CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa ha pedido una Iglesia que no pierda el tiempo en “llorar”
por las cosas “que no funcionan” o por “los fieles que ya no tiene” en
la misa que ha celebrado en la Basílica de San Pedro con la que ha
inaugurado el Mes Misionero Extraordinario, una iniciativa sin
precedentes.
“Una Iglesia en salida, misionera, es una Iglesia que no pierde el
tiempo en llorar por las cosas que no funcionan, por los fieles que ya
no tiene, por los valores de antaño que ya no están. Una Iglesia que no
busca oasis protegidos para estar tranquila; sino que solo desea ser sal
de la tierra y fermento para el mundo”, ha señalado el pontífice
durante la homilía.
El Santo Padre, que ha presidido el rezo de las vísperas en la
memoria litúrgica de Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de las
misiones, ha señalado que este mes de octubre dedicado a las misiones
“quiere ser una sacudida que nos impulse a ser activos en el bien”. Así,
ha instado a los sacerdotes y religiosos a no ser “notarios de la fe y
guardianes de la gracia” sino misioneros” y para ello ha insistido en
“no vivir una fe de sacristía”.
Para el Papa esto se resume en una actitud: “Cuando vivimos la vida
como un peso y no como un don; cuando en el centro estamos nosotros con
nuestros problemas, y no nuestros hermanos y hermanas que esperan ser
amados”. Francisco ha incidido en que el Señor “ama una Iglesia en
salida”. “Si no está en salida no es Iglesia”, ha indicado.
“Sabe que esta es su fuerza, la misma de Jesús: no la relevancia
social o institucional, sino el amor humilde y gratuito”, ha dicho el
Papa. Y sobre la fe ha enfatizado: “Dios no nos preguntará si hemos
conservado celosamente la vida y la fe, sino si la hemos puesto en
juego, arriesgando, quizá perdiendo el prestigio (...) La hemos recibido
no para enterrarla, sino para ponerla en juego; no para conservarla,
sino para darla.
Quien está con Jesús sabe que se tiene lo que se da, se
posee lo que se entrega; y el secreto para poseer la vida es entregarla.
Vivir de omisiones es renegar de nuestra vocación: la omisión es
contraria a la misión”. El Santo Padre ha dedicado su homilía a definir
cuál es la clave del ser misionero mientras que ha subrayado que
propagar la fe “no es propaganda o proselitismo”.
Asimismo, el Papa ha advertido sobre los pecados de omisión que van
contra de la misión, porque “en vez de transmitir la alegría, nos
cerramos en un triste victimismo, pensando que ninguno nos ama”. Para el
Papa, el primer pecado es ser “quejumbrosos” y decir “que todo va mal,
en el mundo y en la Iglesia”. El segundo es ser “esclavos de los miedos
que inmovilizan” y dejarse “paralizar del ‘siempre se ha hecho así’“. Y
el último es “vivir la vida como un peso y no como un don”.
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