CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco animó a vivir con sencillez y, como los niños, los
jóvenes, a hablar con sinceridad y transparencia, “incluso si están
equivocados”, porque la transparencia permite recibir de Dios “la gracia
de la libertad”.
Así lo explicó el Santo Padre durante su homilía de la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta de este 29 de abril, fiesta litúrgica de Santa Catalina de Siena.
“Pidamos al Señor la gracia de la sencillez y que nos dé esta gracia
que da a la gente sencilla, a los niños, a los jóvenes que dicen lo que
sienten, que no ocultan lo que sienten. Incluso si es algo equivocado,
pero lo dicen. También con Él, decir las cosas: transparencia. Y no
vivir una vida que no es ni una cosa ni la otra. La gracia de la
libertad para decir estas cosas y también la gracia de conocer bien
quiénes somos ante Dios”, invitó el Pontífice.
En esta línea, el Papa señaló la importancia de “tener sabiduría en lo
concreto” y advirtió también sobre el peligro de vivir “en la tibieza,
en el gris, ni buenos, ni malos, ni negro, ni blanco, grises” porque al
Señor “no les gustan” las personas que viven su vida con tibieza
“Concreto para no ser mentirosos, si confesamos nuestros pecados, Él es
fiel y justo, tanto que nos perdona, nos perdona cuando nosotros somos
concretos”, subrayó.
Al comentar un pasaje de la Liturgia del día, de la Primera Carta del
Apóstol San Juan (1:5-2:2), en el cual el evangelista describe y anuncia
que “Dios es Luz y en Él no hay tiniebla alguna”, el Papa destacó que
esta narración “hay muchos contrastes: entre luz y tinieblas, entre
mentira y verdad, entre pecado e inocencia. Pero el apóstol siempre
llama a la concreción, a la verdad, y nos dice que no podemos estar en
comunión con Jesús y caminar en las tinieblas, porque Él es la luz”.
Por ello, el Santo Padre explicó que “o una cosa u otra: el gris es aún
peor, porque el gris te hace creer que estás caminando en la luz,
porque no estás en la oscuridad y esto te tranquiliza. El gris es muy
traicionero. O una cosa u otra”, reiteró el Papa al explicar que “si
decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la
verdad no está en nosotros".
“Aquí hay una cosa que puede engañarnos: decir ‘todos somos pecadores’,
como quien dice ‘buenos días’, ‘feliz día’, una cosa habitual, incluso
una cosa social, y así no tenemos una verdadera conciencia del pecado.
No, soy un pecador por esto, esto, esto. La concreción. La concreción de
la verdad: la verdad siempre es concreta.
En esta línea, el Papa Francisco reiteró que “la verdad es concreta y
no puedes ir a confesar tus pecados de forma abstracta: ‘Sí, yo... sí,
perdí la paciencia una vez, volví a perder la paciencia...’, y cosas
abstractas. ‘Soy un pecador’. La concreción: ‘Yo hice esto. Esto es lo
que pensé. He dicho esto’. La concreción es lo que me hace sentir como
un pecador en serio y no un pecador en el aire”.
De este modo, el Santo Padre animó a decirle al Señor con libertad “la
cosas como son” y pedir su ayuda, imitando el ejemplo del apóstol Pedro
después de la primera pesca milagrosa: "Aléjate de mí, Señor, porque soy
un pecador” por lo que alentó a “tener esta sabiduría de lo concreto”.
“El diablo quiere que vivamos en la tibieza, tibios, en el gris: ni
bueno ni malo, ni blanco ni negro: gris. Una vida que no complace al
Señor. Al Señor no le gustan los tibios. Concreción. No para ser
mentirosos. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonarnos: nos perdona cuando somos concretos. La vida espiritual es
tan simple, tan sencilla; pero nosotros la complicamos con estos
matices”, explicó el Santo Padre.
Lectura comentada por el Papa Francisco
I Juan 1:5--2:2
5 Y este es el mensaje que hemos oído de Él y que les anunciamos: Dios es Luz, en Él no hay tiniebla alguna. 6 Si decimos que estamos en comunión con Él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. 7 Pero
si caminamos en la luz, como Él mismo está en la luz, estamos en
comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de
todo pecado.
8 Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. 9 Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. 10 Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros.
1 Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. 2 El es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
8 Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. 9 Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. 10 Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros.
1 Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. 2 El es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
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