domingo, 9 de julio de 2017

Misa de funeral por el español Joaquín Navarro-Valls en Roma, con nutrida asistencia de la Curia vaticana


ROMA.- En el funeral 'corpore in sepulto' este fín de semana del español Joaquín Navarro-Valls en la basílica de San Eugenio, en Roma, Mons. Mariano Fazio, vicario general de la prelatura del Opus Dei, ha señalado que "era, ante todo, un hombre leal. Leal a Dios, a quien aprendió a amar desde pequeño en el seno de una familia cristiana; leal a su vocación al Opus Dei para santificarse en medio del mundo; leal en el servicio a la Iglesia, de modo particular cuando san Juan Pablo II lo llamó a desempeñar cargos de alta responsabilidad en la comunicación de la Santa Sede. Puso su vida al servicio de su misión, en las distintas etapas de su existencia".

En una iglesia abarrotada, en el centro y bajo el altar, se colocó el féretro adornado con flores de colores. A la ceremonia, junto con los familiares españoles y amigos de Joaquín Navarro-Valls, acudieron numerosas personas que trabajan en la curia vaticana, así como autoridades políticas y de los medios de comunicación.

Una de las lecturas estuvo a cargo de Rafael, hermano de Joaquín Navarro-Valls, quien luego fue enterrado en el cementerio de "Prima Porta", en Roma.

Al final de la Eucaristía, se leyeron dos cartas enviadas por el arzobismo emérito de Cracovia, cardenal Stanislaw Dziwsz, y por el prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz. También tomó la palabra su médico personal, que lo trató los dos últimos años, y luego siguieron los afectuosos recuerdos de colegas, colaboradores y amigos.

El primero señaló que "ha sido un hombre de confianza y de fe, con quien el Papa (Juan Pablo II) compartió y debatió tantas cuestiones importantes para la vida de la Iglesia y del mundo. No dudo de que lo unía a san Juan Pablo II no solo la colaboración profesional, sino también la amistad".

“Se nos marchó al Cielo, Joaquín, después de llevar con garbo y sentido sobrenatural la enfermedad que venía padeciendo desde hace ya tiempo”, añadió.

Mons. Ocáriz dijo en su carta desde Portugal que "es fácil imaginar el abrazo con el que, después de Nuestro Señor y de la Santísima Virgen, le habrán recibido san Juan Pablo II, san Josemaría y tantos otros que le han tratado y querido en esta tierra".

El oficiante, Mons. Fazio señaló que “Joaquín era un hombre de fe y durante toda su vida procuró ser consecuente con lo que creía. Muchos de nosotros tenemos la convicción de que el Señor ya lo acogió en su seno, pero eso no quita para que pidamos por su eterno descanso”. Y señaló “tres ideas que pueden resumir una vida plena, lograda, llena de amor a Dios y de servicio a los demás. Estas son: lealtad, profesionalidad, don sincero de sí”.

En su homilía destacó la lealtad, la profesionalidad y la entrega con la que en todos estos años Navarro-Valls sirvió a la Iglesia católica.

En la iglesia confiada a la prelatura del Opus Dei, a quien pertenecía Navarro Valls, se reunieron para la celebración en la misa de cuerpo presente varios cientos de personas, los cardenales Jean Louis Tauran, James Michael Harvey, Leonardo Sandri y Julián Herranz, además de numerosos obispos, sacerdotes y diplomáticos, entre los cuales estaba el embajador español ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga.

El prefecto de la Secretaría para la Comunicación, Dario Viganò, también estuvo en el funeral así como  el sustituto de la Secretaría de Estado, monseñor Giovanni Angelo Becciu y el fotógrafo personal del Papa Juan Pablo II, Arturo Mari.

Estaban allí también muchos periodistas de los más diversos medios, dirigentes eméritos de la Sala de prensa del Vaticano, y personal de Campus Biomédico, donde Navarro Valls trabajó los últimos años de su vida, además del actual portavoz vaticano Greg Burke.

En la misa solemne, el vicario general del Opus Dei, Mariano Fazio, realizó los ritos funerarios después de la eucaristía concelebrada por unos 20 sacerdotes, entre los cuales estaba el padre Federico Lombardi, director emérito de la Oficina de prensa del Vaticano y sucesor de Navarro-Valls al frente. Un numeroso coro acompañó la liturgia con diversos cantos que concluyeron con el Ave Verum.

El sacerdote Ciro Benedettini, que trabajó diez años con Navarro Valls, indicó entre otras cosas la importancia decisiva de la participación de su director en las Conferencias de Pekín y El Cairo, dónde la Santa Sede se encontraba en inferioridad, siguiendo el consejo del Papa: ‘Dirígete a la opinión pública porque allí hay buena gente’ e imprimiendo un rumbo diverso a dichas cumbres.

La doctora Rossana Alloni que siguió durante los últimos años de su enfermedad al ex portavoz del Vaticano, señaló entre los diversos aspectos de su personalidad, la tranquilidad espiritual con la que recibió los análisis que indicaban que le quedaba muy poca vida.

A la salida, Andrea Riccardi, fundador de la comunidad de San Egidio, comentó que el santo padre Juan Pablo II tuvo varias diplomacias paralelas, y entre ellas contó con la labor del entonces director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls.

Un "gentilhombre", un hombre "leal", de "gran profesionalismo", un "innovador" de la comunicación vaticana fueron solo algunos de los elogios que recibió de los presentes.

 Sin dudas un hombre de fe que hasta en el momento supremo pensó en los otros y le pidió a su médico si "era posible donar sus órganos", recordaron.

Joaquín Navarro-Valls, quien falleció a los 80 años esta semana, español, médico psiquiatra, cirujano, corresponsal y periodista, fue director de la Oficina de prensa de la Santa Sede de 1984 a 2006, durante el pontificado de Juan Pablo II e inicio del de Benedicto XVI.




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