristo muerto y resucitado supera la mundanidad

El Santo Padre presidió la Misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta este el sábado de la V semana de Pascua. En su introducción Francisco dirigió su pensamiento a quienes realizan los servicios de sepultura de los muertos:
“Hoy rezamos por las personas que se ocupan de enterrar a los muertos durante esta pandemia. Sepultar a los difuntos es una de las obras de misericordia y, naturalmente, no es algo agradable. Oremos por ellos que también arriesgan sus vidas y corren el peligro de contagiarse”
En su homilía, el Papa comentó el Evangelio propuesto por la liturgia del día (Jn 15, 18-21) en el que Jesús dice a sus discípulos: “Si el mundo los aborrece, sepan que a mí me ha aborrecido antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque en cambio no son del mundo, pero yo los elegí del mundo, por eso el mundo los aborrece”.
Jesús – dijo Francisco – muchas veces habla del mundo, habla del odio contra Él y sus discípulos y reza al Padre para que no se lleve a los discípulos del mundo sino para que los defienda del espíritu del mundo.
El Papa se preguntó: "¿Cuál es el espíritu del mundo? ¿Qué es esta mundanidad, capaz de odiar, de destruir a Jesús y a sus discípulos, es más de corromperlos y de corromper a la Iglesia?". "Es una propuesta de vida, la mundanidad", "es una cultura, es una cultura de lo efímero, una cultura de la apariencia, del maquillaje, una cultura 'del hoy sí, mañana no, mañana sí y hoy no'. Tiene valores superficiales. Una cultura que no conoce la fidelidad, porque cambia según las circunstancias, y lo negocia todo. Esta es la cultura mundana, la cultura de la mundanidad". Y Jesús reza "para que el Padre nos defienda de esta cultura de la mundanidad. Es una cultura de lo descartable", según la conveniencia. "Es una cultura sin fidelidad" y también es "un modo de vivir de muchos que dicen ser cristianos. Son cristianos pero son mundanos".
"Jesús, en la Parábola de la semilla que cae en la tierra, dice que las preocupaciones del mundo", o sea la mundanidad, sofocan la Palabra de Dios, y no la dejan crecer. Francisco citó un libro del Padre de Lubac en el que se refiere a la mundanidad espiritual, afirmando "que es el peor de los males que le puede suceder a la Iglesia; y no exagera" describiendo "algunos males que son terribles". La mundanidad espiritual "es una hermenéutica de vida, es una modo de vivir; es también una forma de vivir el cristianismo. Y para sobrevivir ante la predicación del Evangelio, odia y mata". El Papa habló de los mártires, asesinados por odio contra la fe, si bien no son la mayoría. La mayoría son asesinados por la mundanidad que odia la fe.
La mundanalidad – observó Francisco – no es superficial, sino que tiene "raíces profundas" y es "camaleónica, cambia", según las circunstancias, pero la sustancia es la misma: una propuesta de vida que entra en todas partes, incluso en la Iglesia. La mundanidad, la hermenéutica mundana, el maquillaje, todo está hecho para ser así".
El Santo Padre recordó asimismo el discurso de Pablo en el Areópago de Atenas, cuando llama la atención al hablar del "dios desconocido" y comienza a predicar el Evangelio: "Pero cuando llegó a la cruz y a la resurrección se escandalizaron y se fueron. Hay una cosa que la mundanidad no tolera: el escándalo de la Cruz. No lo tolera. Y la única medicina contra el espíritu mundano es Cristo que murió y resucitó por nosotros, escándalo y locura".
El Apóstol Juan dice que "la victoria contra el mundo es nuestra fe". La única victoria es la fe en Jesucristo, muerto y resucitado. Y esto no significa ser fanáticos", dejar de dialogar con todas las personas, sino saber que la victoria contra el espíritu mundano es nuestra fe, el escándalo de la Cruz.
"Pidamos al Espíritu Santo" – fue la oración conclusiva del Papa Francisco – en estos últimos días del tiempo pascual, "la gracia de discernir lo que es mundano de lo que es del Evangelio y no dejarnos engañar, porque el mundo nos odia, el mundo odió a Jesús y Jesús rezó para que el Padre nos defendiera del espíritu del mundo".

Invitación del Papa a hacer la Comunión espiritual

Jesús mío, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo por encima de todas las cosas y te deseo en mi alma. Ya que ahora no puedo recibirte sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno totalmente a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.
El Papa Francisco concluyó la celebración con la adoración y la bendición eucarística. Y antes de salir de la capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antífona mariana "Regina caeli" de este tiempo pascual:

Regína caeli laetáre, allelúia.
Quia quem merúisti portáre, allelúia.
Resurréxit, sicut dixit, allelúia.
Ora pro nobis Deum, allelúia.