CIUDAD DEL VATICANO.- El Vaticano ha retirado los cargos contra su primer auditor general,
Libero Milone, que ha declarado que su arresto de junio de 2017 fue un
intento de detener la investigación que estaba llevando a cabo de las
finanzas vaticanas; según parece, estaba descubriendo pruebas de
corrupción, según The National Catholic Register.
En una entrevista emitida en el canal televisivo
italiano SKY TG24 el sábado, Milone reveló que el promotor de justicia
del Vaticano y el Presidente del Tribunal vaticano le informaron que ya
no era “objeto de ningún proceso o condena criminal”.
Ha
llegado a conocimiento del Register que la investigación separada
llevada a cabo por el promotor de justicia del Vaticano con los abogados
de Milone, concluyó que no existían pruebas que apoyaran las
acusaciones que habían sido interpuestas contra él.
Milone,
antiguo socio de Deloitte, una firma internacional de consultoría y
auditoría, fue nombrado en 2015 primer auditor general del Vaticano. Con
él trabajaba un equipo de doce personas. Nombrado como parte de la
reforma financiera que el Papa quiere llevar a cabo, fue despedido sumariamente después de que la policía vaticana hiciera una redada en su oficina en junio del año pasado.
La
responsabilidad principal de un auditor general es la de supervisar la
auditoría de los procedimientos, realizar los controles internos y
legales de los dicasterios y las otras instituciones de la Santa Sede,
incluyendo el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano. Entre
sus otras tareas, se le pide que presente anualmente informes de las
auditorías, y que realice las revisiones específicas y las auditorías
que le solicite el Consejo de Economía o el Secretariado de Economía.
Desde
que fue despedido, Milone ha insistido en su inocencia, informando a
los periodistas el pasado mes de septiembre que “un pequeño grupo de
poder” estaba difamándole e intentando arruinar su reputación.
“Me amenazaron con arrestarme”, dijo
en septiembre. “El jefe de la Gendarmería (la Policía Vaticana) me
intimidó para que firmara una carta de renuncia que había sido escrita
semanas antes”.
En septiembre, Milone dijo que “él quería hacer el
bien de la Iglesia y contribuir al proceso de reforma tal como se me
solicitó, pero no me dejaron”. Añadió que aunque el Papa Francisco había
empezado su reforma financiera con la mejor de las intenciones, “la
vieja guardia, muy presente, le impide llevarla a cabo”.
Declaró
que quienes se resistían a la reforma “se sintieron amenazados cuando
comprendieron que yo podía decirle al Papa y al secretario de Estado
Parolin lo que había visto con mis propios ojos en sus departamentos y
sus cuentas”.
El cardenal Giovanni Angelo Becciù, entonces
subsecretario de Estado vaticano y ahora prefecto de la Congregación
para la Causa de los Santos, inicialmente dijo, en septiembre de 2017,
que las afirmaciones de Milone eran “falsas e injustificadas”.
“Contravino
todas las reglas y estaba investigando la vida privada de sus
superiores y personal, incluyéndome a mí”, dijo a Reuters el entonces
arzobispo Becciù. “Si no aceptaba dimitir, le habríamos procesado”.
Hablando con el Register el 3 de julio, un miembro destacado de
la policía vaticana dijo que Milone había sido despedido por las
razones que el cardenal Becciù había declarado en su momento. “No tenía
permiso para continuar la investigación que estaba llevando a cabo y,
sobre todo, no tenía la competencia necesaria”, ha dicho la fuente.
Pero
otra fuente que tiene un conocimiento detallado de los hechos, informó
al Register el 5 de julio que Milone “aparentemente había encontrado
pruebas reales y claras de malversación de fondos, y tenían prisa en
destituirlo”.
La fuente añadió: “Desde el principio de su mandato,
el auditor general fue marginado y se le impidió llevar a cabo su
trabajo: la vieja guardia se negó a extender contratos a su personal, se
esforzó en minar los nervios del personal e impidió a Milone todo
acceso al Papa”.
Durante los primeros meses de su ejercicio,
Milone fue obligado a presentar una queja a la Gendarmería Vaticana tras
descubrir que su ordenador había sido materialmente manipulado y
hackeado. La revelación de esta historia llevó al escándalo conocido
como Vatileaks II.
La
fuente del Register afirma que Milone habría podido proseguir si no
hubiera insistido en su “enfoque profesional”; pero, como el cardenal
George Pell, prefecto de la Secretaría de Economía, estaba siendo “cada
vez más eficaz” y “estaba a punto de sacar a la luz cosas peligrosas,
por lo que tuvieron que tomar medidas para detenerle”, ha dicho.
La
pregunta ahora es qué medidas tomará el Vaticano para resolver la
situación. Desde su destitución el año pasado, fuentes distintas dicen
que se ha manchado injusta y gravemente la reputación de Milone, lo que
le impide garantizarse cualquier salida profesional futura.
“En el
mundo real, un caso como este tendría como resultado algo más que unas
excusas; de hecho, llevaría a una reincorporación inmediata, a recibir
la remuneración debida y a ser indemnizado”, ha comentado la fuente del
Register.
El Register se ha puesto en contacto con la oficina del
cardenal Becciù pidiendo algún comentario en relación al asunto, pero su
secretario nos informó el 5 de julio que el cardenal no estaba
disponible porque estaba de vacaciones.
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