CIUDAD DEL VATICANO.- El Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como Banco Vaticano
obtuvo unos beneficios de 86,6 millones de euros en el año 2012, lo que
cuadruplica la ganancia de 2011 cuando se registró un beneficio neto de
20,3 millones, según se desprende del Informe Anual publicado por
primera vez.
Este incremento se debe principalmente a los resultados
favorables por intermediación en los mercados y a los valores más altos
de los bonos, resultantes de la caída generalizada de las tasas de
interés en los mercados financieros a lo largo del año, según precisa el
documento.
De este beneficio neto de 86,6 millones de euros, el IOR, fundado en
1942 por Pío XII, transfirió un total de 31,9 millones a un "fondo de
reserva" para potenciales riesgos y destinó los otros 54,7 millones de
euros al uso de la Santa Sede. El informe revela que a 31 de diciembre
de 2012, el Banco Vaticano contaba con unos 18.900 clientes, 2.100 menos
que el año anterior. Según explica la institución, esta caída se debe
sobre todo al cierre de cuentas inactivas.
La oscuridad que rodea al Banco Vaticano hizo que 100 días después de ser elegido Papa, Francisco nombrara una comisión de investigación
sobre la entidad con el objetivo de que “los principios del Evangelio
impregnen también las actividades de carácter económico y financiero”.
Durante sus más de 70 años de historia el banco se ha envuelto en
numerosos escándalos financieros internacionales. Juan Pablo II y
Benedicto XVI hicieron el amago de emprender una limpieza, pero los
poderes fuertes del Vaticano lograron mantener el control. Los
últimos días de Joseph Ratzinger como Papa estuvieron marcados por el
escándalo provocado por la destitución del anterior presidente, Ettore
Gotti Tedeschi, quien —según publicó la prensa italiana— habría
recopilado un gran dossier que incluiría pruebas de irregularidades de
todo tipo amparadas en la opacidad del IOR y en la que habrían
participado prelados, políticos e incluso mafiosos. Tras la destitución
de Tedeschi, Benedicto XVI nombró al armador alemán Ernest von Freyberg, quien ha emprendido una operación de imagen para intentar lavar el nombre de la institución.
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