El oficio de profeta se cotiza bastante mal en estos momentos. Hay
una sensible pérdida de credibilidad, quién sabe si merecida o no. Las
circunstancias son complicadas y dificultan la tarea de lanzar
pronósticos. Una entidad tan acreditada como el banco de inversión
estadounidense Morgan Stanley acaba de poner cifras a estos
despropósitos.
Estima el banco de inversión, siempre aclarando que todo dependerá
de las medidas que adopte el Gobierno y de la evolución de las
circunstancias sanitarias, que el PIB español registrará una caída
cierta este año debido al parón de la economía.
Pero a la hora de
ponerle cifras ofrece tres pronósticos, el más favorable (caída del
5,8%), el medio (retroceso del 13,5%, del que dice que podría ser el
más probable) y el más dañino, que se traduciría en un retroceso de la
actividad económica del 22,6%.
La diferencia entre el escenario menos
malo y el más catastrófico es espectacular, hasta el punto de restarle
cierta credibilidad de los guarismos.
En las dos últimas semanas han proliferado las previsiones económicas
y se puede observar una apreciable disparidad entre las previsiones de
unos y otros, pero nunca se habían podido contemplar extremos tan
dispares entre lo menos malo y lo peor en la cuantía que estiman los
analistas del banco americano. La línea general dominante cifraba en
torno al 9% el descenso del PIB, aunque había desviaciones de algunos
puntos al alza o a la baja.
Sobre todo al alza, hasta niveles del 13%.
El hecho de que Morgan Stanley dispare la peor de las hipótesis hasta el
22,6% de caída, la segunda más fuerte de la Unión Europea tras la de
Italia, a la que pronostica una recesión incluso superior, es
indudablemente una muy mala noticia para la economía y para la sociedad
española en su conjunto.
Este lunes, los mercados bursátiles han reaccionado al alza ante la
hipótesis de un adelanto de las medidas de suavización del nivel de
confinamiento de la sociedad, es decir, una opción a favor de un retorno
más rápido a las tareas de recuperación de los niveles productivos,
dentro de la gradualidad que ya se supone.
Esta semana empiezan a abrir algunos negocios, eso sí, extremando las
medidas de seguridad, mientras se estudia el retorno a una cierta
normalidad en el caso del transporte de personas, uno de los aspectos
que más va a verse afectado por la pandemia, ya que los horarios
laborales tendrán que ser objeto de un severo reajuste para evitar las
aglomeraciones y para huir de cualquier paso atrás en la proliferación
de los contagios.
Uno de los sectores en los que el impacto del frenazo económico va
a dejarse notar previsiblemente con mayor impacto es el turístico, un
sector que además tiene un elevado peso en el conjunto de la actividad
económica debido a su efecto multiplicador y su impacto en el empleo.
La evolución de este sector dependerá, además, no solo de las medidas
que puede adoptar España en la regulación del sector sino en las
decisiones que puedan adoptar los países de origen en relación con la
libertad de movimientos de sus habitantes.
En medio de tantas
incertidumbres, el oficio de analista económico, sobre todo a la hora
de formular pronósticos, se presenta ciertamente complejo.
(*) Periodista y economista español
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