CIUDAD DEL VATICANO.- Después de meses de espera, al fin llega la hora. Esta semana el
Vaticano
afronta una de las citas más importantes, si no la definitiva, del
pontificado del papa Francisco. Tras un 2018 muy difícil para la
Iglesia, donde se sucedieron los escándalos de cientos y cientos de casos
en
Chile,
Estados Unidos
y
Alemania, la
Santa Sede
reúne a partir del jueves y hasta el domingo que viene a los
presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para
abordar la crisis de
abusos
sexuales a menores que ha mermado la confianza de miles de fieles, recuerda hoy la corresponsal de La Vanguardia, de Barcelona.
Ante la gravedad de los informes, tomar medidas es urgente. Pero a
medida que se acerca la cumbre, en el Vaticano insisten en rebajar
las enormes expectativas generadas. “El acto es sólo una etapa en
una larga carrera que la Iglesia ha empezado hace 35 años en EE.UU.
y Australia, hace nueve años en Alemania y Europa central, y cada
vez se apuntan más países para hablar de los crímenes”, explicaba
esta semana el sacerdote jesuita
Hans Zollner
, uno de los máximos expertos mundiales en esta lacra, y en el
comité organizativo de la reunión. “Déjenme decir que me da la
sensación de que las expectativas están un poco infladas”, expresó
el
Pontífice
de vuelta de Panamá. “Debemos hasta cierto punto atemperar las
expectativas, porque el problema de los abusos continuará. Es un
problema humano”, continuó.
Según el vaticanista Luis Badilla, fundador de Il
Sismografo, el Papa se equivoca al pensar que hay expectativas
porque alguien cree que el encuentro erradicará la pedofilia
clerical. “Las famosas expectativas tienen que ver con que el
encuentro termine con parámetros de conducta concretos que permitan
reaccionar. Hay una decena de obispos acusados en todo el mundo con
tratos distintos”, asegura.
Mañana el Vaticano presentará en una rueda de prensa los
detalles definitivos, el elenco de participantes y también de
víctimas que acudirán al encuentro. Por el momento, que se sepa,
vienen 115 presidentes de conferencias episcopales (los órganos de
la Iglesia que reúnen a los obispos en cada país), pero también una
veintena de líderes de las iglesias católicas orientales, otros
obispos que gobiernan en zonas no organizadas por conferencias
episcopales y los prefectos (ministros) de las congregaciones de la
curia romana que tratan con este tema. De todos los participantes,
unas 170 personas, sólo habrá 12 mujeres. El papa Francisco estará
presente en los momentos comunes.
El encuentro contará con tres días de trabajo y uno final
para hacer valoraciones. El primero abordará la necesidad de
aclarar cuál es la responsabilidad de los obispos en los casos de
abusos sexuales. El segundo estará destinado a identificar a
quiénes deben rendir cuentas. Por el sistema organizativo de la
Santa Sede, un obispo sólo responde actualmente ante el Papa, que
debería supervisar a 5.100.
Es evidente que no es efectivo. El
tercer día buscará métodos para garantizar la transparencia dentro
de los procedimientos internos de la Iglesia, pero también con las
autoridades civiles y la opinión pública.
Por primera vez, el Vaticano se enfrenta a esta cuestión
como un problema de sistema, con estructuras y procedimientos en el
punto de mira. El Papa ya lo evidenció al escribir la misma carta a
todos los obispos de Chile, no sólo a los afectados por el
escándalo.
Claridad sobre las consecuencias del incumplimiento de
las reglas o la igualdad de estándares entre los diferentes países
son algunas de las exigencias que deberían ser cumplidas esta
semana. Si no lo consiguen, la imagen de Francisco podría sufrir
mucho.
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