lunes, 15 de marzo de 2021

Barbara Jatta, primera mujer en dirigir los Museos Vaticanos: "No es un trabajo, es mi pasión"


CIUDAD DEL VATICANO.- Barbara Jatta es la primera mujer en dirigir los Museos Vaticanos, los Museos del Papa. Anteriormente, fue directora de la Biblioteca Vaticana durante dos décadas y, una semana después de ver al Papa para explicarle un proyecto de su departamento, recibió la carta que la nominaba vicedirectora de los Museos Vaticanos.

Hablando con ella uno tiene la sensación que no siente su trabajo como un trabajo. Es su pasión y así intenta transmitirlo en todas sus respuestas. Una mujer cercana al arte desde ya muy pequeña al tener una entera familia relacionada con este mundo tan bonito. Cercana a los jóvenes que acoge cada 6 meses para las prácticas en todos los departamentos de los Museos.

Barbara Jatta abre los Museos Vaticanos para 'Aleluya' y nos cuenta cómo han sido estos meses de pandemia, la alegaría en ver de nuevo los turistas volver a entrar para ver las obras de los museos. Un futuro incierto ahora pero con muchos desafíos por delante.

Esta entrevista se realizó días antes de la última noticia que llegó ayer el pasado viernes, 12 de marzo, donde se anunció que los Museos Vaticanos tienen que volver a cerrar tan solo un mes y medio después de la reapertura por las condiciones sanitarias de la pandemia.

"Conformemente a las medidas que el Gobierno de la República italiana ha adoptado para hacer frente a la emergencia sanitaria, se comunica que a partir del lunes 15 de marzo de 2021 los Museos Vaticanos permanecerán cerrados al público" se puede leer en su página web.


Esperemos que la situación pueda mejorar pronto y que las puertas de los Museos vuelvan a abrir para todos aquellos que quieran hacer un viaje por el tiempo, el tiempo del arte.

Usted viene de una familia de arquitectos e históricos del arte, ¿tenía claro desde que era una niña que se quería dedicar a este trabajo y a este mundo del arte?

Quizá en el fondo sí, siempre he vivido rodeada por el arte, mi madre es una restauradora, mi abuela pintora y mi abuelo arquitecto. En la Puglia nos paseábamos entre obras de arte antiguas y por tanto el arte ha formado siempre parte de mi vida.

No he pensado nunca que fuera un trabajo, tampoco ahora lo considero un trabajo, es una pasión.


Antes de llegar a ser director de los Museos, usted ha trabajado 20 años dentro de la Biblioteca Vaticana. ¿Cuál es el ambiente que se respira allí dentro? ¿Y qué es lo que más ha aprendido?

El Cardenal Bertello dice que yo he dejado una parte de mi corazón en la Biblioteca Vaticana. Es inevitable ya que son 20 años de vida, 20 años de formación completa, fundamentales para cualquiera. Es un lugar universal del conocimiento, son tantos departamentos casi como en los Museos Vaticanos. Allí conviven tantas disciplinas diferentes, son tesoros que tienes que descubrir por ti mismo. Se respira un ambiente precioso.


Me considero afortunada y privilegiada, he servido a cinco cardenales bibliotecarios y tres prefectos: los cardenales Poggi, Mejias, Tauran, Farina y Bruguès, y los tres prefectos, entre los que me gusta recordar al Padre Leonard Boyle, al Cardenal Farina y sobre todo a Cesare Pasini, con el cual he trabajado en contacto directo en los últimos años. Nunca me he sentido discriminada por el hecho de ser mujer, siempre valoraron mi profesionalidad y me han dado espacio para las iniciativas del departamento que dirigía.

Me he encontrado siempre a gusto con los compañeros, en un ambiente sereno debido a la complejidad de un trabajo que puede parecer estático, y en cambio es totalmente dinámico, con tantas ideas, tantos proyectos. Empezamos el proyecto de la digitalización, en especial con el departamento de artes gráficas, con muchísimo trabajo, pero también muy gratificante, tanto a nivel local como internacional. Un ambiente estimulante, no hay duda de que allí me sentía una historiadora de arte en un mundo de bibliotecarios, mientras que aquí me siento una bibliotecaria en un mundo de historiadores de arte.

