jueves, 4 de julio de 2013

El Papa invita a besar las llagas de Jesús en los hambrientos, pobres, enfermos y encarcelados

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco ha asegurado que para encontrar al Dios vivo "hay que besar con ternura las llagas de Jesús en los hermanos hambrientos, pobres, enfermos y en los que están en la cárcel" y que para eso, "basta con salir a la calle", durante una Misa en la Casa Santa Marta con motivo de la fiesta de Santo Tomás Apóstol.

   Así, el Pontífice ha explicado la narración evangélica del encuentro del apóstol Tomás con Jesús Resucitado "que le invitó a meter el dedo en la herida de los clavos, a poner su mano en el costado" tras lo cual el discípulo confiesa la divinidad de Cristo con la frase "Señor mío, Dios mío".
   En esta línea, el Papa ha reflexionado sobre la duda inicial de Tomás y ha recordado que "en la historia de la Iglesia hubo algunas equivocaciones en el camino hacia Dios". Así, ha puesto el ejemplo de los "gnósticos" que "son buenos, trabajan" pero que han elegido un camino que "no es el justo".
   "Algunos creyeron que al Dios vivo, al Dios de los cristianos nosotros lo podemos encontrar por el camino de la meditación, e ir más arriba en la meditación. Eso es peligroso, ¡eh! Cuántos se pierden en ese camino y no llegan. Llegan sí, quizá, al conocimiento de Dios, pero no de Jesucristo, Hijo de Dios, segunda Persona de la Trinidad. A esto no llegan. Es el camino de los gnósticos, ¿no? Son buenos, trabajan, pero este no es el camino justo. Es muy complicado y no te lleva a buen puerto", ha indicado.
El Papa Francisco advirtió a los cristianos que no deben convertirse en meros “filántropos” sino que deben “besar las llagas” de los enfermos, los pobres, los hambrientos y los encarcelados.
“Porque tiene hambre, porque tiene sed, porque está desnudo, porque está humillado, porque es un esclavo, porque está en la cárcel, porque está en el hospital. Esas son las llagas de Jesús hoy. Y Jesús nos invita a dar un acto de fe, pero a través de estas llagas”, indicó.
“¡Hagamos una fundación para ayudar a todo el mundo y hacer tantas cosas buenas!. Eso es importante, pero si nos quedamos en este nivel seremos sólo filantrópicos”, dijo durante un discurso pronunciado en italiano.
Además el obispo de Roma advirtió contra el peligro de buscar a Dios sólo en la meditación y estableció que “no hay otro camino” para la vida espiritual que darse a los demás, porque el sólo meditar y nada más nunca puede conducir a Cristo.
“En la historia de la Iglesia ha habido algunos errores en el camino hacia Dios. Algunos creían que al Dios viviente, al Dios de los cristianos, podemos encontrarlo en el camino de la meditación, e ir más lejos con la meditación. Eso es peligroso, ¿eh?”, indicó.
“¡Cuántos se pierden en ese camino y no llegan!. Llegan sí, tal vez, al conocimiento de Dios, pero no de Jesucristo. A esto no llegan. Es el camino de los gnósticos, ¿no?. Son buenos, trabajan, pero no es el camino correcto, no te lleva a buen puerto”, apuntó.
La reflexión del obispo de Roma partió del pasaje bíblico del incrédulo Tomás, quien dijo no creer en la resurrección de Jesús hasta no ver sus llagas.
Sostuvo que otro error de algunos cristianos es pensar que para alcanzar a Dios hay que ser mortificado y austero, y por eso ellos han elegido el camino de la penitencia: sólo la penitencia y el ayuno. Pero estos tampoco llegaron a Dios.
“Jesús nos dice que la manera de encontrarle es encontrando sus llagas, y las llagas de Jesús las encuentras con las obras de misericordia, dando al cuerpo y al alma, sobre todo al cuerpo de tu hermano llagado”, reiteró.

