domingo, 15 de marzo de 2015

Las luchas del papa Francisco


Dos años después de su elección, el primer papa latinoamericano de la historia, Francisco, se ha convertido en un fenómeno de masas por sus gestos y aperturas, pero su proyecto de reformas genera crecientes resistencias internas.
Elegido el 13 de marzo del 2013 tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI, en febrero de ese mismo año, acosado por los escándalos y las intrigas, Francisco asumió la dirección espiritual de más de 1,200 millones de católicos con un estilo nuevo, fresco y sencillo, lo que le ha valido ser considerado una de las personalidades más carismáticas del mundo.
En un plazo récord ha logrado que los católicos aprecien la Iglesia en un momento de crisis económica en todo el mundo, valorizando su compromiso con los pobres, los ancianos y dispuesta a dar alivio a los divorciados que se vuelven a casar y a las parejas gay.
El líder que prometió cambiar el sistema operativo de la Iglesia, que considera fundamental descentralizar, dar espacio a las iglesias periféricas, que ha querido renovar la poderosa Curia Romana, el Gobierno central, acusada de acumular poder, riqueza y privilegios, no parece disponer de mucho tiempo para realizar los cambios.
“Muchos esperan mirando el reloj a que termine el pontificado”, advirtió el veterano vaticanista Marco Politi, autor del libro Francisco entre los lobos .
La voluntad del papa, originario de Argentina, de cambiar la Iglesia va más allá de una operación de maquillaje y comienza a irritar a diferentes sectores. Por ello el 2015 se presenta clave para su pontificado, ya que deberá comenzar a presentar resultados. Dos frentes figuran entre los más difíciles y complejos: la reforma de la Curia, un proyecto lanzado en 2013, y la respuesta a los desafíos de la familia moderna y su evolución, con el Sínodo, que se celebrará en octubre.
Convencer a los jerarcas de la Curia y a las congregaciones de llevar una vida sencilla y sobria tras décadas de oropeles ha generado una guerra interna de “todos contra todos”, en particular por el manejo de las finanzas vaticanas, según la revista italiana L’Espresso , que publicó esta semana un número especial.
Esta revista publicó hace una semana un artículo en el que detalla la oposición a la reforma financiera del cardenal George Pell, poderoso secretario para la Economía del Vaticano, y revela que su secretario de economía se había gastado medio millón de euros en los últimos seis meses. Algunos gastos parecían legítimos para una nueva oficina, pero uno de ellos fue una cuenta de 2,508 euros (unos 2,800 dólares) del elegante sastre Gamarelli.
El vocero del Vaticano, Federico Lombardi, dijo que las filtraciones son ilegales y deben ser condenadas y que era normal que hubiera diferencias de opiniones en complicados asuntos económicos y legales. Y criticó como “indignos y mezquinos” los ataques contra Pell, cuya gestión, indicó, avanzaba eficientemente.
Estas filtraciones demuestran que muchos están dispuestos a volver a los métodos del pasado para atacar a los enemigos, mientras que también han surgido nuevas rivalidades. Francisco, consciente de que tiene poco tiempo, cuenta con el apoyo de una parte de los prelados que no temen ayudarle, mientras otros esperan con prudencia.
Francisco, quien usa un lenguaje directo y espontáneo, que prefiere meter la pata y romper moldes con declaraciones inapropiadas, suele emplear parábolas del Evangelio para ilustrar la Iglesia que desea, que se inspira en aquella de los orígenes. Para mostrar con ejemplos su deseo de “oler a oveja”, concedió a un pequeño diario de un barrio pobre periférico de Buenos Aires, La Cárcova News , una entrevista exclusiva con ocasión de los dos años de su pontificado, algo impensable hasta hace pocos años en los acartonados corredores del Vaticano.
Sus colaboradores sostienen que es una persona “autoritaria”, cortante con los prelados y afable con los fieles, por lo que algunos llegan a acusarlo de ser un demagogo.
Un resultado evidente de su breve pontificado es que su mensaje ha llegado en todo el mundo, pero sobre todo en su continente, América, donde reside el mayor número de católicos del mundo.
Francisco empleó todo su prestigio para lograr el inicio de negociaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, firmado el 17 de diciembre, día de su 78 años cumpleaños, para cerrar más de medio siglo de tensiones y abrir una fase nueva para la historia de toda América, región que visitará por segunda vez este año. Una gira deseada y aprobada por él mismo para visitar tres países emblemáticos: Ecuador, Bolivia y Paraguay.
En semanas anteriores, el papa Francisco envió una carta al legislador de Buenos Aires, Gustavo Vera, a quien le pidió evitar la mexicanización al aludir al avance del narcotráfico en Argentina. El Vaticano se disculpó por esta declaración y México dio por zanjada la diferencia.
Ayer expresó a la entrevista con Televisa: “Evidentemente que es un término, permítaseme la palabra, técnico. No tiene nada que ver ya con la dignidad de México. Como cuando hablamos de la balcanización, ni los serbios, ni los macedonios, ni los croatas se nos enojan. Ya se habla de balcanizar algo y se usa técnicamente y los medios de comunicación lo han usado muchas veces”.
Reconoció que su comentario “levantó pólvora” pero aseguró que según estadísticas que le enviaron “el 90 por ciento de los mexicanos no se ofendió por la expresión”.
El papa Francisco tiene “la sensación de que su pontificado va a ser breve, cuatro o cinco años” y que no se siente “solo” y sin apoyos para gobernar la Iglesia, expresó en una larga entrevista exclusiva con la corresponsal de la televisión mexicana Televisa, Valentina Alazraki, con ocasión de su segundo año de pontificado.
Francisco, de 78 años, descarta “poner un (límite) de edad” al pontificado ya que considera que “el papado tiene algo de última instancia“, “una gracia especial“, dijo, que no debe tener un término fijado.
Interrogado por la periodista, que cubre el Vaticano desde hace unos 30 años, sobre si le gusta ser papa, Francisco responde con resignación: “¡No me disgusta!”. También sorprende con un chiste sobre el ego de los argentinos y confiesa que no ama viajar, que es muy apegado a sus hábitos.
Y vuelve a criticar con tono duro a la Curia Romana, la poderosa maquinaria central de la Iglesia, blanco por años de intrigas y escándalos financieros.
““Esta es la última corte que queda en Europa. Las demás cortes se han democratizado, incluso las más clásicas“”, aseguró tras reiterar que se propone “cambiarla”.

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