miércoles, 3 de octubre de 2018

Un gran tapiz, representando a San Miguel, preside la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, desde ayer martes


CIUDAD DEL VATICANO.- La Plaza de San Pedro se encuentra desde ayer presidida por un tapiz del arcángel San Miguel, en el que éste está representado, como es habitual, atacando al Demonio.

Como en los grandes acontecimientos, fiestas o canonizaciones, unos tapices han sido colgados de la imponente fachada de la Basílica de San Pedro. En esta ocasión, cuando se inicia el sínodo de los jóvenes, se ha colgado uno en el que se representa al arcángel San Miguel, príncipe de la milicia celestial. El otro tapiz representa a San José, padre de Jesucristo.
Recordemos que el Papa ha pedido que este mes de octubre se invoque la intercesión de San Miguel para que proteja a la Iglesia de los ataques del demonio que intenta dividirla. Concretamente pidió que se rezara el Rosario, y al final del mismo dos oraciones. El Sub Tuum Praesidium, que es el himno más antiguo que se conserva en el que se trata a la Virgen como Madre de Dios. Y la oración a San Miguel, escrita por el Papa León XIII.
No es el primer ‘gesto’ de este Papa con el arcángel San Miguel, ya que en 2013, nada más empezar el pontificado, Francisco inauguró y bendijo una estatua al príncipe de la milicia celestial en plenos Jardines Vaticanos, a la que acudió Benedicto XVI. Como explicó el entonces portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, además de inaugurar el monumento el Papa procedió a la consagración del Estado de la Ciudad del Vaticano a San José y a San Miguel Arcángel, según Infovaticana.

La invocación “Sub Tuum Praesidium”:

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

La oración escrita por León XIII:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén. 

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