CIUDAD DEL VATICANO.- Con el reciente arresto, por corrupción y fraude, de monseñor Nunzio
Scarano, responsable de la Administración del patrimonio de la Sede
Apostólica (APSA), efectuado por la Procuraduría de Roma en el marco de
una investigación del Instituto para las Obras de Religión (IOR), entró
en su fase decisiva el proceso que concluirá con la anunciada reforma
que el papa Francisco tiene en mente para erradicar la falta de
transparencia de las actividades de esa polémica institución de crédito.
Tan es así que la reestructuración del IOR recibió un impulso
determinante con las sorpresivas renuncias de Paolo Cipriani y Massimo
Tulli, director general y subdirector del IOR, respectivamente,
anunciadas el pasado día primero. En el mismo marco se inscriben
decisiones adoptadas por el Papa argentino: el nombramiento de monseñor
Battista Salvatore Ricca, como nuevo prelado del banco vaticano y la
constitución de la comisión pontificia que además de seguir las
actividades del IOR, sentará las bases de la gran reforma de la
institución.
“El banco de la Santa Sede debe ser reformado, es inútil ocultarlo. Éste
es el objetivo de la pontificia comisión sobre el IOR de la cual, por
voluntad del Papa, formó parte”, dijo el cardenal francés Jean-Louis
Pierre Tauran
Marco Politi, conocido vaticanista del Il Fatto, dijo que mediante esta
comisión “Francisco pretende introducir un instrumento rígidamente
vinculado al destino para el que fue creado”, razón por la cual “la
comisión examinará la situación jurídica y las actividades del IOR para
armonizar mejor la misión de la iglesia y de la sede apostólica”.
No es casual, en este sentido, que la comisión haya nacido justo dos
días antes de las detención de monseñor Scarano, ya que como sostiene
Francesco Peloso, vaticanista del diario Il Secolo XIX y de la revista
Micromega, citando fuentes judiciales, “el arresto se aplazó como un
acto de cortesía hacia un Papa que está realizando acciones de
transparencia y limpieza sin precedentes”.
Al respecto, Paolo Rodari, vaticanista de La Reppublica, dice que podría
tratarse de “una nueva estrategia de colaboración entre el Vaticano y
la justicia romana, que tendría como garante al Papa”.
La no intromisión de la Santa Sede en el arresto de Scarano podría
confirmar esta hipótesis, ya que aunque el religioso había sido removido
de su cargo antes de su arresto, sus funciones como prelado seguían
vigentes.
Al parecer el Papa tampoco vio con buenos ojos lo afirmado por la cúpula
del IOR, de “que para la Iglesia era obligado tener un banco”, ya que
contradijo lo que había dicho una reciente homilia: “El IOR es
indispensable, pero sólo hasta un cierto punto”, dijo.
Los medios interpretaron la frase como el posible fin de este banco
cuando, según Paolo Rodari, el camino que podría seguir Francisco es
“cambiar los estatutos del IOR y constituir una fundación externa que
respondería al Papa, pero sin que pueda ser responsabilizado de los
asuntos del banco”.
Tras estas y otras especulaciones está la mayor transparencia que exige
al IOR la Comisión Europea para considerarlo un banco que respeta “los
cánones bancarios establecidos por la Unión Europea”.
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