CIUDAD DEL VATICANO.- "Si mañana llegara una expedición de
marcianos, por ejemplo, y algunos de ellos vinieran donde nosotros, digo
marcianos ¿no?... Verdes, con esa nariz larga y las orejas grandes,
como los pintan los niños... Y uno dijera: "Pero, yo quiero el
bautismo". ¿Qué pasaría?".
Así se ha manifestado el Papa Francisco este
lunes en la homilía de la Misa Matutina de Santa Marta. "¿Quiénes somos
nosotros para cerrarle las puertas al Espíritu Santo?", ha preguntado
reiteradamente el Pontífice.
En este sentido, ha subrayado que es el Espíritu Santo el que hace
que la Iglesia vaya "más allá de los límites, hacia adelante".
Así, ha
señalado que el Espíritu "sopla donde quiere", pero que "una de las
tentaciones más recurrentes de quien tiene fe es la de ponerle trabas en
el camino y de desviarlo hacia una dirección, en lugar que hacia otra".
Esta tentación, según ha explicado, no faltaba tampoco en los albores
de la Iglesia, como muestra la experiencia que vive Simón Pedro, en el
episodio de los Hechos de los Apóstoles, presente en la liturgia.
"Cuando el Señor nos indica el camino ¿quiénes somos nosotros para
decir: '¡No Señor, no es prudente! No, hagamos así...? Y Pedro en esa
primera diócesis - la primera diócesis fue Antioquía - toma esa
decisión: ¿Quién soy yo para poner impedimentos?'. Una bella palabra
para los obispos, los sacerdotes y también para los cristianos. Pero
¿quiénes somos para cerrar puertas? En la Iglesia antigua, incluso hoy,
está el ministerio del hostiario. Y ¿qué hacia el hostiario? Abría la
puerta, recibía a la gente, la hacía pasar. Pero ¡nunca fue el
ministerio del que cierra la puerta!", ha dicho, según informa Radio
Vaticano.
"El corazón, nos habla en las circunstancias de la vida, nos habla
en la vida eclesial en las comunidades cristianas, nos habla siempre",
ha concluido.
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