CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco se ha inclinado este sábado ante la llama eterna del
Memorial del genocidio armenio de Tzitzernakaberd, en presencia del
presidente de Armenia, Serge Sarkissian, y ha dicho que la "memoria no
debe ser diluida ni olvidada".
"Que Dios custodie la memoria del pueblo
armenio. La memoria no debe ser diluida ni olvidada; la memoria es
fuente de paz y de futuro", ha escrito el Pontífice en el libro de oro
en el Museo del Memorial al culminar su visita al lugar.
El Papa ha depositado una corona de flores ante el mausoleo, una de
las tres partes del memorial junto al muro de la memoria y la estela, y
luego ha bajado unos escalones hasta llegar a un patio circular rodeado
de doce estelas que representan las doce provincias donde bajo el
Imperio Otomano los armenios fueron masacrados en 1915-1916.
Con una estola roja en los hombros, en medio de los obispos de la
iglesia apostólica armenia vestidos con sotanas y capuchas negras, el
Papa ha escuchado muy concentrado a un coro de mujeres y luego a un
grupo de flautistas. Tras escucharse el canto religioso armenio
'Hrashapar' ('Milagroso'), un obispo ha leído la epístola "Debieron
soportar un gran combate" y el Papa ha pronunciado una oración.
"Que la humanidad no olvide"
Luego Francisco se ha desplazado en automóvil a los jardines y ha
regado un árbol en señal de paz y renacimiento, tras lo cual, en una
mesa dispuesta al aire libre, ha firmado en el libro de oro. "Aquí rezo,
con dolor en el corazón, para que nunca más haya tragedias como ésta,
para que la humanidad no olvide y sepa vencer con bien el mal; Dios
conceda al amado pueblo armenio y al mundo entero paz y consuelo", ha
escrito el Papa.
A lo lejos se veía la cima nevada del Monte Ararat, lugar simbólico
de la cultura cristiana armenia, donde, según la leyenda, se posó el
Arca de Noé. El Monte Ararat está en territorio de Turquía.
El viernes, en el primer día de visita, el Papa optó por la franqueza
en vez de la prudencia y denunció el "genocidio" de los armenios. "El
Gran Mal", como lo llaman los armenios, habría provocado la muerte de
1,5 de personas, según Armenia. La Turquía denuncia la exageración de
esa cifra y no acepta la acusación de genocidio, prefiriendo hablar de
guerra civil mortífera entre turcos y armenios.
El papa Francisco tuvo un encuentro con una decena de descendientes
de supervivientes del genocidio que habían sido acogidos por el papa
Benedicto XV en el palacio pontifical de Castel Gandolfo, cerca de Roma,
durante la Primera Guerra Mundial.
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