CIUDAD DEL VATICANO.- El jueves 18 de abril, en torno a las cinco de la tarde, el Papa Francisco presidió la Misa de la Cena del Señor
con la que damos inicio a la celebración del Triduo Pascual en el
Centro Penitenciario de Velletri, ubicado a unos 60 kilómetros de Roma,
junto a los reclusos, el personal civil y los agentes de policía de
prisiones.
En la celebración eucarística el Papa lavó los pies a un grupo mixto
de doce reclusos conmemorando el gesto de Jesús con sus discípulos en la
Última Cena. El Pontífice llegó a las 16.30 horas al centro
penitenciario y fue recibido por la directora, Maria Donata Iannantuono,
la subdirectora, Pia Palmeri, la comandante de la policía
penitenciaria, Maria Luisa Abbossida y el capellán, Don Franco Diamante.
Jueves Santo con el Señor
Es la quinta vez que Francisco celebra la Misa “in Coena Domini” en
una prisión. Ya lo había hecho en las localidades romanas de Rebibbia,
Paliano y Regina Coeli. La estructura que el Santo Padre visitó alberga a
577 personas, 50 de las cuales se encuentran en prisión. Es un
instituto de seguridad media con dos secciones de precaución, una
destinada a las antiguas colaboradoras de la justicia (la única en
Italia) y otra de salud mental. El 60% de la población carcelaria es
extranjera.
Los reclusos de Velletri recibieron al Santo Padre con gran emoción y
celebraron con profundo recogimiento la Misa del Jueves Santo, día en
el que Jesús instituyó la Eucaristía y el mandamiento universal de
“amarnos los unos a los otros como Él primero, nos ha amado”.
Mirar a Jesús quien carga la cruz con amor
Francisco pronunció una homilía de manera espontánea, sin discurso,
hablando desde el corazón conmovido ante los rostros de los allí
presentes: cada uno de ellos carga a cuestas su historia de vida, sus
dolores y penas; en definitiva su propia cruz. En este caminar llevando
las propias cruces humanas, los cristianos estamos invitados a fijar
nuestra mirada en Jesús, y seguir su ejemplo, quien a pesar de no tener
pecado, aceptó con dignidad y con amor el fatigoso peso de su cruz,
ofrecido por la salvación de la humanidad.
Homilía del Papa
Contemplando este misterio del Hijo de Dios, cada cristiano encuentra
la fuerza y la esperanza para caminar siempre hacia adelante, siempre
hacia la luz y eso es lo que Francisco transmitió a los reclusos en este
Jueves Santo. A continuación compartimos la transcripción de la homilía
del Papa.
«Os saludo a todos y os doy las gracias por vuestra acogida.
Hace unos días recibí una bonita carta de un grupo de ustedes que no
estarán aquí hoy, pero que han dicho cosas tan hermosas. Gracias por lo
que escribieron. En esta oración estoy muy unido a todos: a los que
están aquí y a los que no están.
Hemos escuchado lo que Jesús hizo en la Última Cena. Es interesante.
El Evangelio dice: "Sabiendo Jesús que el Padre lo había puesto todo en
sus manos", es decir, que Jesús tenía todo el poder, todo. Y entonces,
comenzó a hacer este gesto de lavar los pies. Era un gesto de los
esclavos de la época, porque no había asfalto en las calles y la gente,
cuando llegabaa un lugar, tenía polvo en los pies; cuando llegaban a una
casa para una visita o un almuerzo, estaban los esclavos que les
lavaban los pies. Y Jesús hace este gesto: les lava los pies. Hizo un
gesto como un esclavo: Él, que tenía todo el poder, Él, que era el
Señor, hizo el gesto como un esclavo.
Y luego aconsejó a todos: "Haced este gesto entre vosotros", es
decir, serviros unos a otros, ser hermanos en el servicio, no en la
ambición de los que dominan al otro o de los que pisotean al otro o de
los que... no: servicio, servicio. ¿Necesitas algo, un servicio? Lo haré
por ti. Esto es la hermandad. La fraternidad es humilde, siempre: está
en servicio.
Y ahora yo voy a hacer este gesto -la Iglesia quiere que el obispo lo
haga cada año, una vez al año, al menos el Jueves Santo- para imitar el
gesto de Jesús y también para hacer el bien a sí mismo con el ejemplo,
porque el obispo no es el más importante: el obispo debe ser el más
servidor. Y cada uno de nosotros debe servir a los demás. Esta es la
regla de Jesús y la regla del Evangelio: la regla del servicio, no de la
dominación, de hacer el mal, de humillar a los demás. Servicio.
Una vez, cuando los apóstoles discutían entre sí, discutían "quién es
el más importante entre nosotros", Jesús tomó a un niño y dijo: "El
niño. Si vuestro corazón no es como el corazón de un niño, no seréis mis
discípulos. Un corazón de niño, sencillo, humilde, pero servidor. Y ahí
añade algo interesante que podemos conectar con este gesto de hoy.
Dice: "Tengan cuidado: los líderes de las naciones dominan. Ellos
dominan. No tiene que ser así entre ustedes. El más grande debe servir
al más pequeño. El que se sienta más grande, debe ser un siervo".
Nosotros también debemos ser servidores. Es verdad que hay problemas en
la vida: discutimos entre nosotros... pero esto debe ser algo que pasa,
algo temporal, porque en nuestros corazones debe haber siempre este amor
de servir al otro, de estar al servicio del otro.
Y que este acto que haré hoy sea para todos nosotros un gesto que nos
ayude a ser más servidores unos de otros, más amigos, más hermanos....
más hermanos en el servicio. Con estos sentimientos, continuamos la
celebración con el lavado de los pies.
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