CIUDAD DEL VATICANO.- Francisco viajó a Caserta de nuevo, y quizá alguien pueda mirar la fecha
del periódico pensando que hay un error, porque ya fue allí el sábado.
Pero no, es que ha vuelto al mismo sitio a los dos días, y ya esto es
una rareza para un pontífice. Que se recuerde, nunca había sucedido.
Todo es curioso en este ir y venir de Caserta, y nace del peculiar
carácter de Jorge Mario Bergoglio, propenso a la naturalidad.
En
realidad solo quería ir a esta ciudad cercana a Nápoles a ver a un
amigo, pero él es el Papa y no puede moverse así como así. Además, es
que ese amigo es un pastor protestante. Resultado: el obispo de Caserta
se enteró de que iba el Papa y se quedó de piedra porque nadie le había
dicho nada y encima se iba a ver a un protestante, de la competencia. Se
armó un lío de despachos y al final ha tenido que hacer dos viajes.
El sábado Bergoglio aterrizó en Caserta y cumplió la habitual visita
papal, con misa multitudinaria, y luego este lunes volvió a ver a su amigo de forma
discreta. Aunque también esto ha sido sonado: es la primera vez que un
Papa sale de Roma expresamente a visitar a un pastor protestante, un
gesto mal visto por los sectores conservadores del catolicismo, que
opinan que un pontífice no se puede rebajar así y cada vez tienen más
atravesado a Francisco.
Para colmo, la visita privada estaba prevista
para el sábado 26 de julio, Santa Ana, patrona de Caserta, lo que
aumentaba la ofensa. En resumen, en el Vaticano comprendieron pronto que
el dichoso viaje podía convertirse en un problema, y de ahí la solución
salomónica. De todos modos, el propio Francisco desactivó la tensión el
sábado, otra vez con naturalidad, al encontrar al clero local. Les
contó que no sabía nada de la fiesta patronal y cuando se enteró pensó:
«Al día siguiente en los periódicos pondrá que en la fiesta patronal de
Caserta el Papa fue donde los protestantes. ¿Un bonito título, no? Y por
eso luego hemos arreglado la cosa».
Pero pasado el sábado, lo de ayer tiene más miga. Este pastor
protestante, Giovanni Traettino, amigo del Papa desde que se conocieron
en 2006 en Buenos Aires, es un evangélico pentecostal, una rama de esta
confesión que frecuentemente desde la Iglesia se desdeña como grupos de
sectas y que se ve con aprensión porque en Latinoamérica, con sus misas
pachangueras, registran una gran expansión.
Pero por eso mismo Bergoglio
las conoce bien y ayer, con su visita, rompió de forma sorprendente un
prejuicio que hasta ayer mismo era casi institucional en el Vaticano:
negó que sean sectas. Es un giro radical en la postura oficial de la
Iglesia, de implicaciones imprevisibles. Una cosa son las solemnes
relaciones con los anglicanos serios de Westminster, y otra con esta
galaxia de grupos variopintos guiados en ocasiones por personajes
dudosos.
Es otro golpe de efecto de Francisco, que no pierde de vista que se
trata de 600 millones de fieles y que tienen puntos de contacto en el
catolicismo en los grupos carismáticos. De hecho, el pasado 1 de junio
presidió en Roma un encuentro de 50.000 personas del movimiento
Renovación del Espíritu y durante ese mes encontró varios líderes
evangélicos de Estados Unidos.
«Algunos se sorprenden de que el Papa haya venido a encontrar a los
evangélicos. He venido a encontrar a los hermanos. Es una tentación
decir: yo soy la Iglesia, tú eres la secta. Jesús ha rezado por la
unidad. El Espíritu Santo hace la diversidad en la Iglesia y luego hace
la unidad, la Iglesia es una en la diversidad», dijo en un discurso
improvisado en un encuentro con unos 300 fieles de esta confesión, que
le acogieron con aplausos.
Bergoglio se presentó maletín en mano, como quien va a una reunión de
trabajo, y aún tenía una sorpresa más. Deslizó en su discurso una
petición de perdón por un episodio histórico italiano, las delaciones de
algunos curas durante el fascismo a pentecostales, entonces prohibidos
por el régimen: «Entre los que persiguieron y denunciaron pentecostales,
como si fueran locos que arruinaban la raza, había también católicos.
Yo soy el pastor de los católicos y os pido perdón».
Su amigo le dio la
bienvenida emocionado: «En nombre de todos le digo que le queremos. Ha
venido a encontrar al hermano allá donde está y así como es, demostrando
una gran valentía».
No hay comentarios:
Publicar un comentario