domingo, 15 de septiembre de 2013

Un padre para todos

CIUDAD DEL VATICANO.- Un verdadero benefactor del pueblo que ayudó al crecimiento moral y espiritual de los fieles y a promover el progreso de la sociedad, la familia y la comunidad. Es el retrato de José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914) propuesto por el Cardenal Amato, el enviado pontificio, durante el rito de la beatificación del sacerdote argentino, este sábado, 14 de septiembre, en Villa Cura Brochero, ante una multitud de más de 150.000 personas, que desde las más tempranas horas de la madrugada se había reunido para presenciar el histórico evento.

Histórico, porque su beatificación involucró a toda la nación. Pues Brochero, en realidad, no era sólo un sacerdote, sino un verdadero benefactor de su país. "Su profundo trabajo de humanización - dijo el cardenal en la homilía - provenía de la predicación del Evangelio de Cristo y de su santidad personal, reconocida por todos a lo largo de su vida", tanto es así que en 1883, el diario "El Interior» de Córdoba publicó su biografía, como la lectura religiosa de la Semana Santa de ese año.
El celebrante pontificio narró algunos episodios de la vida del nuevo beato que llegaba con su mula a los más recónditos lugares “para llevar la palabra y el consuelo de la fe”. El corazón de Brochero se abrió sobre todo al abrazo de los más indigentes, con una inmensa caridad pastoral. “Testimoniaba con la vida lo que predicaba con las palabras". "Era el primero en trabajar -dijo el cardenal Amato-, transportando piedras, labrando la tierra”.
El purpurado también destacó cómo "la caridad pastoral del cura Brochero" era "creadora de comunión”.
 “Era un pastor y un padre para todos. Pero su predilección fueron los pobres, los enfermos, los más pequeños”. Les proveía de alimentos, de ropa, asistencia, según sus posibilidades". La caridad pastoral del beato Brochero estaba dirigida a la promoción integral de los fieles. Por esto añadió el representante del Papa Francisco, "se hizo cargo de la construcción de escuelas para la educación de los jóvenes, construyó caminos, canales de riego. Hizo el tramo local del ferrocarril y construyó el edificio de correos". De hecho, el bienestar social era importante para él como el bienestar espiritual”.
El cardenal Amato concluyó su homilía recordando “la caridad especial que el cura gaucho manifestaba a sus hermanos en el sacerdocio, exhortándoles a la oración, a la predicación, a la confesión semanal. Y les instaba a tres importantes compromisos: ser constantes en el ministerio de la sagrada Doctrina; a no cansarse nunca de ser misericordiosos, rezando, celebrando adorando y perdonando; y a ejercitar con alegría el ministerio sacerdotal de Cristo”.

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