domingo, 17 de febrero de 2019

La Santa Sede intenta rebajar las expectativas ante la cumbre de abusos

CIUDAD DEL VATICANO.- Después de meses de espera, al fin llega la hora. Esta semana el Vaticano afronta una de las citas más importantes, si no la definitiva, del pontificado del papa Francisco. Tras un 2018 muy difícil para la Iglesia, donde se sucedieron los escándalos de cientos y cientos de casos en Chile, Estados Unidos y Alemania, la Santa Sede reúne a partir del jueves y hasta el domingo que viene a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para abordar la crisis de abusos sexuales a menores que ha mermado la confianza de miles de fieles, recuerda hoy la corresponsal de La Vanguardia, de Barcelona.

Ante la gravedad de los informes, tomar medidas es urgente. Pero a medida que se acerca la cumbre, en el Vaticano insisten en rebajar las enormes expectativas generadas. “El acto es sólo una etapa en una larga carrera que la Iglesia ha empezado hace 35 años en EE.UU. y Australia, hace nueve años en Alemania y Europa central, y cada vez se apuntan más países para hablar de los crímenes”, explicaba esta semana el sacerdote jesuita Hans Zollner , uno de los máximos expertos mundiales en esta lacra, y en el comité organizativo de la reunión. “Déjenme decir que me da la sensación de que las expectativas están un poco infladas”, expresó el Pontífice de vuelta de Panamá. “Debemos hasta cierto punto atemperar las expectativas, porque el problema de los abusos continuará. Es un problema humano”, continuó. 
Según el vaticanista Luis Badilla, fundador de Il Sismografo, el Papa se equivoca al pensar que hay expectativas porque alguien cree que el encuentro erradicará la pedofilia clerical. “Las famosas expectativas tienen que ver con que el encuentro termine con parámetros de conducta concretos que permitan reaccionar. Hay una decena de obispos acusados en todo el mundo con tratos distintos”, asegura.
Mañana el Vaticano presentará en una rueda de prensa los detalles definitivos, el elenco de participantes y también de víctimas que acudirán al encuentro. Por el momento, que se sepa, vienen 115 presidentes de conferencias episcopales (los órganos de la Iglesia que reúnen a los obispos en cada país), pero también una veintena de líderes de las iglesias católicas orientales, otros obispos que gobiernan en zonas no organizadas por conferencias episcopales y los prefectos (ministros) de las congregaciones de la curia romana que tratan con este tema. De todos los participantes, unas 170 personas, sólo habrá 12 mujeres. El papa Francisco estará presente en los momentos comunes.
El encuentro contará con tres días de trabajo y uno final para hacer valoraciones. El primero abordará la necesidad de aclarar cuál es la responsabilidad de los obispos en los casos de abusos sexuales. El segundo estará destinado a identificar a quiénes deben rendir cuentas. Por el sistema organizativo de la Santa Sede, un obispo sólo responde actualmente ante el Papa, que debería supervisar a 5.100. 
Es evidente que no es efectivo. El tercer día buscará métodos para garantizar la transparencia dentro de los procedimientos internos de la Iglesia, pero también con las autoridades civiles y la opinión pública.
Por primera vez, el Vaticano se enfrenta a esta cuestión como un problema de sistema, con estructuras y procedimientos en el punto de mira. El Papa ya lo evidenció al escribir la misma carta a todos los obispos de Chile, no sólo a los afectados por el escándalo. 
Claridad sobre las consecuencias del incumplimiento de las reglas o la igualdad de estándares entre los diferentes países son algunas de las exigencias que deberían ser cumplidas esta semana. Si no lo consiguen, la imagen de Francisco podría sufrir mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario