CIUDAD DEL VATICANO.- Al recibir en audiencia a los reclutas del Cuerpo pontificio, que juraron esta tarde en el patio de San Dámaso, el Papa destacó el especial servicio que prestarán, la devoción y la fidelidad a la Sede Apostólica.
Con sus antiguos uniformes que perfuman de historia, fidelidad y amor
al Papa, la Guardia Suiza sigue ofreciendo hoy un precioso servicio
hecho de devoción y espiritualidad. Es un tiempo, explica el Papa a los
nuevos reclutas recibidos en el Vaticano, para comprender también la
vocación de vida. Francisco, al reunirse con ellos antes del juramento
de la tarde, destaca la "cortesía y disponibilidad" que muestran a
quienes se acercan a ellos con una petición, una pregunta o un simple
saludo.
Aprecio mucho su capacidad para combinar los
aspectos profesionales y espirituales, expresando así su devoción y
fidelidad a la Sede Apostólica. Por su parte, los peregrinos y turistas
que acuden a Roma tienen la oportunidad de experimentar la cortesía y la
amabilidad de los guardias en las distintas entradas de la Ciudad del
Vaticano. No olviden nunca estas cualidades, que son un hermoso
testimonio y son signo de la acogida de la Iglesia.
Saludando también a los
padres de los reclutas, Francisco señala que "su presencia testimonia el
apego de muchos católicos suizos a la Iglesia, y en particular a la
Sede de Pedro." También recuerda el sacrificio de la vida ofrecido por
los guardias suizos, el servicio al Papa y la voluntad de los jóvenes de
ofrecer unos años "en generosa disponibilidad al Sucesor de Pedro y a
la Comunidad eclesial".
A veces el Señor llama a algunos de
ustedes a seguirle por el camino del sacerdocio o de la vida consagrada,
encontrando un terreno disponible cultivado precisamente durante el
tiempo de servicio en la Guardia. Otros, en cambio, siguen la vocación
conyugal y forman su propia familia. Agradezco con ustedes al Señor,
fuente de todo bien, por los diversos dones y vocaciones que les confía,
y rezo para que los que ahora comienzan su servicio respondan
plenamente a la llamada de Cristo, siguiéndole con fiel generosidad.
Por último, el deseo de que las "fructíferas experiencias espirituales y
humanas tanto en el Vaticano como en la ciudad de Roma" sean una
oportunidad para profundizar en la fe y hacer crecer "un amor aún más
fuerte por la Iglesia".
Cardenal Parolin: Hoy su presencia secular se abre al futuro
Con motivo del juramento de la Guardia Suiza Pontificia el Cardenal Secretario de Estado de Su Santidad, Pietro Parolin, presidió esta mañana la Santa Misa en la Basílica de San Pedro. En su homilía manifestó el agradecimiento de la Santa Sede, no sólo por el valioso servicio que presta, sino también por el modo en que lo realiza.
A las 7.30 tuvo lugar la Santa Misa con motivo del juramento de la Guardia Suiza Pontificia en la Basílica de San Pedro. Presidió la celebración el Cardenal Secretario de Estado de Su Santidad, Pietro Parolin, quien comenzó su homilía saludando al Comandante, al Capellán, a los Oficiales y queridos guardias, junto a las distinguidas autoridades e invitados.
Asimismo manifestó su satisfacción de abrir con todos ellos esta importante jornada elevando la común gratitud al Señor en la Eucaristía. De hecho – dijo – “Eucaristía significa precisamente acción de gracias”. A lo que agregó:
El Purpurado recordó que aunque el 6 de mayo recuerda el sacrificio de los 147 guardias suizos que, aquel día del lejano 1527, durante el saqueo de Roma, permitieron proteger al Santo Padre, también regala cada año nuevos rostros, nuevos reclutas que renuevan el mismo compromiso de vida a través de su juramento.
Que el inicio de su servicio los lleve al origen del discipulado
De manera que para estos queridos guardias, se convierte en la ocasión de reforzar su voluntad de entregarse con todas sus fuerzas, sacrificando incluso la vida cuando sea necesario, tal como dice el juramento, al servicio del Papa, por amor al Señor. Lo que requiere “fe y fortaleza de ánimo, para que a la indispensable disciplina externa se sume una disciplina interna igualmente esencial”.
Aludiendo a las lecturas propuestas por la Liturgia del día, el Cardenal Parolin ofreció dos sugerencias “tomando prestados dos conocidos adjetivos de la física”: “Podríamos hablar, en un sentido espiritual, primero de una fuerza centrípeta y luego de una fuerza centrífuga”.
Permanecer en Jesús
De la primera destacó que “tiende a actuar desde el exterior hacia el interior”, tal como indica el Evangelio de Juan al referirse a este movimiento espiritual, informando de unas palabras pronunciadas por Jesús después de la Última Cena cuando, antes de la Pasión, en el contexto más íntimo y sufrido, entrega su última voluntad a los discípulos. Petición clara, la de permanecer en su amor. Permanecer en Él, que “es el polo de atracción de la vida cristiana”.
El criterio de la misión
El Secretario de Estado prosiguió explicando en su homilía que “a este movimiento centrípeto del alma le sigue un segundo movimiento centrífugo, que procede en cambio desde el interior hacia el exterior”. Y les habló del “criterio de la misión”, cuyas exigencias “fueron decisivas para la Iglesia primitiva” que es misionera por naturaleza.
También les dijo que el Santo Padre llama continuamente a emprender "una transformación misionera", para la que toda estructura y tradición humana es útil en la medida en que favorece el anuncio vital del Señor crucificado y resucitado.
"Al servir al Sucesor de Pedro en estrecho contacto, pidamos la gracia de aceptar la exigente llamada a la misión. No se trata de partir hacia países aún más lejanos, sino de dar testimonio de Jesús allí donde estamos, para difundir, con mansedumbre, sencillez y sobre todo con el ejemplo, su presencia a los que encontramos y en los lugares donde vivimos".
Al final de sus reflexiones, el Cardenal Parolin les sugirió que
“vivan el juramento de hoy con este espíritu, para que el inicio de su
servicio los lleve al origen del discipulado”. Y agregó que, de hecho:
Por esta razón les deseó que el camino que inician con su juramento
los haga sentirse discípulos misioneros más unidos a Jesús, como él, el
primero entre los Apóstoles.
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