sábado, 19 de abril de 2014

El papa pide a los fieles llevar a Cristo a todos los extremos de la Tierra

CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco presidió hoy la solemne Vigilia Pascual, una de las liturgias más antiguas de la Iglesia Católica, en la que bautizó a diez personas de diferentes países y en la que, durante su homilía, invitó a los fieles a llevar "el fuego" de Cristo a todos los extremos de la Tierra.

"Es necesario volver a ver a Jesús resucitado y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es regresar al primer amor para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo y llevarlo a todos los extremos de la tierra", explicó.
Asimismo, el papa instó a los congregados a volver a "Galilea" para renovar, así, su fe mediante el recuerdo del sacrificio de Cristo.
En este sentido, el papa subrayó que regresar a Galilea -renovar la fe- "tiene un significado bonito" porque significa "sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana".
El Papa ha invitado a "redescubrir el bautismo como fuente viva" y a "sacar energías nuevas" de la raíz de la "fe" y de la "experiencia cristiana", al tiempo que ha instado a volver a Galilea, durante su homilía en la Vigilia Pascual, celebrada en la Basílica de San Pedro, en la que ha insistido en su mensaje de  retomar las raíces del cristianismo.
   Así, Francisco ha señalado que es necesario volver a "Galilea" que, a su juicio, representa "el lugar de la primera llamada, donde todo empezó", y ha subrayado que ese gesto significa "releer todo a partir de la cruz y de la victoria".
   En esta línea, ha explicado que se trata de releer "la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor". "También para cada uno de nosotros hay una Galilea en el comienzo del camino con Jesús", ha aseverado.
   Además, ha recordado que en la vida del cristiano, después del bautismo, hay también una Galilea "más existencial" que consiste en "la experiencia del encuentro personal con Jesucristo", que llama "a seguirlo y participar en su misión".
   En este sentido, el Papa ha recordado que volver a Galilea significa "custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada" y "recuperar la memoria de aquel momento".
   Durante la homilía, el Papa se ha dirigido a los fieles para preguntarles "cuál" es su Galilea;  y "dónde" esta; si la recuerdan o la han olvidado. En este punto, ha pedido a Dios volver a Galilea para poder "encontrar a Jesús" y dejarse "abrazar por su misericordia".
   En una de las Misas más importantes del año, el Pontífice también ha recordado que, tras la muerte de Jesús, "los discípulos se habían dispersado" y todo parecía que "había terminado" pues estaban "muertas las esperanzas". Sin embargo, ha subrayado que el anuncio por parte de las mujeres  de que había resucitado, "aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad".
   Al mismo tiempo, ha destacado que con la Resurrección se enciende "alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena". Así, el Papa ha subrayado que "el evangelio de Pascua es claro" porque "es necesario volver" para ver a Jesús resucitado y convertirse en "testigos de su resurrección".
   Igualmente, el Pontífice ha resaltado que "no es un volver atrás, no es una nostalgia" y además ha remarcado que "es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra".
   Al finalizar su homilía, ha invocado la intercesión de la Virgen María en esta noche de celebración de la Vigilia Pascual, uno de los ritos más antiguos de la liturgia y en el que la Cristiandad ha velado por el tránsito de Jesús, que pasa de la Cruz a la vida, de la muerte a la resurrección.
Esta Vigilia Pascual comenzó con una basílica de San Pedro completamente en penumbra, mientras en el exterior se desataba una fuerte tormenta.
El rito se divide en tres partes fundamentales: la celebración del fuego, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Bautismal.
Por petición del pontífice, el inicio de esta solemne y sugestiva ceremonia se adelantó a las 20.30 hora local (18.30 GMT) y comenzó con la tradicional bendición del fuego y la preparación del Cirio Pascual.
El primer rito comenzó cuando el obispo de Roma inscribió con un punzón sobre la superficie del Cirio el signo de la cruz, la primera y última letra del alfabeto griego -alfa y omega- y los números que conforman el año en curso, el 2014.
