CIUDAD DEL VATICANO.- “Que la Virgen María nos ayude a ser compasivos como su Hijo Jesús, que ha hecho suyo nuestro dolor. Que cada uno de nosotros esté cerca de los que están en la prueba, convirtiéndose para ellos en un reflejo del amor y la ternura de Dios, que libera de la muerte y hace vencer la vida”, lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus de este 29 de marzo, V Domingo de Cuaresma.
El Santo Padre, comentando el Evangelio de este Domingo (cf. Jn
11, 1-45), que narra la Resurrección de Lázaro recordó que, Jesús era
muy amigo de Lázaro, Marta y María. Y cuando Él llega a Betania, Lázaro
llevaba ya cuatro días muerto; Marta corre al encuentro del Maestro y le
dice: «¡Si tú hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto!».
Jesús responde a Marta: «Tu hermano resucitará»; «Yo soy la resurrección
y la vida; el que crea en mí, aunque muera, vivirá».
Luego Jesús
«conmovido profundamente se echó a llorar» por la muerte del amigo. Con
esta perturbación en su corazón, fue al sepulcro, agradece al Padre que
siempre le escucha, hace abrir la tumba y grita en voz alta: «¡Lázaro,
ven afuera!». Y Lázaro salió con «los pies y las manos atados con
vendas, y el rostro envuelto en un sudario».
Después de relatar los momentos más sobresaliente de la narración del
Evangelio, el Papa Francisco dijo que, “aquí tocamos con la mano que
Dios es vida y dona vida, pero asume el drama de la muerte. Jesús habría
podido evitar la muerte de su amigo Lázaro, pero ha querido hacer suyo
nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos, y sobre todo ha
querido mostrar el dominio de Dios sobre la muerte”.
En el Evangelio,
precisa el Pontífice, vemos que la fe del hombre y la omnipotencia del
amor de Dios se buscan y finalmente se encuentran. Lo vemos en el grito
de Marta y María y todos nosotros con ellas: «¡Si hubieras estado
aquí!...». Y la respuesta de Dios no es un discurso, es Jesús.
También hoy, afirma el Santo Padre, Jesús nos repite: "Quiten la
piedra". Dios no nos ha creado para la tumba, nos ha creado para la
vida, hermosa, buena, gozosa, a pesar que «la muerte ha entrado en el
mundo por envidia del diablo» como dice el Libro de la Sabiduría, y
Jesucristo ha venido a liberarnos de sus ataduras.
Por lo tanto, subraya
el Papa, estamos llamados a quitar las piedras de todo lo que sabe a
muerte: la hipocresía con la que vivimos la fe, es muerte; la crítica
destructiva a los demás es muerte; la ofensa, la calumnia, es muerte; la
marginación de los pobres es muerte.
“El Señor nos pide que quitemos
estas piedras de nuestros corazones, y la vida entonces volverá a
florecer a nuestro alrededor. Cristo vive, y quien lo acoge y se adhiere
a Él entra en contacto con la vida. Sin Cristo, o fuera de Cristo, no
sólo no hay vida, sino que se vuelve a caer en la muerte”.
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