sábado, 16 de mayo de 2020

Tres de cada diez curas y obispos del mundo, en contra del Papa Francisco y sus reformas


ROMA.- Siempre han estado en los círculos de poder de la Iglesia, de todas las iglesias, incluso en tiempos de Jesús. Eran los fariseos, los doctores de la Ley, los que prefieren el dogma y el rito frente al amor al prójimo. Fueron los inquisidores, los férreos guardianes de la ortodoxia que condenaban a teólogos, quemaban a mujeres en la hoguera, castigaban a los científicos que afirmaban que la Tierra era redonda o demostraban la circulación de la sangre. Los ultraconservadores no son, ni mucho menos, una especie en vías de extinción. Y según los expertos están dispuestos incluso a fomentar un cisma. 

"No son una minoría. El 30% del clero, los obispos y los laicos más comprometidos en el mundo están en contra de Francisco". El prestigioso vaticanista Marco Politi ha puesto negro sobre blanco la dura realidad que afronta la Iglesia en tiempos de Francisco. Un movimiento cismático en toda regla que, lejos de seguir al Papa, aun con críticas a su gestión, se prepara para la batalla.

El veterano periodista de La Reppublica se niega a minimizar a los opositores del Papa argentino, y desmiente que únicamente sean ultras, o una pequeña y ruidosa minoría. En su análisis, Politi sostiene que casi un tercio de la jerarquía y el laicado institucionalizado (en movimiento conservadores como el Opus Dei, los kikos, los Caballeros de Colón o los Legionarios de Cristo) quieren torpedear las reformas emprendidas por este pontificado.
"Hay una parte de la Iglesia que no está de acuerdo con Francisco y que está tratando de influir en el próximo cónclave", sostiene, tajante, Politi, que afirma que la estrategia de los 'anti-Francisco' pasa por crear estados de ánimo de cara al futuro, y presionar en el presente para frenar posibles reformas, como se vio en el pasado Sínodo de la Amazonía.

¿Lucha por la sucesión?

¿Hay un sucesor para el Papa Francisco? Todo parece indicar que Bergoglio ha puesto sus esperanzas en el cardenal filipino Tagle, mientras que los ultraconservadores –a los que se unen varios curiales italianos– sueñan con una dupla formada por los cardenales Sarah y Ouellet, actuales prefectos de las congregaciones del Culto y Obispos, las dos personalidades con más alto rango entre los opositores al Papa.
Ante el silencio del Vaticano se suceden las señales, como la última andanada del ex nuncio Viganò, que acusó a las autoridades mundiales de utilizar la pandemia para acabar con el culto católico en un manifiesto suscrito –entre otros– por los cardenales Müller y Zen. También por el cardenal Sarah, considerado el 'papable' del sector ultraconservador, que después de firmar el manifiesto se borró del apoyo explícito al texto. 
Politi ve todo esto como "la punta del iceberg". Una punta en la que también se inscribe el papa emérito, Benedicto XVI, quien tras varios meses de silencio ha vuelto a aparecer en los medios con motivo de una biografía que acaba de salir a la luz en Alemania.
"Algunos obispos y cardenales siempre están en la primera fila, pero detrás de ellos hay una parte no despreciable del clero y los laicos que están en contra de Francisco y cualquier reforma en la Iglesia", añade el vaticanista. "Nunca ha habido tantos ataques contra un Papa", concluye.
Sin embargo, estos sectores comienzan a erosionarse. La pasada semana se vio una de las imágenes más disparatadas del sector anti-Francisco, con acusaciones cruzadas que revelan la falta de confianza entre ellos, hasta el punto de filtrar las grabaciones de las llamadas mutuas.

Teorías conspirativas frente a la pandemia

La historia es compleja, pero muestra cómo los líderes del frente anti-Bergoglio se lanzan los trastos unos a otros. Así, el cardenal guineano Robert Sarah, uno de los pocos opositores públicos al Papa que mantiene un puesto clave en la Curia (es prefecto del Culto Divino), negó haber firmado un texto de purpurados y periodistas conservadores en el que trazan teorías conspirativas sobre el coronavirus y aseguran que las respuestas a la pandemia "son una excusa" para frenar la libertad de culto.
A través de su cuenta de Twitter, Sarah aseguró que puede compartir "a título personal" algunos aspectos de la carta titulada Por la Iglesia y por el mundo pero que explícitamente pidió al autor de la misiva, el ex-nuncio Carlo Maria Viganò, no aparecer como firmante.
Viganò, arzobispo italiano de 79 años, saltó a la fama dentro de los sectores conservadores en 2018, tras haber pedido la renuncia del papa Francisco alegando que el pontífice conocía un caso de abusos en Estados Unidos, aunque no aportó pruebas a la Justicia.
En la carta publicada por Viganò en el sitio 'Veritas Liberabit Vos' (la verdad los hará libres), los grupos conservadores aseguran que "la salud pública no debe ni puede convertirse en una excusa para infringir los derechos de millones de personas en todo el mundo, y mucho menos para privar a la autoridad civil de su deber de actuar con prudencia en pro del bien común", según la transcripción que mostraron algunos sitios de prensa.
Otro de los firmantes de la misiva es el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; o Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, y el más crítico del acuerdo Roma-Pekín para la designación conjunta de obispos.

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