CIUDAD DEL VATICANO.- Las "diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza", destacó hoy el papa Francisco en el tradicional mensaje de Navidad pronunciado desde la logia central de la basílica de San Pedro.
Francisco dedicó su discurso a
recalcar que el mensaje universal de la Navidad es que "Dios es Padre
bueno y nosotros somos todos hermanos".
Y aseveró que sin esta visión cristiana de la humanidad,
"nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos, e
incluso los mejores proyectos corren el riesgo de convertirse en
estructuras sin espíritu".
Desde la misma logia
central de la basílica de San Pedro, donde se asomó aquel 13 de marzo de
2013 cuando fue elegido pontífice, Jorge Bergoglio deseó "fraternidad
entre personas de toda nación y cultura", "entre personas con ideas
diferentes, pero capaces de respetarse y de escuchar al otro" y "entre
personas de diversas religiones".
"La salvación pasa a
través del amor, la acogida y el respeto de nuestra pobre humanidad,
que todos compartimos en una gran variedad de etnias, de lenguas, de
culturas, pero todos hermanos en humanidad", señaló antes las decenas de
miles de personas concentradas hoy en la Plaza de San Pedro.
"Entonces, nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una
riqueza. Como para un artista que quiere hacer un mosaico: es mejor
tener a disposición teselas de muchos colores, antes que de pocos",
destacó.
Puso como ejemplo la familia, donde "siendo
hermanos y hermanas, somos distintos unos de otros, y no siempre estamos
de acuerdo, pero hay un vínculo indisoluble que nos une, y el amor de
los padres nos ayuda a querernos".
Deseó que en esta
Navidad "redescubramos los nexos de fraternidad que nos unen como seres
humanos y vinculan a todos los pueblos".
Y entonces
Francisco, como cada año, repasó los lugares donde se viven conflictos y
rogó para que "israelíes y palestinos retomen el diálogo y emprendan un
camino de paz que ponga fin a un conflicto que -desde hace más de
setenta años- lacera la Tierra elegida por el Señor para mostrar su
rostro de amor".
Recordó también Siria "para que vuelva a encontrar la fraternidad después de largos años de guerra".
Instó a que la comunidad internacional "se esfuerce firmemente por
hallar una solución política que deje de lado las divisiones y los
intereses creados para que el pueblo sirio, especialmente quienes
tuvieron que dejar las propias tierras y buscar refugio en otro lugar,
pueda volver a vivir en paz en su patria"
Expresó la
esperanza de que la tregua alcanzada en Yemen "pueda aliviar finalmente a
tantos niños y a las poblaciones, exhaustos por la guerra y el hambre".
Y su pensamiento fue también a África, "donde millones de personas
están refugiadas o desplazadas y necesitan asistencia humanitaria y
seguridad alimentaria".
Que la Navidad, pidió el
pontífice, "fortalezca los vínculos fraternos que unen la Península
coreana y permita que se continúe el camino de acercamiento puesto en
marcha, y que se alcancen soluciones compartidas que aseguren a todos el
desarrollo y el bienestar".
También deseó que "este
tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la
concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen
fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más
débiles de la población".
Y que en Nicaragua "no
prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen
por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del
país".
Pidió consuelo para Ucrania, un país "ansioso por reconquistar una paz duradera que tarda en llegar".
Y que las comunidades cristianas y todas las comunidades minoritarias
puedan "vivir en paz y que vean reconocidos sus propios derechos, sobre
todo a la libertad religiosa".
Rogó que el "niño
pequeño y con frío que contemplamos hoy en el pesebre proteja a todos
los niños de la tierra y a toda persona frágil, indefensa y descartada".
"Que todos podamos recibir paz y consuelo por el nacimiento del
Salvador y, sintiéndonos amados por el único Padre celestial,
reencontrarnos y vivir como hermanos", concluyó antes de impartir la
tradicional bendición "Urbi et Orbi" de Navidad.
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