MADRID.- Al papa Francisco le espera en 2015 una apretada agenda. A la tarea
de reformar la Curia se une su papel de mediador en conflictos, su
objetivo de reanudar los debates sobre el sínodo de las familias y
emprender numerosos viajes apostólicos por todo el planeta.
Se da por
seguro que Jorge Mario Bergoglio, aunque sea solo por un día, se
presente en España para celebrar el quinto centenario del nacimiento
santa Teresa de Jesús. De ser así, y ya los obispos lo dan por hecho,
visitaría Ávila y Alba de Tormes (Salamanca), los lugares que vieron
nacer y morir a la santa.
A sus 78 años, a Jorge Mario Bergoglio le espera la titánica tarea de
cambiar la Iglesia católica, una institución alérgica a las reformas y
los cambios doctrinales. A este propósito se oponen muchas reservas,
pues la oposición al nuevo estilo acuñado por el papa argentino es cada
vez más palpable.
Si fuera de la Iglesia el prestigio de Francisco no
para de crecer, también se fortalecen las resistencias a sus
pretensiones entre los que debieran ser sus aliados. No todos comulgan
con la primavera romana, y eso lo sabe el ocupante del trono de Pedro,
que presume de estar muy bien informado.
El Papa se la jugará en el segundo sínodo dedicado a la familia,
previsto para otoño. El primero estuvo repleto de tensiones y evidenció
que el espíritu aperturista acuñado por Bergoglio concita reservas. Hay
aspectos cruciales, como la posible comunión de divorciados que se han
vuelto a casar, que producen divisiones. Si en la discusión entran otros
aspectos, como el trato que se dispensa a los homosexuales o los
casamientos interreligiosos, la presión puede desbordarse.
En el año que se acaba de estrenar Francisco proseguirá su trabajo
diplomático. Las apuestas por el diálogo entre Estados Unidos y Cuba,
así como su labor de mediación entre palestinos e israelíes -empresas
que aunque arriesgadas han comenzado con buen pie-, proseguirán.
Pasadas
las fiestas navideñas, el Papa pronto convocará a los embajadores para
explicarles las claves del papel ejercido por la Iglesia para que Barack
Obama y Raúl Castro relajaran sus históricas diferencias. El Papa no es
optimista sobre la situación del mundo, que ve inmerso en una "tercera
guerra mundial en cuotas". El mundo se desangra y lo hace en pequeños
conflictos.
A partir del 12 de enero, el Pontífice hará las maletas para viajar a
Sri Lanka y Filipinas, dos destinos que muestran la preocupación de
Francisco por Asia, donde la presencia de los católicos es reducida.
Además al Vaticano le interesa mucho entablar un diálogo con China, país
que no tiene relaciones con Roma y donde el régimen comunista ha
instaurado una corriente católica que obedece a las directrices del
partido en vez de a los dictados de la Santa Sede. Pese a que la
presencia de los católicos en China es testimonial, en el gigante
asiático viven doce millones de católicos.
A finales de septiembre pisará tierra de EE UU para acudir al
Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia. Aprovechará la ocasión
para recalar en Washington y Nueva York, donde ofrecerá un discurso a
los líderes del mundo desde la tribuna de la ONU. Visitará además la
frontera con México, tierra de paso de cientos de miles de inmigrantes
latinoamericanos que ambicionan afincarse en EE UU, la nueva tierra
prometida.
Al margen de los asuntos internacionales, Francisco está absorbido
por el empeño en desenredar los manejos inextricables que preñan el
gobierno de la Iglesia. La asfixiante burocracia vaticana, plagada de
intrigas y zonas de sombra, sufrió un descarnado ataque de Bergoglio
hace escasas semanas. En sus saludos navideños a la Curia, repartió
mandobles con generosidad. Citó hasta 15 males que amenazan a la
Iglesia, como la sed de poder, la arrogancia y la corrupción.
La
andanada es un aviso a navegantes que muestra a las claras la
determinación de Bergoglio de extirpar de raíz los intereses espurios de
la institución eclesial. Benedicto XVI claudicó, pero Francisco se ve
con fuerzas suficientes para batallar en este 2015 contra esa maquinaria
perversa.
El primer envite para limpiar toda esa maleza tendrá lugar en
febrero, cuando se celebre el consistorio. Allí Francisco explicará a
todos los cardenales del mundo sus medidas para expurgar de corrupción
el gobierno eclesial.
Una tarea complicada, pero no lo son menos su planes para regenerar
el Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco vaticano. La
entidad, en la que ya se han cancelado miles de cuentas sospechosas,
está gangrenada por asuntos muy turbios, como el blanqueo de dinero.
El presente año es importante para Francisco porque publicará su
primera encíclica enteramente propia, que versará sobre ecología. El
Papa entiende que la naturaleza no es patrimonio de unos pocos, sino un
"don de todos".
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