CIUDAD DEL VATICANO.- Como todos los años, el Papa Francisco inicia este miércoles 1 de julio sus «vacaciones en casa» durante todo el mes de julio,
pero esta vez le resultará más difícil descansar debido a la
acumulación de tareas pendientes, las anomalías funcionales del Vaticano
y la gran incertidumbre sobre la evolución de la pandemia de
coronavirus.
En
todo julio, sus únicas intervenciones públicas serán las del domingo a
mediodía para el rezo del Ángelus con los fieles que acuden a la plaza
de San Pedro, en la actualidad poquísimos por la ausencia de turistas y
peregrinos.
Las audiencias oficiales están suspendidas, y la próxima audiencia general será el miércoles 5 de agosto. Aun así, casi todos los veranos el Papa suele participar en algún encuentro fuera de programa con refugiados o enfermos.
Este verano tan especial es posible que se reúna con alguno de los turnos de «campamentos» organizados en los Jardines Vaticanos desde las 7.30 de la mañana hasta las 6 de la tarde para trescientos hijos de empleados y empleadas de modo que los padres puedan trabajar con tranquilidad y llevarse de nuevo los niños a casa al final de la jornada.
Esta actividad para niños desde los 5 años hasta los 14 es tan novedosa como necesaria en estos momentos de riesgo. La organizan conjuntamente la asociación «Todos de fiesta», y la comunidad salesiana en el Vaticano, con Franco Fontana, capellán de la Gendarmería y de los Museos Vaticanos como responsable de la parte espiritual.
En la última audiencia general, celebrada el pasado miércoles en «streaming» desde su biblioteca, Francisco formuló el deseo de que «a pesar de todas las medidas de seguridad ante el peligro de contagio de coronavirus», las vacaciones sean «un tiempo de descanso sereno, de disfrute de la belleza de la creación y de fortalecimiento de los lazos con las personas y con Dios».
En circunstancias normales, Francisco aprovecha la tranquilidad casera del mes de julio para preparar los próximos viajes internacionales y los grandes eventos en calendario como Sínodos de Obispos, etc. En estos momentos no hay previsto ningún viaje , y se teme que no puedan reanudarse hasta mediados del año que viene.
Tampoco hay convocado ningún gran encuentro, y las esperanzas se limitan a volver a celebrar la misa en la nave central de la basílica de San Pedro, con los fieles separados, quizá para la Navidad.
En cambio, el Papa deberá lidiar con la enorme dificultad para normalizar la actividad del Vaticano después de la cuarentena, el retraso acumulado en la fase final del proyecto de reforma de la Curia, y las medidas necesarias para que no se repitan escándalos financieros como el de la tortuosa compra y gestión de un edificio de lujo en Londres con fondos reservados de la Secretaría de Estado.
El caso, en manos del Tribunal del Vaticano, ha llevado a la suspensión de cinco funcionarios y el arresto preventivo, durante diez días de un bróker italiano residente en Londres que intervino en la operación, recuerda una crónica de Abc, de Madrid.
Las audiencias oficiales están suspendidas, y la próxima audiencia general será el miércoles 5 de agosto. Aun así, casi todos los veranos el Papa suele participar en algún encuentro fuera de programa con refugiados o enfermos.
Este verano tan especial es posible que se reúna con alguno de los turnos de «campamentos» organizados en los Jardines Vaticanos desde las 7.30 de la mañana hasta las 6 de la tarde para trescientos hijos de empleados y empleadas de modo que los padres puedan trabajar con tranquilidad y llevarse de nuevo los niños a casa al final de la jornada.
Esta actividad para niños desde los 5 años hasta los 14 es tan novedosa como necesaria en estos momentos de riesgo. La organizan conjuntamente la asociación «Todos de fiesta», y la comunidad salesiana en el Vaticano, con Franco Fontana, capellán de la Gendarmería y de los Museos Vaticanos como responsable de la parte espiritual.
En la última audiencia general, celebrada el pasado miércoles en «streaming» desde su biblioteca, Francisco formuló el deseo de que «a pesar de todas las medidas de seguridad ante el peligro de contagio de coronavirus», las vacaciones sean «un tiempo de descanso sereno, de disfrute de la belleza de la creación y de fortalecimiento de los lazos con las personas y con Dios».
En circunstancias normales, Francisco aprovecha la tranquilidad casera del mes de julio para preparar los próximos viajes internacionales y los grandes eventos en calendario como Sínodos de Obispos, etc. En estos momentos no hay previsto ningún viaje , y se teme que no puedan reanudarse hasta mediados del año que viene.
Tampoco hay convocado ningún gran encuentro, y las esperanzas se limitan a volver a celebrar la misa en la nave central de la basílica de San Pedro, con los fieles separados, quizá para la Navidad.
En cambio, el Papa deberá lidiar con la enorme dificultad para normalizar la actividad del Vaticano después de la cuarentena, el retraso acumulado en la fase final del proyecto de reforma de la Curia, y las medidas necesarias para que no se repitan escándalos financieros como el de la tortuosa compra y gestión de un edificio de lujo en Londres con fondos reservados de la Secretaría de Estado.
El caso, en manos del Tribunal del Vaticano, ha llevado a la suspensión de cinco funcionarios y el arresto preventivo, durante diez días de un bróker italiano residente en Londres que intervino en la operación, recuerda una crónica de Abc, de Madrid.
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