CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco aseguró hoy que los nuevos santos de la Iglesia, Juan Pablo II y Juan XXIII fueron hombres valientes, porque “no se avergonzaron de la carne de Cristo y no se escandalizaron de él”.
Durante
el sermón de la misa en la cual él mismo elevó al honor de los altares a
estos dos pontífices, Jorge Mario Bergoglio recordó que ellos tuvieron
“el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y
su costado traspasado”.
Esto lo hicieron –dijo- acercándose “a la carne del hermano” sin vergüenza, porque en cada persona que sufría veían a Jesús.
“Fueron
dos hombres valerosos, llenos del espíritu santo, y dieron testimonio
ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia”,
indicó.
Aseguró que las llagas de Jesús son un “escándalo para la
fe”, pero son también la comprobación de la fe; por eso, en el cuerpo de
Cristo resucitado, las llagas no desaparecieron, permanecieron porque
aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por los
hombres, y son indispensables para creer en Dios.
Recordó que los
nuevos santos fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX, que
conocieron las tragedias de la humanidad pero no se abrumaron; en ellos
Dios fue más fuerte, en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios,
insistió.
En ellos –agregó- había una “esperanza viva”, junto a un
“gozo inefable y radiante”, la esperanza y el gozo que Cristo
resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá
privar.
Sostuvo que los Papas tuvieron una esperanza y un “gozo
pascual”, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento,
de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa
de la amargura de aquel cáliz.
“Y ésta es la imagen de la Iglesia
que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II
colaboraron con para restaurar y actualizar la Iglesia según su
fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo
de los siglos”, señaló.
“No olvidemos que son los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia”, precisó.
Constató
que al convocar el Concilio, Juan XXIII se dejó conducir y fue para la
Iglesia un pastor, un guía-guiado. Por eso lo calificó como “el Papa de
la docilidad al espíritu”.
En tanto, consideró a Juan Pablo II
como “el Papa de la familia”, ya que él mismo, una vez, dijo que así le
habría gustado ser recordado.
El
Vaticano informó hoy que suman 800.000 las personas que participaron en
Roma de la ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II,
presidida por el Papa Francisco.
Según comunicó la Gendarmería
Vaticana, unos 500.000 fieles se ubicaron en la Plaza de San Pedro, la
Vía de la Conciliación (avenida que une la Santa Sede con la ciudad de
Roma) y en las zonas aledañas.
Mientras otros 300.000 peregrinos
siguieron la ceremonia gracias a las 19 pantallas gigantes que fueron
colocadas en diversos espacios de la capital italiana: Piazza Navona,
Piazza Farnese, Piazza Venezia y Foros Imperiales.
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