Me llevo conmigo 20 años de formación en bibliotecas, archivos y catalogaciones, de conocimiento del patrimonio. Así que cuando llegué a los Museos quería trabajar sobre las colecciones, sobre el catálogo, sobre el conocimiento de lo que teníamos. Había un despacho de inventario que trabajaba muy bien, pero necesitábamos compartir toda la información almacenada y esto es lo que hemos hecho durante estos años.


¿Qué es lo que hace estos Museos únicos en el mundo? ¿Y por qué se habla siempre de Museos y no de Museo?

El término Museos Vaticanos indica un sistema de museos, son cerca de 21. Se puede considerar como el Museo de los Museos. Al igual que la Biblioteca está formada por núcleos y colecciones que se han ido juntando en el transcurso de los años, así son los Museos Vaticanos, un conjunto de espacios, incluso algunos que no fueron concebidos como museos, otros que en cambio a lo largo de los siglos fueron pensados en forma museística, como instituciones capaces de compartir el patrimonio, con una amplia mirada sobre todos los aspectos del conocimiento del arte, de la historia y de la fe.

La fe no solo como objeto de coleccionismo, sino también como promotora del conocimiento de la historia, de las raíces y de los valores morales. El conjunto de estos valores es lo que hace únicos y universales los Museos del Papa. Los Museos de los Orígenes, por ejemplo, el egipcio o el etrusco, fueron creados en el siglo XIX, pero el interés hacia un estudio en un sentido más amplio ya estaba desde la época de Julio II, hace quinientos años, cuando decimos que empiezan las colecciones vaticanas y cuando él empezó a reunir objetos no solo de la antigüedad greco-romana, sino que también de las más antiguas.

Una atención con respecto al conocimiento como vehículo de valores morales, pero también espirituales y de fe. En esto los Museos Vaticanos son únicos, diferentes de otros museos globales como el Louvre, el Hermitage, el Metropolitan o el Prado. Se trata realmente de una colección que abarca un amplio espectro de conocimientos, un poco como la Biblioteca Vaticana, pero de forma visual y orientada a compartir valores, sobre todo de la fe.


Usted al final es la directora de los Museos del Papa, ¿le ha dado algún consejo? ¿Ha venido a visitar los Museos?

Indirectamente sí. Vino a inaugurar un Museo importante, el Museo Etnológico, una nueva instalación que hicimos el año pasado con una exposición dedicada a la Amazonía y nos ha pedido, de forma muy clara, de crear puentes, de crear la posibilidad de que cualquiera que viniera al museo se sintiera en casa, sintiera que sus raíces están también aquí dentro. La universalidad de estos museos es también esto.

No es casualidad que viniera para esa muestra. Estábamos todos nerviosos por este viaje a Irak, nosotros tenemos colecciones de estos países, tanto en el Museo Egipcio como en el de Oriente Medio, pero también en el Museo Etnológico, el que había inaugurado, con 80.000 piezas correspondientes a las culturas y a las comunidades extraeuropeas. Cuatro continentes representados en 80.000 piezas increíbles, preciosas y desconocidas.

Nos ha pedido no solo atención a los pobres, sino atención a los pobres a raíz de sus culturas.


Cuando ha sido nombrada directora de los Museos, ¿el Papa le hizo una entrevista de trabajo?

¡En realidad no! Lo vi esa semana, era el lunes, yo tenía jet lag después de un congreso en los Estados Unidos. El prefecto, ahora Mons. Pasini, me dijo: “Barbara vamos, el Papa nos recibe” para hablar de un proyecto que había organizado mi departamento y se lo expliqué al Papa, que me miraba de una forma muy penetrante.

Cuando salimos de la reunión, que duró casi una hora, le dije al prefecto: “¡He visto al Papa muy atento!”. Esto sucedía el lunes y el viernes recibí la carta que me nombraba vicedirectora. Ya sabía que sustituiría al director en el mes de diciembre.


La pandemia de la covid-19 ha obligado a cerrar durante varios meses, ¿qué habéis aprendido durante todas esas semanas sin visitantes?

Hemos aprendido que necesitamos repensar rápidamente las situaciones, tomar lo que llega como una ventaja y no una desgracia. Como una ventaja porque el periodo de pandemia nos ha permitido implementar el catálogo en línea de las obras. Hoy cualquiera puede ir a la web y encontrar todas las obras bien descritas, algo que antes no era así.

