MADRID.- Primero en
voz baja pero ahora ya cada vez más abiertamente, en los pasillos del
Vaticano está ‘fermentando una disensión conservadora’ que le está
poniendo la proa al Papa Francisco. Anthony Faiola no duda en dibujar el
panorama como algo que ‘rápidamente está emergiendo como una cultura de
guerra en torno al Papado de Francisco y a la poderosa jerarquía que
gobierna la Iglesia Católica’, según se hace eco hoy www.capitalmadrid.com
Faiola
es un periodista de The Washington Post que firma este martes un
largo reportaje en primera plana sobre el trasiego subterráneo
dentro de la Curia. No hay nada nuevo bajo el sol, podría pensar
cualquiera que conozca la historia de la Iglesia. Pero en vísperas
de un viaje a EEUU entre los próximos 22 y 28 de este septiembre que
se considera clave para reafirmar o frenar el aperturismo que él
mismo ha iniciado, Francisco es casi piedra de escándalo.
El periódico de la capital norteamericana ha realizado numerosas entrevistas, algunas de ellas bajo compromiso de anonimato para facilitar la información. Y el cuadro que sale es el de un Vaticano ‘más polarizado sobre la dirección de la Iglesia que nunca desde los grandes reformadores papales de los años 60’. Algunos aplauden al Papa como ‘revolucionario’, mientras otros señalan abiertamente que ‘no tiene poder para cambiar las enseñanzas de la Iglesia’, como dice el cardenal Raymond Burke de EEUU.
Añade Faiola que a medida que Francisco ‘da un vuelco a las convenciones de la Iglesia’ en materias como el divorcio, los gays y el aborto, ‘Francisco también está confrontando una reacción conservadora al momento de liberalismo que se está levantando dentro de la Iglesia’. El cardenal Burke ha sido precisamente uno de los damnificados en la limpia que ha hecho el Papa en la jerarquía vaticana.
Sigue el WP: ‘La rebelión conservadora está tomando muchas firmas; en comentarios públicos, sí, pero también en la creciente popularidad de portales web católicos conservadores que promueven a los disidentes; en libros y material de promoción respaldado por clero conservador y que trata de oponerse a la tendencia liberal; y en filtraciones que tienen a los reformadores en el punto de mira’.
Párrafo de un duro crítico anónimo: ‘Tenemos un asunto serio en estos momentos, una situación muy alarmante en la que sacerdotes y obispos católicos dicen y hacen cosas que van contra las enseñanzas de la Iglesia, que hablan sobre uniones del mismo sexo, sobre dar la comunión a los que viven en adulterio. Y el Papa no hace nada para silenciarlos, de modo que la conclusión es que eso es lo que quiere el Papa’.
Durante su próximo viaje a EEUU para el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, el Papa Francisco tendrá que aguantar otro debate adicional sobre su decisión de celebrar una misa en español. Ya han salido gentes como el precandidato republicano, el energúmeno Donald Trump, que ha condenado sin recato esa libertad. Líder de la corriente conservadora que quiere deportar a millones de inmigrantes sin papeles y que ofende a los mexicanos y otros hispanos, Trump cree que ‘América es para los norteamericanos’. Por tanto, habría que hablar inglés por decreto. O hablar ‘americano’, como dice la ex candidata Sarah Palin.
Pero los hispanos no se arredran. De hecho, por mucho que Trump vaya en cabeza de los sondeos, es casi imposible que pueda llegar a la presidencia: si acaso llegara a la nominación republicana, sería la mejor baza para su rival demócrata. Sin voto hispano será casi imposible llegar a la Casa Blanca, según los analistas.
Y máxime cuando esta polarización sobre el español envalentona a los ofendidos. La última heroína es la presentadora del telediario de una emisora de televisión de Phoenix, Arizona, Vanessa Ruiz. Ha tenido que explicar por qué pronuncia en español los nombres geográficos españoles, como Mesa, Ajo, Estrella y por supuesto, México con una sonora jota, no con la equis de los norteamericanos. Vanessa, nacida en Miami y que ha vivido en Colombia y en España, ha dicho con tranquilidad,: ‘Pronuncio esas palabras tal y como fueron creadas’. Sus erres son erres, rotundas y no gangosas.
El periódico de la capital norteamericana ha realizado numerosas entrevistas, algunas de ellas bajo compromiso de anonimato para facilitar la información. Y el cuadro que sale es el de un Vaticano ‘más polarizado sobre la dirección de la Iglesia que nunca desde los grandes reformadores papales de los años 60’. Algunos aplauden al Papa como ‘revolucionario’, mientras otros señalan abiertamente que ‘no tiene poder para cambiar las enseñanzas de la Iglesia’, como dice el cardenal Raymond Burke de EEUU.
Añade Faiola que a medida que Francisco ‘da un vuelco a las convenciones de la Iglesia’ en materias como el divorcio, los gays y el aborto, ‘Francisco también está confrontando una reacción conservadora al momento de liberalismo que se está levantando dentro de la Iglesia’. El cardenal Burke ha sido precisamente uno de los damnificados en la limpia que ha hecho el Papa en la jerarquía vaticana.
Sigue el WP: ‘La rebelión conservadora está tomando muchas firmas; en comentarios públicos, sí, pero también en la creciente popularidad de portales web católicos conservadores que promueven a los disidentes; en libros y material de promoción respaldado por clero conservador y que trata de oponerse a la tendencia liberal; y en filtraciones que tienen a los reformadores en el punto de mira’.
Párrafo de un duro crítico anónimo: ‘Tenemos un asunto serio en estos momentos, una situación muy alarmante en la que sacerdotes y obispos católicos dicen y hacen cosas que van contra las enseñanzas de la Iglesia, que hablan sobre uniones del mismo sexo, sobre dar la comunión a los que viven en adulterio. Y el Papa no hace nada para silenciarlos, de modo que la conclusión es que eso es lo que quiere el Papa’.
Durante su próximo viaje a EEUU para el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, el Papa Francisco tendrá que aguantar otro debate adicional sobre su decisión de celebrar una misa en español. Ya han salido gentes como el precandidato republicano, el energúmeno Donald Trump, que ha condenado sin recato esa libertad. Líder de la corriente conservadora que quiere deportar a millones de inmigrantes sin papeles y que ofende a los mexicanos y otros hispanos, Trump cree que ‘América es para los norteamericanos’. Por tanto, habría que hablar inglés por decreto. O hablar ‘americano’, como dice la ex candidata Sarah Palin.
Pero los hispanos no se arredran. De hecho, por mucho que Trump vaya en cabeza de los sondeos, es casi imposible que pueda llegar a la presidencia: si acaso llegara a la nominación republicana, sería la mejor baza para su rival demócrata. Sin voto hispano será casi imposible llegar a la Casa Blanca, según los analistas.
Y máxime cuando esta polarización sobre el español envalentona a los ofendidos. La última heroína es la presentadora del telediario de una emisora de televisión de Phoenix, Arizona, Vanessa Ruiz. Ha tenido que explicar por qué pronuncia en español los nombres geográficos españoles, como Mesa, Ajo, Estrella y por supuesto, México con una sonora jota, no con la equis de los norteamericanos. Vanessa, nacida en Miami y que ha vivido en Colombia y en España, ha dicho con tranquilidad,: ‘Pronuncio esas palabras tal y como fueron creadas’. Sus erres son erres, rotundas y no gangosas.
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