LA HABANA.- El planteamiento de la necesidad de terminar con la suerte de III
Guerra Mundial por etapas que vive el mundo, hecho por el papa Francisco
en su primer discurso en Cuba va al encuentro de claros anhelos de la
Humanidad en estos momentos.
El Obispo de Roma fue recibido con sinceras expresiones de afecto y
respeto por el pueblo cubano patentes tanto en las palabras del
presidente, Raúl Castro, como en el recorrido de 18 kilómetros desde el
aeropuerto hasta la sede de la Nunciatura en esta capital.
Los cubanos, enfrascados desde hace décadas en una batalla para defender sus derechos a la independencia y soberanía, alcanzados y mantenidos con singular resistencia, comprenden bien el significado de esa mención del Sumo Pontífice a la crítica situación que vive el planeta en estos momentos.
Ese enunciado del Papa puede recoger, por ejemplo, el rechazo a las imposiciones en el caso cubano del mayor poder económico y militar del mundo, presente en el bloqueo sufrido desde 1962 con los consiguientes daños a su esfuerzo por el desarrollo y a los derechos alcanzados tras el triunfo revolucionario de 1959.
Estampas de ese conflicto mundial condenado por el Papa son las sangrientas intervenciones militares de las potencias occidentales en países de Africa y el Medio Oriente que hoy provocan una marea interminable de emigrantes huyendo de los bombardeos, la guerra y el caos.
También lo constituye, especialmente, la nueva arremetida de Israel contra el pueblo palestino convirtiendo en un verdadero infierno de dolor y muerte el reducido espacio de la Franja de Gaza a pesar de la condena mundial a tal genocidio.
No dejan de formar parte de la guerra por etapas las acciones de la derecha internacional, apoyada en los recursos de las grandes multinacionales y en los halcones de las potencias mundiales dirigidas contra gobiernos legítimamente constituidos, como sucede en el caso de Venezuela.
También la integran los repetidos intentos de los llamados fondos buitre para usar su poderío económico en busca de la desestabilización de gobiernos y sociedades con ejemplo palpable en Argentina.
No dejan de tener presencia en ese conflicto mencionado por el Papa en su discurso las grandes multinacionales de la información que ponen al servicio de la distribución de falsas verdades todo su poderío económico e inundan las sociedades de los países subdesarrollados con materiales y consignas bendiciendo al capitalismo salvaje.
Todas esas realidades pueden encuadrarse en el difícil panorama vivido actualmente por esa III Guerra Mundial por etapas condenada desde Cuba por el Papa y la cual, como él mismo dijera, es necesario terminar.
Los cubanos, enfrascados desde hace décadas en una batalla para defender sus derechos a la independencia y soberanía, alcanzados y mantenidos con singular resistencia, comprenden bien el significado de esa mención del Sumo Pontífice a la crítica situación que vive el planeta en estos momentos.
Ese enunciado del Papa puede recoger, por ejemplo, el rechazo a las imposiciones en el caso cubano del mayor poder económico y militar del mundo, presente en el bloqueo sufrido desde 1962 con los consiguientes daños a su esfuerzo por el desarrollo y a los derechos alcanzados tras el triunfo revolucionario de 1959.
Estampas de ese conflicto mundial condenado por el Papa son las sangrientas intervenciones militares de las potencias occidentales en países de Africa y el Medio Oriente que hoy provocan una marea interminable de emigrantes huyendo de los bombardeos, la guerra y el caos.
También lo constituye, especialmente, la nueva arremetida de Israel contra el pueblo palestino convirtiendo en un verdadero infierno de dolor y muerte el reducido espacio de la Franja de Gaza a pesar de la condena mundial a tal genocidio.
No dejan de formar parte de la guerra por etapas las acciones de la derecha internacional, apoyada en los recursos de las grandes multinacionales y en los halcones de las potencias mundiales dirigidas contra gobiernos legítimamente constituidos, como sucede en el caso de Venezuela.
También la integran los repetidos intentos de los llamados fondos buitre para usar su poderío económico en busca de la desestabilización de gobiernos y sociedades con ejemplo palpable en Argentina.
No dejan de tener presencia en ese conflicto mencionado por el Papa en su discurso las grandes multinacionales de la información que ponen al servicio de la distribución de falsas verdades todo su poderío económico e inundan las sociedades de los países subdesarrollados con materiales y consignas bendiciendo al capitalismo salvaje.
Todas esas realidades pueden encuadrarse en el difícil panorama vivido actualmente por esa III Guerra Mundial por etapas condenada desde Cuba por el Papa y la cual, como él mismo dijera, es necesario terminar.
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