MADRID.- La figura del cardenal Antonio María Rouco declina en Roma.
El presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Madrid ya no
forma parte de la Congregación Vaticana de los Obispos, uno de los
centros de poder de la Santa Sede. También conocida como la 'fábrica de
los obispos', la congregación tiene entre sus cometidos el nombrar a los
miembros de la jerarquía católica.
El Papa Francisco no ha renovado a
Rouco ni al cardenal tradicionalista estadounidense Raymond Burke,
aunque sí ha ratificado en sus puestos a los españoles Antonio Cañizares
y Santos Abril. También sigue siendo presidente del organismo el
cardenal canadiense Marc Ouellet.
Con esta decisión el cardenal Rouco, de 77 años, pierde
ascendiente ante Francisco en lo que se refiere a la designación de
ternas y propuestas para que el Pontífice nombre prelados. El
apartamiento de Rouco de la 'fábrica de obispos' coincide con su
inminente jubilación y su próxima retirada como presidente del
episcopado, cargo que ha ocupado durante tres trienios. Su tercer
mandato termina en marzo, momento en que se renovará la cúpula eclesial
con obispos más afines a Jorge Mario Bergoglio.
Con esta operación el Papa se rodea de hombres de su entera
confianza. Entre los nuevos integrantes de la Congregación se
encuentran el secretario de Estado, Pietro Parolin; los cardenales Koch,
Wuerl o Braz de Aviz; o arzobispos como Lorenzo Baldiseri, secretario
general del Sínodo de Obispos.
Pese a la impronta de renovación que está imprimiendo
Bergoglio en la curia, no se puede hablar de ruptura. Sigue estando en
la congregación el exsecretario de Estado, Tarcisio Bertone, mano derecha
de Benedicto XVI y a quien se atribuye buena parte de los escándalos
que asolaron el anterior pontificado.
Entraba dentro de lo previsto la continuidad de Antonio
Cañizares, quien espera que se le encomiende una nueva responsabilidad
tras concluir su mandato al frente de la Congregación del Culto Divino.
Santos Abril, de 78 años, también confirmado en su puesto, es arcipreste
de la basílica romana de Santa María la Mayor y mantiene plena sintonía
con Francisco.
Rouco, nacido el 20 de agosto de 1936 en Villalba (Lugo),
lleva dos años pendiente de que la Santa Sede acepte su renuncia, que
tuvo que presentar por mandato canónico nada más cumplir los 75 años.
Antes de que se celebre la asamblea plenaria de marzo, que
será crucial para que la Iglesia española encuentre recambios en este
cambio de ciclo, los obispos españoles tendrán que viajar a Roma entre
el 24 de febrero y el 8 de marzo para realizar una visita 'ad limina'.
Aparte del relevo de Rouco, Francisco tendrá que hacer otro
no menos importante: el del arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís
Martínez Sistach, quien también ha presentado su renuncia por motivos de
edad. Sobra decir que la sustitución de Martínez Sistach está trufada
de condicionantes no solo eclesiásticos, sino también políticos.
Los pesimistas diagnósticos de Rouco sobre la situación de
la Iglesia contrastan con el estilo de Francisco, dispuesto a remozar
las estructuras eclesiásticas y rejuvenecer el mensaje evangélico. Ya ha
avisado que los dogmas del cristianismo son pocos y los demás siempre
están sujetos a revisión.
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