lunes, 24 de junio de 2013

La Iglesia católica de Bolivia rechaza la pena de muerte y la castración


SANTA CRUZ.- El Arzobispo de Santa Cruz, Bolivia, monseñor Sergio Gualberti condenó, en la homilía de este domingo, los últimos hechos de violencia en la capital cruceña, que pusieron al descubierto a una sociedad donde están ausentes los valores éticos, morales y donde más bien impera la corrupción, la violencia, el hedonismo, el erotismo exacerbado, la diversión desmedida y el consumo de alcohol como elemento infaltable en todo evento.

Monseñor propuso a los padres de familia, la sociedad y al Gobierno asumir el desafío de cambiar el rumbo de las cosas y volver a poner a Dios en el centro de nuestra vida personal y social.

"Lo que nos propone Jesús, es cargar la cruz, esto significa convertirnos, cambiar nuestra manera de pensar y de vivir. Significa orientar nuestra existencia de acuerdo al Evangelio, vivir en total libertad frente a sí mismo y a los propios intereses, cambiar radicalmente nuestras actitudes, abrirnos y solidarizarnos con los demás", dijo.

Agregó que significa que todos se comprometan a colaborar en una convivencia fraterna y respetuosa, sin alguna discriminación, basada en los valores del reino de Dios, la vida, la verdad, la libertad, la justicia, el amor y la paz.

“Jesús nos lo dice con palabras fuertes: El que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, se salvará". 

 Lamentó, en ese marco, el predominio del individualismo en la sociedad boliviana, donde la constante entre las familias es lograr el éxito y la riqueza a como dé lugar, lo que ocasiona la migración de padres de familia en busca de mejores oportunidades económicas en el exterior, lo que atenta contra la unidad familiar y deja en el abandono y desamor a niños y jóvenes. A esto se suma la unión de parejas informales donde los padres no se hacen responsables de sus actos.

Reflexionó en torno al estremecedor caso de violación a una niña de tres años y las propuestas que surgieron respecto a la implementación de la pena de muerte, o castración química para los autores de estos delitos.

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