ROMA.- El Papa Francisco ha asegurado que trabajará
por una Iglesia sin "cortesanos", alejada del narcisismo que ha
caracterizado a muchos jefes de la Iglesia y con una organización no
solo de arriba hacia abajo sino también horizontal.
Así lo indica en una entrevista publicada este martes por el
diario italiano 'La Repubblica', concedida a su fundador, Eugenio
Scalfari, en la que afirma que los más
afectados por el narcisismo son las personas que tienen mucho poder.
"¿Sabe qué pienso sobre esto? Los cabezas de la Iglesia han sido a
menudo narcisistas, adulados por sus cortesanos. La Corte es la lepra
del Papado", asevera.
No obstante, puntualiza que esa corte no es la Curia y apunta un
defecto de esta: que es "vaticano-céntrica". Así, explica que lo es en
el sentido de que mira por los intereses del Vaticano que siguen siendo
en su mayoría temporales, dejando de lado el mundo que la rodea.
"No comparto esta visión y haré todo lo que pueda por cambiarla.
La Iglesia debería volver a ser una comunidad de fieles, sacerdotes,
pastores y obispos que cuidan de las almas", añade.
Preguntado por si ve que la institución domina a la Iglesia pobre,
misionera, el Papa declara que no es Francisco de Asís, pero que sí es
el Papa y que, por ello, ha decidido crear un grupo de ocho cardenales
asesores. "No cortesanos sino personas sabias que comparten mis
sentimientos. Este es el principio de una Iglesia con una organización
que no es solo de arriba hacia abajo sino también horizontal",
apostilla.
La entrevista se desarrolló en la Casa Santa Marta el pasado 24 de
septiembre después de que Scalfari recibiera una llamada del Pontífice
en respuesta a una carta.
"Hola, soy el Papa Francisco", recuerda que le dijo y, tras mirar
su agenda, le propuso un día para la entrevista. Una vez delante del
Papa, después de estrecharle la mano, Scalfari cuenta que Francisco le
dijo sonriendo: "Algunos de mis colegas que le conocen me han dicho que
tratará de convencerme". A lo que Scalfari contestó bromeando que sus
amigos le habían dicho lo mismo de él.
En este sentido, el Papa se refiere al proselitismo para asegurar
que es "un disparate solemne, que no tiene sentido".
"Necesitamos
conocernos unos a otros, escucharnos y mejorar nuestro conocimiento del
mundo (...) El mundo está repleto de caminos que se juntan y separan
pero lo importante es que conduzcan hacia el bien", precisa.
En todo caso, insiste en que cada persona puede tener su propia
idea de Dios y del diablo y debe tratar de seguir el bien y luchar
contra el mal tal y como lo concibe. "Esto sería suficiente para hacer
del mundo un lugar mejor", asevera.
Precisamente, el Papa Francisco afirma que "el más grave de los
males" que afligen al mundo en estos años es el paro de los jóvenes y la
soledad en la que se deja a los mayores, que tienen necesidad de
atención y compañía.
Concretamente, afirma que es un problema de los Estados,
gobiernos, partidos políticos pero asegura que "también concierne a la
Iglesia particularmente porque esta situación no solo daña al cuerpo
sino también a las almas".
"La Iglesia debe sentirse responsable tanto
de las almas como de los cuerpos", añade.
Sobre su infancia y juventud, el Papa cuenta que la vocación no le
llegó demasiado pronto ya que su familia quería que estudiara una
profesión para ganar algo de dinero. Así, fue a la universidad e incluso
cuenta que tuvo un profesor que se convirtió en amigo y que era un
ferviente comunista.
"A menudo me leía textos del Partido Comunista y me los daba a
leer. Así también conocí esa concepción muy materialista". Sin embargo,
asegura que su materialismo no le sedujo, pero que sí le ayudó a conocer
un aspecto social que luego encontró en la doctrina social de la
Iglesia.
Por su parte, el periodista relata su historia al Papa y explica
cómo pasó de creer en Dios a no creer y admite que, aunque no es anti-
clericalista, sí lo es cuando se encuentra con un clericalista. "Eso
también me pasa a mí --afirma el Papa--, cuando me encuentro con un
clericalista, de repente me convierto en anti-clericalista. El
clericalismo no debería tener nada que ver con el cristianismo",
explica.
Acerca del momento de su elección, el Pontífice cuenta cómo antes
de aceptar, pidió estar a solas en un cuarto unos minutos. En ese
tiempo, según recuerda, su cabeza estaba completamente vacía y tenía una
gran ansiedad. Para relajarse, cuenta que cerró los ojos e hizo
desaparecer todos sus pensamientos, incluso aquel de rechazar, y sintió
cómo le llenaba una luz que aclaró sus ideas.
Finalmente, preguntado por la política, el Papa ha insistido en
que el llamado liberalismo solo hace al fuerte más fuerte y al débil más
débil y excluye a los más excluidos. "Necesitamos una gran libertad, no
discriminación, no demagogia y mucho amor. Necesitamos normas de
conducta y también si es necesario, la intervención directa del Estado
para corregir las más intolerables desigualdades", remarca.
Para despedirse, Scalfari cuenta que se abrazaron y que el Papa le
dijo refiriéndose a un futuro encuentro: "Hablaremos también del papel
de la mujer en la Iglesia. Le recuerdo que la Iglesia es femenina".
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