ROMA.- El papa Francisco admitió
este lunes que teme "el derramamiento de sangre" en Venezuela y que le
"aterra" la violencia que podría desatarse por la crisis política en ese
país sudamericano, en declaraciones a bordo del avión que lo condujo de
Panamá a Roma.
"¿Qué es lo que me asusta? El derramamiento de sangre", aseguró ante los cerca de 70 periodistas que lo acompañaban.
El pontífice argentino reiteró que desea una "solución
justa y pacífica" y reconoció que no se pronunciaba "sobre lo que hay
que hacer porque sería una imprudencia pastoral de mi parte y haría
daño", dijo.
"Tengo que ser equilibrado. No me gusta la palabra
equilibrado. Tengo que ser pastor. Y si necesitan ayuda, de común
acuerdo, que la pidan. Eso sí", recalcó abriendo la posibilidad de una
suerte de mediación.
"Si yo entrara a decir hagan caso a estos
países o a estos otros, me metería en un rol que no conozco, sería una
imprudencia pastoral de mi parte y haría daño", subrayó.
Francisco
confesó que consideró mucho las declaraciones hechas cuando rompió el
silencio sobre Venezuela durante su estadía en Panamá.
"Las palabras las pensé y las repensé. Y creo que con eso expresé mi cercanía, lo que siento", agregó.
"Yo
sufro por lo que está pasando en Venezuela en este momento y por eso
deseo que se pongan de acuerdo, no sé, tampoco ponerse de acuerdo (es el
término, ndr) está bien", afirmó.
"Yo apoyo en estos momentos a
todo el pueblo venezolano. Un pueblo que esta sufriendo, incluso los
que están de una parte y de otra, todo el pueblo sufre", aseguró.
Francisco pidió a los que pueden contribuir a resolver la crisis que tengan "grandeza".
"El problema de la violencia a mí me aterra", confesó.
En
pleno colapso económico, Venezuela entró en una peligrosa escalada de
tensiones, a raíz del rechazo internacional al gobierno de Nicolás
Maduro y la autoproclamación del jefe del Parlamento, el opositor Juan
Guaidó, como presidente interino.
El Vaticano intentó sin éxito
hace dos años proponer una hoja de ruta para salir de la crisis a través
del número dos del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, Secretario
Estado, quien fue además nuncio en ese país durante los años del
chavismo.
Francisco cuenta también con el consejo de dos
importantes religiosos venezolanos que residen en Roma, entre ellos el
sustituto para los Asuntos generales de la Secretaría de Estado, Edgard
Peña, un experimentado diplomático, y el superior de los jesuitas,
Arturo Sosa, considerado una referencia social y cultural en su país.
Hasta
ahora el Vaticano ha evitado alinearse con algún bando, una posición
que contrasta con los duros cuestionamientos que ha formulado la
Conferencia Episcopal Venezolana contra el chavismo en el poder.
Estados
Unidos está a la cabeza de los gobiernos que desconocen el segundo
mandato de Maduro por considerar su elección "fraudulenta", mientras
China, Rusia y Turquía apoyan al dirigente.
Entretanto, Francia,
Alemania, España y Reino Unido dieron un ultimátum de ocho días para que
convoque elecciones, so pena de reconocer a Guaidó.
Francisco, que inició el año con un viaje a su región de nacimiento, teme también por la situación de la vecina Colombia.
"Después
de todo el esfuerzo hecho, en Colombia lo que pasó en la escuela de
cadetes el otro día fue terrorífico. No es solución la sangre", dijo en
el avión al referirse al atentado del 17 de enero en Bogotá en una
academia de policía que dejó un saldo de 21 muertos.
El
papa argentino, de 82 años, clausuró el domingo la Jornada Mundial de
la Juventud con una misa multitudinaria en la capital panameña en la que
llamó a las nuevas generaciones de católicos a no dejarse "adormecer" e
impedir que sus sueños se realicen.
El viaje del pontífice a
América Latina fue ensombrecido por la compleja situación en Venezuela y
por el expediente sobre abusos sexuales y su encubrimiento en el clero,
tema que será debatido en la cumbre extraordinaria de febrero en el
Vaticano con todos los presidentes de la conferencias episcopales.
"Percibo
una expectativa inflada. Hace falta desinflar las expectativas. Porque
el problema de los abusos continuará. Es un problema humano. Humano en
todos lados", aseguró en el avión papal.
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