Nos ha permitido completar todos los informes sobre trabajos y proyectos, en especial los de las restauraciones, ya que los restauradores tenían tanto trabajo acumulado. Personalmente me ha permitido tener una vida menos frenética y por tanto pensar mejor en las prioridades. No hay duda de que el tiempo hay que verlo como una oportunidad, sobre todo en este tiempo de suspensión y por esto hemos intentado, entre todos, a pesar de las inquietudes, las dificultades y los miedos, vivirlo como una ventaja.


¿Se puede decir que estos meses han sido el mayor desafío durante toda su trayectoria como directora?

Quizá sí, no lo había pensado nunca, pero puede ser.


Y ahora habéis vuelto de nuevo a abrir, ¿usted cree que la cultura puede ser el centro de esta nueva normalidad?

Entre tanto vamos reabriendo con todas las medidas de seguridad, permitiendo que las personas vengan con gusto a compartir este patrimonio universal, y es eso lo que hemos estado haciendo estos meses: termo escáner a la entrada, ventilación de las salas, entradas solo con reserva online que nos permite saber cuántas personas están en los museos y modificar los flujos.

Seguramente el desafío de la reapertura será una experiencia maravillosa en estos espacios universales, pero también saber compartirlo, calibrar bien lo que podemos hacer digitalmente, junto a lo que sin embargo es indispensable hacer con la presencia de las personas. Todos hemos dicho durante el confinamiento que el gran vencedor era el digital. Un año después digo que el digital es importante, pero relativamente porque el disfrute directo es único y por tanto tiene que ir absolutamente junto a la experiencia digital.


¿Cuál es el lugar de los Museos que usted prefiere?

Son muchos, me gusta mucho pasear por la noche cuando casi todos se han ido. Un lugar especial en mi corazón es la Terraza del Belvedere del Patio de la Piña.

Es un espacio muy bonito desde donde abrazas todos los Museos, la Ciudad del Vaticano, abrazas Roma que es mi ciudad y los alrededores de Roma. Es un sitio único. ¿Usted cambiaría de lugar a alguna obra de los Museos Vaticanos?

No, creo que son obras para compartir, aunque hay obras muy frágiles que tendencialmente no movería absolutamente. Diría que son obras para compartir y creo que es precioso verlas en el contexto donde han sido colocadas y pensadas en los siglos pasados.

Algunas veces hacemos retoques en las instalaciones para valorarlas más, pero sin transformarlas completamente. En la sala octava de Rafael, que hemos inaugurado en junio de 2020 para el centenario, simplemente ajustamos las luces, restauramos las pinturas, encontramos viejos marcos napoleónicos que habían sido colocados y después quitados a estos cuadros y ya solo así la sala tenía otro aspecto. El otro día llevé a un director que había venido muchas veces y la sala le parecía totalmente diferente.


Si tuviera que elegir el mejor momento de estos años como directora, ¿le vendría en mente alguno?

Tenemos un grupo de 25 becarios cada seis meses en los diferentes departamentos a los cuales se le asigna un tutor. Cuando los 25 que acaban su periodo de prácticas se reúnen una mañana delante del director y de los representantes, cada uno presenta en pocos minutos el proyecto desarrollado en estos 6 meses y al mismo tiempo invitamos a los nuevos becarios.

Creo que es uno de los momentos más bonitos porque entiendes el entusiasmo en la formación y cuanto les ha sido útil y fundamental este periodo para su formación: lo entiendes, no solo por las lágrimas, sino por el entusiasmo. Es un momento precioso de formación y entiendes que la misión de compartir este patrimonio llega a los jóvenes, no solo a los visitantes, sino también a los que lo viven detrás del escenario.
¿Sabe si el Papa Francisco visita la Capilla Sixtina sin avisar?

Quizá sí, pero no lo sé con precisión.


¿Cuáles son los próximos desafíos para los Museos Vaticanos?​

Los próximos desafíos serán enfrentarse a un momento complejo, con muchos menos turistas de los que teníamos anteriormente; desde el punto de vista del visitante es maravilloso, pero desde el punto de vista de la gestión es más complicado.

El desafío será traer, como estamos haciendo, a un turismo diferente con respecto a lo que estábamos acostumbrados para que disfrute de este patrimonio. Gestionar este futuro cercano no será fácil.

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