ROMA.- El expresidente del Instituto para las Obras
de Religión (IOR), conocido como Banco Vaticano, Ettore Gotti Tedeschi,
que fue cesado el pasado 24 de mayo de 2012 debido a las acusaciones de
irregularidades en la gestión de la entidad y que la semana pasada fue
excluido de cualquier responsabilidad penal por la Fiscalía de Roma, ha
admitido que se siente "amargado" porque en la Iglesia prevalece la
posición de quienes le querían "marginar" y ha subrayado que si no le
hubieran cesado, se hubieran evitado muchas cosas.
"Ha sido la Magistratura la que ha arrojado la luz de la verdad
sobre lo sucedido, mientras que, dentro de la Iglesia, en cambio, parece
prevalecer hasta ahora la posición de quien me quería marginar. Creo
que eso no les ha gustado al papa Francisco ni al secretario de Estado.
(...) También me duelen todos los daños relacionados con este asunto
que, como consecuencia, ha sufrido la Iglesia, y ahora Francisco.
Cuántas cosas se habrían evitado si no me hubieran cesado", subraya en
una entrevista que se publicará este viernes en la revista 'Vida Nueva'.
En este sentido, aunque espera que la decisión de la Magistratura
cambie la concepción de una parte de la jerarquía eclesiástica, teme que
"no será fácil" pues, aunque "al lado del Papa trabajan muchas personas
santas, también hay algunos que no quieren que salga a la luz la
verdad". Según precisa, esas personas no quieren que sea rehabilitado,
pues esto conllevaría la acusación implícita hacia otros.
Gotti Tedeschi admite que entre febrero y abril de 2012 hubo "un
momento de fortísima tensión, ligada a acontecimientos anteriores al
cese" y decidió escribir una breve síntesis para su secretaria que
tituló 'En caso de accidente', para que, si le sucedía algo, el
documento se enviara a tres personas.
Sobre el IOR, indica que había una "visión confusa" de que no era
"coherente" con la nueva normativa de transparencia. Por ello, cuenta
que a él le pidieron que lograse "transparencia", defendiera la
"discreción" y que la Santa Sede fuera "ejemplar". De hecho, explica que
las leyes contra el lavado de dinero negro que propusieron estaban
supervisadas por la Autoridad de Información Financiera (AIF).
Además, recuerda que, cuando el Moneyval, la entidad de control
del Consejo de Europa, les visitó en noviembre de 2011, les dijo que
habían realizado "un trabajo extraordinario" y que aunque debían
realizar algunas correcciones, si seguían así, podrían entrar en la
White List.
Sin embargo, apunta que el énfasis que el entonces presidente de
la AIF, el cardenal Attilio Nicora y él dieron a los controles internos,
"no encontró consenso por parte de muchos" y cambiaron la ley,
llevándola a una valoración de insatisfacción por parte del Moneyval.
"Cambiaron, sobre todo, el papel del AIF, que debía ser un organismo
independiente, pero pasó a depender de la Secretaría de Estado. Es como
poner el Banco de Italia a depender del Ministerio del Tesoro. Moneyval
lo consideró intolerable", puntualiza.
Gotti Tedeschi señala que le gustaría hablar con el Papa Francisco
o con un emisario suyo porque "nadie nunca" le ha preguntado, aunque lo
ha pedido "infinidad" de veces.
Asimismo, revela que al Papa Benedicto XVI "se le mintió
públicamente".
"Se decía que el Papa sabía todo y que era él quien así
lo había querido", indica, al tiempo que confirma como verdad lo que
dijo el secretario personal de Benedicto XVI, Georg Gänswein, en una
entrevista a 'Il Messaggero' sobre que Ratzinger se quedó muy
sorprendido por su cese.
"Lo más grave es que hoy se reconoce que tenía razón en todo. De
hecho, se ha tenido que volver a los orígenes, a los procedimientos de
entonces. Han tenido hasta que volver a colocar al AIF en la posición
que pretendíamos. La Magistratura ha dicho que yo había operado bien y
que otros operaron mal. El final del escándalo Vatileaks ha demostrado
que no filtré ningún documento. Pero nadie ha abierto una
investigación", remarca.
Acerca de quienes intentaron "demoler" su figura al ligar su
nombre con el escándalo del Vatileaks, ha explicado que aquellos hechos
son motivo de cuatro acciones judiciales por difamación que están en
manos de sus abogados.
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