CIUDAD DEL VATICANO.- Dos años después de su elección, el primer Papa latinoamericano de la
historia, Francisco, se ha convertido en un fenómeno de masas por sus
gestos y aperturas, pero su proyecto de reformas genera crecientes
resistencias internas.
Elegido el 13 de marzo del 2013 tras la sorprendente renuncia de
Benedicto XVI, acosado por los escándalos y las intrigas, Francisco
asumió la dirección espiritual de más de 1.200 millones de católicos con
un estilo nuevo, fresco y sencillo, lo que le ha valido ser considerado
una de las personalidades más carismáticas del mundo.
En un plazo récord ha logrado que los católicos aprecien la Iglesia
en un momento de crisis económica en todo el mundo, valorando su
compromiso con los pobres, los ancianos, y dispuesta a dar alivio a los
divorciados que se vuelven a casar y a las parejas gais.
El líder que prometió cambiar el sistema operativo de la Iglesia, que
considera fundamental descentralizar, dar espacio a las iglesias
periféricas, que ha querido renovar la poderosa Curia Romana, el
gobierno central, acusada de acumular poder, riqueza y privilegios, no
parece disponer de mucho tiempo para realizar los cambios. "Muchos
esperan mirando el reloj a que termine el pontificado", advierte el
veterano vaticanista Marco Politi, autor del libro 'Francisco entre los
lobos'.
La voluntad del Papa que viene del sur de mundo de cambiar la Iglesia
va más allá de una operación de maquillaje y comienza a irritar a
diferentes sectores. Por ello el 2015 se presenta clave para su
pontificado ya que deberá comenzar a presentar resultados.
Dos frentes figuran entre los más difíciles y complejos: la reforma
de la Curia, un proyecto lanzado en 2013, y la respuesta a los desafíos
de la familia moderna y su evolución, con el Sínodo que se celebrará en
octubre.
Convencer a los jerarcas de la Curia y a las congregaciones de llevar
una vida sencilla y sobria tras décadas de oropeles ha generado una
guerra interna de "todos contra todos", en particular por el manejo de
las finanzas vaticanas, según la revista italiana L'Espresso, que
publicó esta semana un número especial.
Rivalidades
Las filtraciones recientes a la prensa sobre los supuestos gastos
elevados del cardenal George Pell, poderoso secretario para la Economía
del Vaticano, demuestran que muchos están dispuestos a volver a los
métodos del pasado para atacar a los enemigos, mientras que también han
surgido nuevas rivalidades.
Francisco, consciente de que tiene poco tiempo, cuenta con el apoyo
de una parte de los prelados que no temen ayudarle, mientras otros
esperan con prudencia. "Este es un pontificado que se fijó un término.
Eso implica que las fuerzas que se oponen se miren el reloj y se digan:
esperemos unos cuatro o cinco años y todo esto se va a acabar", explica
Politi.
Francisco, que usa un lenguaje directo y espontáneo, que prefiere
meter la pata y romper moldes con declaraciones inapropiadas, suele
emplear parábolas del Evangelio para ilustrar la Iglesia que desea, que
se inspira a aquella de los orígenes.
Para mostrar con ejemplos su deseo de "oler a oveja", concedió a un
pequeño diario de un barrio pobre periférico de Buenos Aires, La Cárcova
News, una entrevista exclusiva con ocasión de los dos años de su
pontificado, algo impensable hasta hace pocos años en los acartonados
corredores del Vaticano.
Sus colaboradores sostienen que es una persona "autoritaria",
cortante con los prelados y afable con los fieles, por lo que algunos
llegan a acusarlo de ser un demagogo.
Un resultado evidente de su breve pontificado es que su mensaje ha
llegado en todo el mundo, pero sobre todo en su continente, América,
donde reside el mayor número de católicos del mundo. Francisco empleó
todo su prestigio para lograr el inicio de negociaciones diplomáticas
entre Cuba y Estados Unidos, firmado el 17 de diciembre, día de su 78
años cumpleaños, para cerrar más de medio de siglo de tensiones y abrír
una fase nueva para la historia de toda América. Una región que visitará
por segunda vez este año. Una gira deseada y aprobada por él mismo para
visitar tres países emblemáticos: Ecuador, Bolivia y Paraguay.
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