jueves, 24 de abril de 2014

Las canonizaciones impactan en México

MÉXICO.- La canonización de Juan Pablo II el domingo próximo generó en México, el segundo país más católico del mundo, sentimientos cruzados que oscilan entre la euforia, la crítica y la indiferencia.

    Unos 5.000 mexicanos asistirán a las ceremonias de la canonización del papa polaco y de Juan XXIII, según cifras de la principal arquidiócesis de México, pero será la primera dama Angélica Rivera y no el presidente Enrique Peña el que asista a las ceremonias en el Vaticano. En contrapartida, la beatificación de Karol Wojtyla, el 30 de abril de 2011, acudió el entonces presidente Felipe Calderón, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), más cercano a la Iglesia católica que el Revolucionario Institucional (PRI, centro), actualmente en el poder y de perfil más laico.
    Entre los asistentes figuran unos 30 obispos, de los que sobresalen los cardenales Norberto Rivera, arzobispo primado de México, Juan Sandoval, arzobispo emérito de Guadalajara, Javier Lozano, ex "ministro" de Salud de la Santa Sede y Francisco Robles, arzobispo de Guadalajara y presidente de la Conferencia del Episcopado mexicano. Algunos peregrinos debieron ahorrar desde hace mucho tiempo para poder cumplir su sueño de asistir a la elevación a santo de Juan Pablo II.
    Sectores oficiales celebraron la canonización y algunas cadenas televisivas anunciaron transmisiones en directo desde Roma de la ceremonia en el Vaticano.
    El embajador de México ante la Santa Sede, Mariano Palacio, dijo que "el recuerdo de los cinco viajes de Juan Pablo II a México sigue vivo en el corazón del pueblo que, asimismo ha acompañado, el pasado mes de febrero, las reliquias del beato". El diplomático reconoció "la importancia de la imagen de los dos papas en la vida del pueblo latinoamericano en general".
    Con motivo de la canonización, la noche del domingo habrá una misa de acción de gracias en la Basílica de Guadalupe, el principal santuario católico del país, encabezada por el nuncio apostólico en México Christophe Pierre. Pero en contraste el suceso también genera críticas, como las de organizaciones de víctimas de abusos sexuales de México, que solicitaron esta semana al papa Francisco que el proceso para elevar a los altares a su predecesor "sea paralizado".
    Estos grupos cuestionaron su credibilidad por haberse rehusado a adoptar medidas firmes frente a las denuncias de pederastia elevadas por ellos y por algunos sacerdotes.
    Joaquín Aguilar, director de la Red de Sobrevivientes de Abusos del Clero, afirmó que el Papa Wojtyla "se enteró de los casos y nunca quiso hacer nada, prefirió no mover un dedo". José Barba, ex legionario y víctima de los abusos del sacerdote Marcial Maciel, afirmó que la canonización busca tender "una losa de silencio pesada, para que nadie cuestione ya la responsabilidad de Juan Pablo II en el encubrimiento" del fundador de los Legionarios de Cristo.
    Por su parte, el especialista en religiones, Bernardo Barranco, cuestionó que en la canonización tanto del papa polaco como en la de Juan XXIII hayan alcanzado una "dimensión política" que hizo infringir las normas en los procesos legales.
    También cuestionó "la represión" de Karol Wojtyla "contra los derechos humanos y religiosos de muchos actores en la Iglesia progresista, llámense Teología de la Liberación, en América Latina".
    El profesor e investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y experto en temas religiosos Elio Masferrer señaló que la canonización de Juan Pablo II es "una maniobra" de ciertos grupos en el Vaticano "para tapar todos estos errores de encubrimiento, de la Iglesia católica, y particularmente de Juan Pablo II".

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