CIUDAD DEL VATICANO.- En la Solemnidad de
la Anunciación del Señor, y hace 25 años, san Juan Pablo II promulgaba
su Encíclica Evangelium Vitae. Ayer mañana, Francisco dedicó su
catequesis en una reflexión sobre esta solemnidad, esta importante
encíclica, el valor y la inviolabilidad de la vida humana.
Un 25 de marzo, pero de hace veinticinco años, en esta misma fecha en
que la Iglesia celebra la fiesta solemne de la Anunciación del Señor,
San Juan Pablo II promulgó la Encíclica Evangelium Vitae, sobre el valor
y la inviolabilidad de la vida humana.
“Acabamos de escuchar el relato evangélico de la Anunciación. Con su
"sí" al Ángel, la Virgen acoge al Verbo que se hace carne y acepta con
confianza cuidarlo. Acepta convertirse en la madre del Hijo de Dios.
Así, en María, el encuentro de Dios con el hombre se realiza”.
Francisco en su catequesis, recordó que el vínculo entre la
Anunciación y el "Evangelio de la vida" es estrecho y profundo, como
subrayó San Juan Pablo en su Encíclica. Hoy, dijo, nos encontramos
relanzando esta enseñanza en el contexto de una pandemia que amenaza la
vida humana y la economía mundial.
El Papa dijo que la situación actual hace que las palabras con las
que comienza la Encíclica se sientan aún más desafiantes. "El Evangelio
de la vida está en el corazón del mensaje de Jesús. Acogido por la
Iglesia cada día con amor, debe ser proclamado con valiente fidelidad
como la buena nueva a los hombres de todas las épocas y culturas".
El Pontífice dijo que todo anuncio evangélico, debe ser atestiguado
en primer lugar. Al respecto, pensó con gratitud en el testimonio
silencioso de tantas personas que, de diferentes maneras, “hacen lo
mejor para servir a los enfermos, los ancianos, los que viven solos y
los indigentes. Ponen en práctica el Evangelio de la vida, como María
que, habiendo aceptado el anuncio del ángel, fue a ayudar a su prima
Isabel que lo necesitaba”.
Todos estamos llamados a promover y defender la vida. Pero es un
concepto abstracto dijo el Papa, sino se manifiesta siempre en una
persona: un niño recién concebido, un pobre marginado, un enfermo solo y
desanimado o en estado terminal, uno que ha perdido su trabajo o no
puede encontrarlo, un emigrante rechazado o en un gueto...
“Todo ser humano está llamado por Dios a disfrutar de la plenitud de
la vida; y al estar confiado a la preocupación maternal de la Iglesia,
toda amenaza a la dignidad y la vida humana no puede dejar de sentirse
en su corazón, en sus "entrañas" maternales”.
Los ataques contra la dignidad y la vida de las personas continúan
lamentablemente incluso en nuestra época, que es la época de los
derechos humanos universales; de hecho, señaló el Santo Padre, nos
enfrentamos a nuevas amenazas y a una nueva esclavitud, y no siempre
existe una legislación que proteja la vida humana más débil y
vulnerable.
Por ello, el mensaje de la Encíclica Evangelium Vitae es, más
oportuno que nunca. Más allá de las emergencias, como la que estamos
viviendo, dijo el Papa, se trata de actuar a nivel cultural y educativo
para transmitir a las generaciones futuras una actitud de solidaridad,
cuidado y acogida, bien conscientes de que la cultura de la vida no es
patrimonio exclusivo de los cristianos, sino que pertenece a todos
aquellos que, trabajando para la construcción de relaciones fraternas,
reconocen el valor propio de cada persona, incluso cuando es frágil y
sufriente.
“Queridos hermanos y hermanas, cada vida humana, única e irrepetible,
tiene un valor inestimable. Esto siempre debe ser anunciado de nuevo,
con la parresía de la palabra y el coraje de las acciones. Esto requiere
solidaridad y amor fraternal para la gran familia humana y para cada
uno de sus miembros”.
Por último, Francisco recordó otro momento de la encíclica de San
Juan Pablo II, y la reafirma con renovada convicción. Es el llamamiento
que dirigió el Santo a todos hace veinticinco años: "¡respeta,
defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo
este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y
felicidad!" (Enc. Evangelium vitae, 5).
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