CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco rindió homenaje el sábado a los periodistas que han
sido asesinados realizando su trabajo y aseguró que la libertad de
prensa es un indicador clave de la salud de un país.
En un discurso ante la Asociación de Prensa Extranjera en Italia, el
Pontífice instó a los periodistas a evitar las noticias falsas y a
seguir informando sobre la difícil situación de grupos que ya no están
en la primera línea noticiosa pero que siguen sufriendo, como los
rohinyás y los yazidíes.
“Escuché con dolor las estadísticas
sobre los asesinatos de sus colegas mientras realizaban con coraje y
dedicación su trabajo en tantos países para informar sobre lo que está
sucediendo en guerras y otras situaciones dramáticas”, dijo el líder
religioso.
Francisco acababa de escuchar a la presidenta de la
asociación, Patricia Thomas, de Associated Press Television, hablar
sobre periodistas asesinados, encarcelados, heridos o amenazados tras
realizar su trabajo.
Thomas
mencionó a Lyra Mckee, quien fue abatida a tiros mientras cubría una
revuelta en Irlanda del Norte; a la periodista maltesa Daphne Caruana
Galizia, quien murió por un coche bomba en 2017; y al columnista de The
Washington Post Jamal Khashoggi, asesinado en el consulado saudí de
Estambul el año pasado.
“La libertad de prensa y de expresión es
un indicador importante de la salud de un país”, aseguró el Papa. “No
olvidemos que una de las primeras cosas que hacen las dictaduras es
eliminar la libertad de prensa o enmascararla, no dejarla libre”.
Francisco no mencionó ningún país en su discurso ante unos 400 miembros de medios de comunicación extranjeros y sus familiares.
“Necesitamos
periodistas que estén del lado de las víctimas, del lado de quienes son
perseguidos, del lado de quienes están excluidos, desechados,
discriminados”, sostuvo Francisco, que instó también a los medios a no
perder el interés en las tragedias, incluso cuando ya no son titulares.
“¿Quién
está hablando hoy de los rohinyá? ¿Quién está hablando hoy de los
yazidíes? Han sido olvidados y continúan sufriendo”, destacó.
Casi
un millón de musulmanes rohinyá han huido a Bangladés desde Myanmar, un
país de mayoría budista, tras una ofensiva militar en 2017 que, según
investigadores de Naciones Unidas, fue realizada con “intenciones
genocidas”. Myanmar ha negado casi todas las denuncias sobre las
atrocidades.
En tanto, miembros del Estado Islámico en Irak
dispararon, decapitaron, quemaron vivos o secuestraron a más de 9.000
integrantes de la minoría religiosa yazidí, lo que según la ONU también
formó parte de una campaña genocida.
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