Lo hizo en el atrio del templo mientras pronunciaba en latín un antiguo pregón que reza "Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. A Él pertenece el tiempo y los siglos, a Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos".
Acto seguido, el diácono encendió el Cirio y lo portó en una sugestiva procesión que transcurrió por el interior de una basílica ensombrecida, seguido por el propio pontífice, que portaba otra vela, y por miembros del clero, vestidos completamente de blanco.
La procesión finalizó con el canto del "Exultet" en el altar de las Confesiones, bajo el baldaquino barroco del templo, y con ella se puso fin a la celebración del fuego para dar paso a la conocida como Liturgia de la Palabra.
Para la celebración de este rito, se leyó un pasaje del Génesis en francés, una monja continuó leyendo el Éxodo en español y un joven leyó en inglés un pasaje del libro del profeta Ezequiel.
Acto seguido y tras la lectura de un pasaje del Evangelio según San Mateo, Bergoglio pronunció su homilía, que estuvo sucedida por la celebración de la Liturgia Bautismal.
Para proceder con la imposición de este sacramento, el diácono sumergió el Cirio Pascual en el agua de la pila bautismal por la que pasaron los diez catecúmenos -personas que se instruyen para abrazar el Catolicismo- que hoy recibieron el bautismo por parte del pontífice.
De este modo, el papa vertió el agua bendita sobre la cabeza de estas diez personas, ocho hombres y dos mujeres, de las cuales cinco eran italianos y el resto procedían de Líbano, Bielorrusia, Francia, Senegal y Vietnam.
El más joven fue Jacopo Capezzuoli, de siete años, que fue bautizado junto con su hermano Giorgio, de diez.
El mayor fue Tuan Tran, un vietnamita de 58 años quien, tras el rito, asumió el nombre cristiano de Mateo (Matthew).
El rito ha comenzado con la bendición del fuego por parte d el Pontífice, que ha incidido con un punzón sobre el Cirio Pascual, que lleva una cruz con la primera y la última letra del alfabeto griego (alfa y omega), así como las cifras del año en curso.
   Mientras, el Papa ha pronunciado en latín un antiguo pregón que reza "Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. A Él pertenece el tiempo y los siglos, a Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos".
   Después, ha dado comienzo la procesión hacia el altar mayor, en un ambiente de pleno recogimiento, encabezada por el diácono que portaba el Cirio y compuesta  por el Pontífice, diferentes miembros del clero y algunos fieles.
   Una vez en el altar mayor, y tras la bendición del Papa, el diácono ha impregnado el Cirio con incienso al tiempo que ha proclamado el "Exultet", el anuncio de la Pascua, al que los fieles han atendido con una vela encendida. Tras el rito del encendido, marcación y bendición del Cirio se ha celebrado la "Liturgia de la Palabra" y la "Liturgia Bautismal".
   La tradicional y antigua "Liturgia de la Palabra" ha consistido en la lectura del libro del Génesis, leído en francés del libro del Éxodo, en español, y del libro del profeta Ezequiel, en inglés.
   Acto seguido, el Papa ha procedido a la "Liturgia Bautismal", en la que ha bautizado a diez personas del Camino Neocatecumenal de edades comprendidas entre los 7 y los 58 años, procedentes de Italia, Vietnam, Bielorrusia, Senegal, Líbano y Francia. El más pequeño era italiano, mientras que el más mayor era un vietnamita de 58 años.
   Este domingo a las 10.15 horas, el Papa Francisco celebrará la Misa de Pascua en la Plaza de San Pedro, decorada con miles de flores, y a las 12.00 horas impartirá su Bendición 'Urbi et Orbi' desde el balcón central de la Basílica Vaticana. Se espera que el Pontífice pronuncie también las felicitaciones pascuales en diferentes idiomas.
Durante la ceremonia, en la que se congregaron 5.000 fieles, las campanas de la basílica rompieron su silencio después de los cuarenta días de Cuaresma para celebrar la Pascua, al tiempo que, en el interior, se entonaba el "Gloria".
Después de tres horas, el pontífice salió de la basílica vaticana apoyado en su báculo y arropado por el aplauso de todos los fieles congregados.
Mañana por la mañana, la plaza de San Pedro se engalanará para acoger la ceremonia del Domingo de Resurrección, que pone fin a esta Semana Santa, la segunda de Bergoglio sobre la silla del Apóstol Pedro.
En ella, el pontífice leerá su Mensaje Pascual y, al mediodía y desde la logia central del templo, impartirá la tradicional bendición "Urbi et Orbi".

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