CIUDAD DEL VATICANO.- Este 6 de mayo, en
la Misa en la Casa Santa Marta, el Santo Padre pidió por todos aquellos
que trabajan en los medios de comunicación que en este tiempo de
pandemia han trabajado y arriesgado mucho. En su homilía, el Pontífice
invitó a acoger la luz de Cristo y a dejarnos iluminar por su luz, para
vencer lo que nos tiene atados a la oscuridad: los vicios, la soberbia y
el espíritu de mundanidad.
En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo
– en la Capilla de la Casa Santa Marta, este miércoles de la IV Semana
de Pascua, el Papa Francisco pidió por todos aquellos que trabajan en
los medios de comunicación:
“Oremos hoy por los hombres y mujeres que trabajan en los medios
de comunicación. En este tiempo de pandemia arriesgan mucho y el trabajo
es mucho. Que el Señor los ayude en este trabajo de transmitir,
siempre, la verdad”.
“Que la luz de Jesús ilumine nuestra oscuridad”
En su homilía, el Papa Francisco comentando el Evangelio del día (Jn
12, 44-50), recuerda que Jesús se presenta como la luz, la luz que ha
venido al mundo y no ha venido a condenar, sino a salvarlo. De aquí
deriva la misión de Jesús que es iluminar: Él es la luz del mundo. La
misión de los apóstoles también es llevar esta luz, la luz de Jesús,
porque el mundo está en la oscuridad.
El drama de la luz de Jesús,
señaló el Papa, es que fue rechazado: su pueblo no lo acogió, amaron más
las tinieblas que la luz, son esclavos de las tinieblas. Y este también
es nuestro drama, porque el pecado nos hace vivir en la oscuridad y no
nos gusta ver la luz porque nos hace ver las cosas como son, nos hace
ver la verdad. Precisamente la luz de Jesús nos hace ver la libertad, y
la verdad.
San Pablo tuvo esta experiencia del paso de la oscuridad a la luz.
Con el bautismo Pablo recuperó la luz: "Tuvo esta experiencia del paso
de las tinieblas, en la que estaba, a la luz. También es nuestro pasaje,
que lo recibimos sacramentalmente en el bautismo: por eso el bautismo
fue llamado, en los primeros siglos, ‘iluminación’, porque te daba luz" y
por eso en el bautismo se da una vela encendida a los padres porque el
niño, la niña, es iluminado: "Jesús trae la luz".
Esta experiencia es la experiencia de la conversión, que no es otra
cosa que pasar de la oscuridad a la luz. Pero, el Papa se pregunta: ¿Qué
es lo que nos ciega? Lo que nos enceguece, afirmó el Pontífice, es el
pecado, el pecado no tolera la luz. Los vicios, el espíritu mundano, el
orgullo. Nos llevan a asociarnos con otros en el mal; hay mafias
espirituales que permanecen en la oscuridad.
No es fácil vivir en la luz
porque nos hace ver cosas malas que no queremos ver: pecados. Jesús no
vino a condenar sino a salvar: debemos dejarnos iluminar en nuestra
oscuridad diaria. El Señor nos salva, pero nos pide que veamos nuestra
oscuridad. El Señor es bueno, es gentil, no debemos temer la luz de
Jesús.
Estas tres cosas – observó el Papa – te empujan a asociarte con otros
"para permanecer a salvo en la oscuridad". A menudo hablamos de las
mafias: es esto. Pero hay mafias espirituales, hay mafias domésticas":
es una "búsqueda de alguien más para cubrirse y permanecer en la
oscuridad".
No es fácil vivir en la luz. La luz nos hace ver tantas
cosas feas dentro de nosotros que no queremos ver: vicios, pecados...
Pensamos en nuestros vicios, pensamos en nuestro orgullo, pensamos en
nuestro espíritu mundano: estas cosas nos ciegan, nos alejan de la luz
de Jesús".
Pero si pensamos en estas cosas – añadió el Papa – "no encontraremos
un muro, no: encontraremos una salida", porque el propio Jesús dice que
Él es la luz: "No he venido al mundo para condenar al mundo, sino para
salvarlo". El mismo Jesús, la luz, dice: "Ten valor: déjate iluminar,
déjate ver por lo que tienes dentro, porque soy yo quien te lleva
adelante, quien te salva. No te condeno. Yo te salvo".
Es "el Señor que
nos salva de la oscuridad que tenemos dentro, de la oscuridad de la vida
cotidiana, de la vida social, de la vida política, de la vida nacional e
internacional... tanta oscuridad" y "el Señor nos salva". Pero nos pide
que los veamos primero; que tengamos el coraje de ver nuestra oscuridad
para que la luz del Señor entre y nos salve. No tememos al Señor –
concluyó el Papa – es muy bueno, es amable, está cerca de nosotros. Ha
venido a salvarnos. No tengamos miedo de la luz de Jesús".
La comunión espiritual, adoración y bendición Eucarística
Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la
bendición Eucarística, invitando a todos a realizar la comunión
espiritual con esta oración:
“Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo
Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en
mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentalmente, ven al
menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te
abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de
Ti. Amén”.
Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona mariana que se canta en el tiempo pascual, el Regina Coeli.
Regína caeli laetáre, allelúia.
Quia quem merúisti portáre, allelúia.
Resurréxit, sicut dixit, allelúia.
Ora pro nobis Deum, allelúia.
Quia quem merúisti portáre, allelúia.
Resurréxit, sicut dixit, allelúia.
Ora pro nobis Deum, allelúia.
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