Homilía de hoy

En la Misa de hoy en Casa Santa Marta, el Papa reflexionó sobre el episodio narrado en el Evangelio del día, en el que Jesús cura a un enfermo. Francisco recordó que la clave del episodio es que Jesús tiene el poder de perdonar los pecados y que cada persona es un hijo de Dios, lo que aporta libertad y valentía.
“Esa es la raíz de nuestro coraje: soy libre, soy hijo, Dios me ama, y yo le amo. Pidamos al Señor la gracia de entender bien su obra, lo que Dios ha hecho con Jesús: Dios ha reconciliado consigo al mundo, en Cristo, confiándonos la palabra de la reconciliación y de la gracia, que debemos llevar adelante con fuerza, con libertad de hijos. ¡Nos ha salvado Jesucristo! Y nadie nos puede quitar este carné de identidad. Yo me llamo así: hijo de Dios. Qué tarjeta de identidad más bonita. Estado civil: Libre. Que así sea”.
Junto al Papa concelebró el cardenal indio Placidus Toppo, arzobispo de Ranchi.

“Jesús le dice (al paralítico): “Ánimo, hijo, te son perdonados los pecados”. Quizá esta persona se haya sentido un poco “desconcertada” porque deseaba curarse físicamente. Después, ante las críticas de los escribas que entre ellos lo acusaban de blasfemar – “porque sólo Dios puede perdonar los pecados” – Jesús lo cura también en el cuerpo.
En realidad las curaciones, la enseñanza, las palabras fuertes contra la hipocresía, eran sólo un signo, un signo de algo más que Jesús estaba haciendo, es decir, el perdón de los pecados: en Jesús el mundo es reconciliado con Dios, éste es el “milagro más profundo”. Esta reconciliación es la recreación del mundo: ésta es la misión más profunda de Jesús. 
La redención de todos nosotros pecadores, y Jesús esto lo hace no con palabras, no con gestos, no caminando por la calle, ¡no! ¡Lo hace con su carne! Es precisamente Él, Dios, quien se convierte en uno de nosotros, en hombre, para curarnos desde dentro, a nosotros los pecadores. Jesús nos libera del pecado haciéndose Él mismo “pecado“, tomando sobre sí “todo el pecado “y ésta es la nueva creación”. 
Jesús desciende de la gloria y se abaja, hasta la muerte, hasta la muerte en la Cruz, hasta gritar: “¡Padre!, por qué me has abandonado!” Esta “es su gloria y esta es nuestra salvación. Este es el milagro más grande y con esto ¿qué hace Jesús? Nos hace hijos, con la libertad de los hijos. Por esto que ha hecho Jesús nosotros podemos decir: ‘Padre’. 
Al contrario, jamás habríamos podido decir esto: ‘¡Padre!’. Y decir ‘Padre’ con una actitud tan buena y tan bella, ¡con libertad! Éste es el gran milagro de Jesús. A nosotros, esclavos del pecado, nos ha hecho a todos libres, nos ha curado precisamente en el fondo de nuestra existencia. Nos hará bien pensar en esto y pensar que es tan bello ser hijo, es tan bella esta libertad de los hijos, porque el hijo está en casa y Jesús nos ha abierto las puertas de casa… 
¡Nosotros ahora estamos en casa!”. Ahora se comprende cuando Jesús dice: “Ánimo, hijo, te son perdonados los pecados. Esa es la raíz de nuestro coraje. Soy libre, soy hijo… ¡El Padre me ama y yo amo al Padre! Pidamos al Señor la gracia de entender bien esta obra suya, esto que Dios ha hecho en Él: Dios ha reconciliado consigo el mundo en Cristo, encomendando a nosotros la palabra de la reconciliación y la gracia de llevar adelante con fuerza, con la libertad de los hijos, esta palabra de reconciliación. ¡Nosotros somos salvados en Jesucristo! Y nadie nos puede robar este documento de identidad. Me llamo así: ¡hijo de Dios! ¡Qué hermoso documento de identidad! Estado civil: ¡libre! Así sea”.

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