ROMA.- La costarricense Floribeth Mora, cuya curación
inexplicable permitirá elevar a los altares el domingo al papa Juan
Pablo II, quiere llevar su "testimonio de fe y esperanza por el mundo",
según contó este jueves tras llegar a Roma para asistir a la
ceremonia de canonización que presidirá Francisco.
"Mientras me inviten a otros países, como lo hicieron México,
Argentina o Panamá, donde estuve, lo voy a seguir haciendo. No importa
el cansancio. Seguiré llevando un mensaje de fe y esperanza al mundo",
contó Mora, de 50 años, quien llegó acompañada por su marido, Edwin
Solano y dos de sus cinco hijos, Keiner y Edwin.
La costarricense, que ha recibido peticiones y cartas de numerosos
latinoamericanos para el papa argentino, espera conocer pronto a
Francisco tras la ceremonia del domingo en la que será canonizado
también Juan XXIII.
"Estoy ansiosa por conocer al papa y orgullosa de que Francisco sea
nuestro. Este hombre va camino a la santidad", sostiene Mora, quien
tiene una agenda apretada en Italia, con numerosas entrevistas para la
prensa escrita y las televisiones.
"Soy una persona muy creyente y nunca he dudado de los milagros",
confiesa la costarricense, a la que se le empañan los ojos de emoción al
recordar el día en que ocurrió "el milagro", la curación repentina de
un aneurisma cerebral, justamente el domingo de la beatificación de Juan
Pablo II, el 1 de mayo del 2011, transmitida en directo por la
televisión a medio mundo.
"Escuché una voz y era la voz de Juan Pablo II. Vi las manitas que
sobresalían de la fotografía de Juan Pablo de un suplemento de un
periódico. Eran las suyas. Es indudable que había sido por intercesión
de Juan Pablo II", rememora la señora, a quien los médicos habían
desahuciado en abril del 2011 al haberle diagnosticado un aneurisma en
el lado izquierdo del cerebro, que clínicamente era imposible de
erradicar.
"Nunca imaginé que me iba a suceder todo esto. Yo siento que Dios me encomendó esa misión", confiesa.
"La voz me decía 'levántate, no tengas miedo'", cuenta la centroamericana que desde ese instante sintió que se había recuperado.
"Me sentí bien, tenía una paz que me dio la certeza de que estaba sana", aseguró.
El proceso de curación fue gradual pero seguro y le permite decir
ahora que "está perfectamente bien, puedo ponerme a saltar ahora mismo",
dijo.
El proceso para certificar la curación milagrosa duró varios meses
durante los cuales fue sometida a numerosos exámenes médicos, incluso en
Italia, donde estuvo internada en el Policlínico Gemelli, de Roma.
"El proceso fue muy duro y largo. He sido vista por muchos médicos y
neurólogos, hasta que confirmaron que no había daño en mi cerebro, que
mis arterias cerebrales están limpias y que mi cuerpo no tiene alguna
secuela que indique que tengo daño físico", sostiene.
"Vean, vean el milagro más que a la mujer", dice la señora, que ha
sido invitada a Polonia, el país de nacimiento del nuevo papa santo,
para un recorrido por varias ciudades.
"Estoy aquí porque Dios sigue escribiendo una historia a través de mi vida", afirma con tono disponible.
Al término de la primera jornada en Roma, Mora asistió vestida toda
de negro a una misa en la pequeña iglesia de San Estanislao, donde
tradicionalmente se reúne los domingos la comunidad polaca de la
capital.
Unos 400 fieles se congregaron en el templo, entre ellos el
postulador de la causa de canonización de Juan Pablo II , el monseñor
polaco Slawomir Oder y un grupo de latinoamericanos que en gran silencio
siguieron la misa.
"Para nosotros es muy emocionante que ella esté aquí, porque hay algo
de Juan Pablo II en Floribeth", comentó el religioso polaco Piotr
Studnicki.
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