MADRID.- Aurelio San Juan, padre blanco, tuvo que dejar, con
profundo dolor de corazón, su casa en Bukavu, al este de la República
Democrática de Congo, después de más de cincuenta años. Celebra
la llegada del Papa Francisco a Roma. Lo ve como un revolucionario.
Le conocí en Bukavu, al este de la República Democrática de Congo, en uno de los últimos intentos del gigantesco, riquísimo, corrupto y desgraciado país africano de celebrar unas elecciones que cambiaran el curso de las cosas. Animaba en Congo una activa comunidad de Padres Blancos, una modélica imprenta, escuelas y talleres. Aurelio San Juan (Valdecañada, León, 1940) sigue vinculado a África desde la nueva casa de los Padres Blancos en Madrid, que ha contribuido a levantar con su probada honestidad y diligencia. San Juan estuvo en África, que no deja de añorar, desde 1966 a 2008.
Le conocí en Bukavu, al este de la República Democrática de Congo, en uno de los últimos intentos del gigantesco, riquísimo, corrupto y desgraciado país africano de celebrar unas elecciones que cambiaran el curso de las cosas. Animaba en Congo una activa comunidad de Padres Blancos, una modélica imprenta, escuelas y talleres. Aurelio San Juan (Valdecañada, León, 1940) sigue vinculado a África desde la nueva casa de los Padres Blancos en Madrid, que ha contribuido a levantar con su probada honestidad y diligencia. San Juan estuvo en África, que no deja de añorar, desde 1966 a 2008.
—¿Por qué se hizo misionero?
—Vengo
de una ciudad de mineros y en aquella época vivían pobres, en la
miseria. Y yo me dije: voy a hacerme sacerdote para ayudar a esa gente a
salir de la miseria y la explotación.
—¿Y cuántos años tenía?
—Trece o catorce años.
—¿Y ya tenía la vocación clara en ese momento?
—Yo
más bien tenía una vocación revolucionaria. Pero como me di cuenta de
que no podía hacer nada, me metían en la cárcel, decidí ir al seminario.
Pasaban padres blancos por allí, misioneros, y fue entonces cuando tomé
la decisión de irme a África.
—¿Y por qué eligió a los padres blancos?
—Porque
los padres blancos no son religiosos. Son sacerdotes de vida en común, y
también somos internacionales. Vivimos con padres de otros países,
mezclados, y nunca menos de tres. Ese es nuestro carisma. Quería también
probar mi vocación, primero en Francia y Bélgica, donde estudié
teología y francés.
—¿Cuando mira hacia atrás, la vida que ha entregado al Congo, y ve que el país no acaba de remontar, cuál es su sensación?
—Feliz.
Yo he pasado unos años muy felices en el Congo y me iría de nuevo si
pudiera ir a trabajar, y sobre todo después de la independencia, desde
el 66 al 72, cuando veías que el país progresaba. Estoy muy agradecido a
la gente. Un pueblo necesita siglos y quizá nosotros hemos sido muy
rápidos. La humanidad cambia muy lentamente. Como predica el nuevo Papa,
necesitamos una iglesia más sencilla, más pobre.
—¿Le ha sorprendido la elección de este Papa?
—Sí,
pero por otro lado ya se esperaba algo, un cambio. La Iglesia ha
empezado a poner los cimientos, la creación de una nueva Iglesia. La
Iglesia, para que sea de verdad una iglesia, tiene que ser perseguida.
Uno de los momentos más felices que pasé fue cuando Mobutu suprimió la
religión. La Iglesia tiene que ser la conciencia crítica de la sociedad.
En España me ha molestado el silencio de la Iglesia ante la corrupción.
Se ha situado junto al poder.
—¿Y la elección del nombre?
—Francisco
es amor hacia los pobres. Es un Papa que predica con gestos, predica
con el ejemplo, y quiere que la Iglesia se manche con el barro.
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