domingo, 20 de abril de 2014

Reeditan un trabajo histórico sobre el origen del Cristianismo

BUENOS AIRES.- El ensayo sobre la caída del imperio romano y la consolidación del Cristianismo de Edward Gibbon, considerado como "el primer historiador moderno", ha sido editado recientemente en castellano para Iberoamérica.

    Gibbon aportó en seis volúmenes entre 1776 y 1778 una historia monumental sobre la evolución de la religión católica desde el "paleocristianismo" de los primeros creyentes judíos de Jerusalén, a la "institucionalización" del Cristianismo en Roma.
    "Los cristianos y la caída de Roma" publicada por Taurus en castellano, es un extracto de esa extensa obra, que reconoce como antecedente una versión original en italiano.
    El extracto se concentra en los primeros cristianos y su advenimiento como la religión dominante, a partir de "cinco causas" que Gibbon desarrolló en su tiempo, introduciendo la primera lectura completa e histórica del Cristianismo primitivo.
    El progreso del Cristianismo y la confusión civil del imperio romano que contribuyeron a relajar la severidad de las leyes durante el siglo III, coincidieron durante el reinado del emperador Alejandro Severo para la definitiva caída de Roma, explicó el historiador.
    Alejandro Severo, emperador entre 222 y 235, fue el primero que respetó a los cristianos y les autorizó a reclamar y poseer tierras dentro de los límites de la misma Roma, transacciones que estaban prohibidas hasta entonces.
    Aquel fue el comienzo de la consolidación del poder económico de las incipientes comunidades cristianas y antes de finalizar el siglo III se otorgaron muchas fincas a las ya "opulentas" iglesias de Roma, Milán, Cartago, Antioquía, Alejandría y "otras grandes ciudades de Italia y de las provincias", explica Gibbon.
    El historiador inglés en su ensayo reconoce que la decadencia de Roma había comenzado mucho antes de que los cristianos pudieran "ingresar" al reducto romano.
    Los cristianos se habían negado a participar en la defensa de las ciudades itálicas ante el avance de los bárbaros, recogiendo el repudio de los paganos "hacia las actitudes pusilánimes de la nueva secta".
    Gibbon asegura en su ensayo que el poder de los obispos católicos se construyó a finales del siglo III mediante una alianza entre ellos y cambiando "el lenguaje de la exhortación por el de la exigencia" y compensando sus debilidades iniciales con "alegorías bíblicas" dirigidas al pueblo creyente.

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