JERUSALÉN.- El papa Francisco llegó a la ciudad santa de Jerusalén,
donde se reunió con el patriarca de la Iglesia de Constantinopla,
Bartolome I, en un histórico encuentro ecuménico que pretende recordar
el que sus predecesores realizaron hace cincuenta años.
El
pontífice pisó la ciudad santa tras viajar desde Belén a Tel Aviv en un
helicóptero jordano y subirse a otro israelí tras el protocolario
recibimiento por parte del presidente de Israel, Simón Peres, y el
primer ministro, Benjamín Netanyahu.
Francisco fue recibido en un
helipuerto del Monte Scopus (noreste), a unos tres kilómetros de la
ciudad vieja, por un grupo de niños de las tres confesiones monoteístas
que arropaban al alcalde de la ciudad, Nir Barkat.
Las principales calles del norte y este de la ciudad han sido cerradas al tráfico por la Policía para facilitar los desplazamientos por tierra del Pontífice
quien, tras amanecer en Ammán y cumplir la etapa palestina de Belén,
dedicará el resto de la jornada al diálogo ecuménico con la Iglesia
ortodoxa.
Francisco y el patriarca ecuménico de Constantinopla,
Bartolomeo, encabezarán en el Santo Sepulcro una reunión de dirigentes
católicos, ortodoxos y de otros ritos para afianzar el camino de la
reconciliación cristiana después del Gran Cisma de 1054.
"El lugar
del Santo Sepulcro no puede ser más simbólico, el espíritu que reinaba
allí hace 2000 años, en tiempo de los apóstoles, sigue merodeando por
Jerusalén y es el mismo que ayuda a la Iglesia a hacer su trabajo",
destacó el Metropolita de Francia, Emmanuel Adamakis, sobre el
encuentro.
Durante el mismo, Francisco regalará al Patriarca una de las 998 copias que se han realizado del llamado "Códex Pauli", un libo de 424 páginas que incluye el "corpus paulinum", los hechos de los apóstoles, la carta de Pablo a los Hebreos, y los Hechos apócrifos de Pablo.
Creado
para conmemorar los 2.000 años del nacimiento de San Pablo, muestra en
su tapa una cruz de ocho piedras inspirada en la puerta bizantina de la
iglesia de Juan Extramuri, en Roma, e incluye textos del propio
Bartolomeo y otros responsables ortodoxos.
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